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AVIACIÓN MILITAR - TURBINAS PARA LA PAZ
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Brasil envía aeronaves a Misiones de Paz |
Comenzó días atrás una inspección de un comité de las Naciones Unidas (ONU) a escuadrones aéreos brasileños en Manaus y Porto Velho esta semana. La visita, de asesoramiento y orientación, es parte de un programa que la institución evalúa las condiciones del aire de empleo de los países voluntarios, llamado United Nations Peacekeeping Capability Readiness System (UNPCRS).
Cinco aeronaves de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) se pusieron a disposición para servir en misiones de mantenimiento de la paz: un C-105 Amazonas (C-295), dos H-60L Black Hawk y dos A-29 Súper Tucano. La visita de la ONU tiene como objetivo evaluar las condiciones de empleo de la flota en cuestión, así como un posible historial de misiones. Brasil actualmente se encuentra en el nivel 1 del programa, cuando ofrece aeronaves y solicita Misiones Operacionales de Paz. En total, el UNPCRS tiene cuatro fases. La inspección in loco puede elevar a Brasil al nivel 3, cuando la operación es aprobada por la ONU en todos los requisitos previos necesarios (nivel 2) y comienza la planificación de las misiones de paz (nivel 3).El último paso a seguir es la preparación para el empleo de los equipos en un máximo de 90 días, cosa que sucedería hacia 2018. Doce países en conflicto forman parte de la lista tentativa de la ONU, como Chipre, Líbano, República Centroafricana y el Congo. Cuatro países registraron baja aceptación por parte brasileña después de una evaluación exhaustiva del Ministerio de Asuntos Exteriores (MRE) y Defensa (MD), por cuestiones logísticas y riesgo real, como Sudán del Sur y Mali. Todo indica que se complementan, mediante estas salidas internacionales, recursos financieros escasos o esquivos.
Algunos países sudamericanos, como Uruguay, Argentina y Chile han integrado dotaciones aeronáuticas de la ONU en diversos teatros de operaciones.
Javier Bonilla
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En juego las instituciones
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Jorge Zabalza reconoció que es cierto lo que publica el libro de María Urruzola respecto a que el MPP se financió perpetrando atracos, incluso muchos años después de restablecida la democracia en 1985, a través de las organizaciones conocidas como tupabandas.
Agregó que él, junto con José Mujica y Eduardo Bonomi, fueron quienes idearon la forma de desempeñar esos asaltos, y que el ex presidente era el encargado de las finanzas “subterráneas”.
La publicación de Urruzola, fruto de un trabajo de investigación periodística abundantemente documentada, y las expresiones públicas de alguien no tan confiable como Zabalza, requieren que los involucrados aclaren a la ciudadanía exactamente lo que pasó.
No puede dejarse en el terreno de una nebulosa la conducta del ex presidente y de nada menos que del actual Ministro del Interior, más allá del pedido de la fiscal penal Stella Llorente al juez penal Esteban Valetti para desarchivar dos expedientes sobre las llamadas "tupabandas.
Las denuncias revisten una gravedad extraordinaria. Si es verdad que el Ministro del Interior, el encargado de protegernos de los robos, de los atracos, de las rapiñas y de los secuestros, y el presidente de la república que lo nombró en ese cargo, perpetraron, aún después de restablecida de la democracia, los delitos de que los acusan, entonces las garantías están definitivamente perdidas en nuestro país.
Por eso, más que respuestas irónicas o burlonas del MPP, como se han divulgado, se requiere una explicación clara y tranquilizadora.
Hay un peligroso hedor nauseabundo que parece inundar nuestra convivencia.
La institucionalidad está en juego.
Ricardo Juan Lombardo
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