No fue positiva, por cierto, la llamada telefónica que Lacalle Pou le hizo al compañero de fórmula de Pedro Bordaberry, Germán Coutinho, para invitarlo al intercambio de las figuritas.
Vieja práctica de la politiquería, desnudada por Bordaberry, que hizo saber a la ciudadanía que el candidato a la presidencia del Partido Nacional condicionaba el aporte de votos en la Junta Departamental de Salto, a que desde tiendas coloradas cesaran las críticas de Pedro hacia Luis, en relación con las propuestas en materia de seguridad pública formuladas por este último.
¡Qué torpes todos! ¡Qué burrada!
A cinco minutos de las elecciones, por más que Factum diga que aún estamos en el primer tiempo del partido, le vino de perlas al Frente Amplio, -que se recupera en las encuestas- este regalo impensado que tanto Pedro como Luis acaban de hacerle a esta fuerza política.
En editorial anterior, le reclamamos “llaneza” a Luis Lacalle Pou. A la luz de los acontecimientos, hoy le encarecemos “prudencia”.
Suman decenas de miles los ciudadanos que lo están mirando con lupa antes de decidirse a cambiar de caballo.
No puede usted, Lacalle, retrotraernos “al más de lo mismo”, a las componendas.
El mamado de la Topolansky, otra vez se echó a dormir. Se le fue el susto.
Su imprudencia infinita debe reconocerla. Piense antes de actuar. Consulte. No se la crea, y menos en la sonrisa siempre dispuesta, en el abrazo fácil, en las palmaditas.
En menos de diez días cometió imprudencias. Varias imprudencias, a tal punto que sus adversarios lo acusan de extorsión.
No siga el juego. Avance, aunque ya se dice que es un poco tarde.
Sus adversarios frentistas festejan por anticipado. Al paso, y con bastón de mando, cabalga Vázquez hacia la Presidencia de la República.
Los colorados no tienen otra que jugarse al Parlamento.
Usted, con su triunfo en las internas, renovó el aire político del país. Creció e infundió esperanzas.
No tire prendas por la borda.
Ricardo Garzón

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