Edición Nro. 1950 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 15 de enero de 2016
 
 
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Javier Bonilla
Martínez: desilusión frenteamplista
  • Daniel Martínez cayó simpático a parte del electorado montevideano (incluso opositor) cuando sucias y típicas maniobras tupa-bolches le arrebataron su candidatura en 2010 en beneficio de Ana Olivera (Madame Frigidaire). No obstante, como ministro de Industria, Energía y Minería toleró ampliamente las primeras barbaridades en Ancap del impresentable Raúl Sendic, quien  debería haber renunciado, si el país tuviese oposición.
Verdaderamente, encabezando Ancap, el ahora intendente inició las muy cuestionables “alianzas estratégicas” con PDVSA y la “inversión” en la deficitaria ALUR,  voluntarista y demagógica exigencia cañero-tupamara de clara inspiración cubanoide, lo cual hasta se le podría minimizar por inexperiencia u “obediencia indebida”…..
Muchos  montevideanos independientes, que,  pese a los largos e improductivos años de  Erlich y el cansancio de tantos costosos quinquenios de izquierda capitalina, veían con simpatía a Martínez, cuando éste acepta, sin insinuar  rebeldía, la candidatura de Olivera, sintieron asco por tal obsecuencia, y con razón. Si las administraciones municipales anteriores habían hecho crecer la deuda de Montevideo, tan geométricamente como la ineficiencia, el despilfarro y el acomodo, la munícipe comunista nos dejaría esquilmados y fundidos.
Cuando por la ineficiencia, soberbia y autocomplacencia opositora, el Frente Amplio volvió a ganar Montevideo, así como tirios y troyanos, inocentemente creímos que Vázquez pondría algo de orden en el desastre heredado de Mujica a nivel nacional (en vez de dejarlo seguir mandando,  más loco que nunca…), localmente esperábamos lo mismo de Martínez -pese a su alianza con la anacrónica Constanza Moreira- aunque ya sus suplentes, impuestos a la fuerza, daban miedo….
La desilusión sería total  al conocerse su gabinete y mandos más próximos. Grupo integrado por joyitas como  la olvidable Fabiana Goyeneche (que meses antes engañaba incautos diciéndose “apolítica” y hoy  eructa su kirchnerismo-bolivarianismo en las redes), cuyo único antecedente -harto dudoso-  es haber liderado la sucia, demagógica y mentirosa campaña del “no a la baja”,  en un plebiscito teñido (tras 35 años de comicios irreprochables) de numerosas faltas de respeto al voto, hasta el cuestionado Fernando Nopitsch, o el atleta Pablo Sanmartino, en Deportes, ex dirigente de Adeom a quien Ernesto de los Campos repetía constantemente: “andá a trabajar”…
Más allá del “retiro espiritual”, apenas asumido, con todo su gabinete y asesores, en el Argentino Hotel de Piriápolis (11.000 dólares despilfarrados al sufrido contribuyente), de numerosos viajes -inclusive, uno de  Goyeneche a Lima, en Primera Clase-  la población montevideana esperaba algo más que aumentos y llantos por  anteriores exoneraciones impositivas, preludio de ominosos “ajustes” de contribuciones del ingeniero Martínez, que nos vendían como “gestor”, casi  tanto como al sórdido Sendic.
Precisábamos un intendente gobernando y administrando algo más que crisis, internas e inercias frenteamplistas.  Jerarcas que dijesen hacia donde van,  poniendo límites a tanto desaguisado e impertinencia, cuando no omnipotencia e impunidad de muchos.
Alguien que honrase las reales funciones municipales: limpiar, asfaltar, iluminar, bachear, abrir calles, manejar espacios públicos, embellecer los perímetros urbanos y rurales gestionados. No manejar canales de TV o costosísimos y enormes Departamentos de Cultura, Teatros de Verano trabajando un mes al año,  enormes gabinetes  similares al nacional, ni miles de empleados. Menos, encabezar costosas campañas publicitarias, que, como las de Ancap, Antel o UTE, parecen querer comprar silencios y complicidades periodísticas. Tanto como la generosidad con artistas amigos, integrando las insoportables claques oficialistas, especialmente las murgas y demás mascaritas carnavalescas. Si habrá, en estos ítems, dónde recortar !!!
Un jerarca que vendiese las numerosísimas fincas municipales improductivas, recaudando así, de  forma indolora para quienes pagamos impuestos, eufemísticamente llamados por el cinismo uruguayo “contribuciones”. Y que para mantener decentemente un Teatro Solís o una Filarmónica siga buscando partenaires privados! Lo hacen ciudades y países más poderosos, caramba!
Que no regale camiones a otras intendencias ….! Montevideo no  tiene y destituyó a su  director de Mantenimiento por burro! Y que privatice la basura del todo, si para la ciudadanía sirve! Es lo que importa! Buenos servicios y baratos! Aún mandando funcionarios a la casa cobrando, es mejor que tenerlos en dependencias municipales, gastando y desmotivando al que quiere trabajar.
Y cuando recurre a los desinteresados militares porque nos tapa la basura (uniformados ya  bastante cansados de ser peones pa todo….) al menos remánguese, como su colega Adriana Peña, o los alcaldes opositores montevideanos, compartiendo tareas con los soldados, sin huir al Este, tras retratarse con los mismos...
¡Gobierne, Martínez, gobierne!!  ¡Ponga orden en su gallinero! ¡Orden y disciplina!!
Michael S. Castleton - Bridger
Dios no permita
Una cosa que caracteriza a los gobiernos populistas es su total , su absoluta falta del sentido del ridículo.
Es así que en nuestro continente tuvimos a personajes más trágicos que cómicos en el gobierno, como Chavez Frías en Venezuela, Morales en Bolivia o premiado de premiados Maduro también en Venezuela. La verdad que de estos personajes no supimos o sabemos si llorar o reir ante su supina ignoracia y palmaria incapacidad para desepeñar los cargos que ocupan u ocuparon.
Pero no sólo la falta del sentido del ridículo parece caracterizar a esta gente sino también la más absoluta e impúdica falta de vergüenza.
Pero, para apreciar especímenes semejantes, ni siquiera hay que desplazarse a otro país, tenemos muchos ejemplos de esta curiosa fauna en nuestro país, donde, hay uno, que se destaca sobre todos.
No podría ser otro que el inefable, el incomensurablemente incapaz Raul Fernando Sendic Rodríguez. Este muchacho que ha presidido  la empresa más rica del país  en forma desastroza llevándola a la quiebra lisa y llana, situación que deberemos entrentar y financiar todos los uruguayos, sin excepción, durante generaciones, hoy, manifiesta su propósito de llegar a la presidencia de la república.
Qué rostro pétreo! Qué falta de vergüenza! Dios no permita!
Este muchacho si tuviera un pizca, un átomo de vergüenza, debería irse para su casa chiflando bajito y quedarse ahí. Es más, en el mundo civilizado ya no tendría la más mínima posibilidad de proseguir carrera política alguna.
Solamente en el mundo del revés de nuestra generosa república puede un personaje con estos antecedentes siquiera pensar en llegar a la primera magistratura.
Si hemos de guiarnos por su desempeño en ANCAP, lo que podría pasar con el país si este incapaz llegara al timón de nuestra nación sería trágico. Sólo pensar en esa infeliz circunstancia trae al recuerdo personajes del más febril realismo mágico latinoamericano. Fenómeno literario que ha sabido describir personajes que, luego encarnados en la realidad, han marcado a fuego y en forma por demás lamentable a nuestro continente, incluso con incontables muertos a cuestas.
Los uruguayos que no practicamos la religión del progresismo marxista y que nos queda aunque sea un poco de honestidad intelectual, debemos y deberemos hacer todo lo necesario para que un personaje como Sendic no llegue a la presidencia.
Si eso sucediera, la consecuencias para la república serían absolutamente imprevisibles y seguramente nada buenas.
Personalmente ante esa alternativa aconsejaría a mis hijos a no establecerse en Uruguay y sólo por cuestiones de edad no los seguiría.
Justamente, es por nuestros hijos y nietos que debemos hacer todo lo posible para que papanatas de demostrada incapacidad no lleguen al poder y menos a la presidencia.
El que dude de esto, nada más debería consultarles a los sufridos venezolanos.
¿Despertaremos algún día los orientales de este letargo de mediocridad en la que hemos caído?
Ricardo Puglia
Coalición no inclusiva
T. Vázquez no incluyó a representantes de la oposición en los organismos que cuentan con "representación social", y creó un retroceso democrático formidable y fue el primer gran error  antes de asumir, seguido de la nominación de un Consejo de Ministros desgastado y envejecido.
Para el Uruguay es un retroceso de más de un siglo en la era de los gobiernos de partido que practicaron el exclusivismo como norma y que tantos males le provocaron al país. Mezcla de soberbia y obstinación, Vázquez está gobernando solo para quienes lo votaron, un agravio innecesario a nuestro sistema democrático y republicano.
No es casualidad que el gobierno quiera evitar el control directo en áreas muy sensibles donde las administraciones frentistas han hecho agua como la salud, la educación, la seguridad y la gestión de las empresas públicas.
T. Vázquez: “Queremos gobernar no para ustedes sino con ustedes. No queremos que nos sigan, queremos que nos acompañen y nos guíen. Queremos que si vamos bien nos digan vamos bien pero que si vamos mal nos digan vamos mal y corrijan el rumbo. No nos dejen solos, tienen que exigirnos”.
Vamos mal. Esta siesta veraniega despertará con un Uruguay sin esperanzas de alcanzar una evolución a transformarse en un país del primer mundo. El socialismo continuará avanzando de la mano de un Estado cada vez más grande, caro y mal gestionado donde los responsables de las diferentes direcciones a su cargo no quieren ser investigados parlamentariamente.
Las mayorías del Parlamento impiden juzgar a quienes han violado la Constitución y a quienes han perjudicado con sus pésimas decisiones el bolsillo de todos los uruguayos. El Ministro Astori festeja el aumento de la recaudación real como buena señal y abre el paraguas sobre los posibles daños que nos podría causar la actual situación de China.
Mea culpa: “ninguna” sobre las pérdidas Bengoa en los casinos, sobre las pérdidas de las empresas públicas y sus subsidiarias, sobre el sideral déficit fiscal de todos estos años que estamos pagando con más inflación administrada y mayor endeudamiento externo. Para la coalición “pérdidas” son sinónimo de gasto social, la cultura del despilfarro o las irresponsables chamboneadas.
Somos un país caro en la comparación internacional y de bajos salarios con baja calificación que al menor viento en contra hace desaparecer los empleos a excepción de los públicos -bien pagos- a los que no cabe la desocupación por el menor nivel de actividad.  
Es más importante para el gobierno las opiniones del Pit-Cnt -dominado por el Partido Comunista- que las opiniones de la oposición que representan el 50% de la población.
Hoy la coalición está centrada en proponer una nueva reforma constitucional que les permita al mejor estilo bolivariano y castrista perpetuarse en el poder como partido único de gobierno.
Todo aquello que desde la fundación de la coalición fuera criticado a los partidos fundadores de la Patria lo han hecho con creces y se han cobijado bajo el manto de la impunidad parlamentaria.
Han desplazado a nuestras fuerzas armadas de la sociedad, sin embargo, ante más de 25 años de administración frentista de la IMM son llamados para recoger la basura y brindar ayuda en toda ocasión que exista un desastre natural. Nuestras FFAA son patriotas y defensoras de la Constitución y no se cobijan bajo manto alguno de impunidad.
2016 será un año más complejo que el anterior y Ud. Sr. Presidente deberá trabajar mucho más por su responsabilidad como elegido para gobernarnos. Tendría también que revisar los integrantes del Consejo de Ministros y jubilar a unos cuantos para que los futuros sustitutos aporten ideas frescas de cómo avanzar en el desarrollo social, cultural y económico de nuestro país, invitando también a su ministro de economía a quien ya se le han agotado sus justificaciones y las pocas acciones al frente de esa cartera donde sólo se percibe un gran ajuste fiscal encubierto en proceso de aumento.
Ricardo Puglia
Felix Obes Fleurquin
Trump y la cultura del odio y el miedo
¡NO!
Acabo de ver en internet el video que muchos han de haber visto, un acto de Donald Trump en donde una multitud enardecida por el discurso de ese sujeto, pide la expulsion de una mujer musulmana, azafata de una compañia aérea, que silenciosamente estaba entre el público, con una camiseta alusiva a a la repugnante islamofobia, tan repugnante como todas las fobias, como la judeofobia de los nazis o la cristianofobia de algunos musulmanes.
Lo unico que se me ocurrió, fue pensar "¡Heil!" 
Hitler hubiera mirado sonriendo ese video. Trump ni gente de su calaña merece ocupar la Presidencia de la Gran República, y no lo lograrán porque fomentan el odio y el miedo, como hicieron los nazis para llegar al poder.
Hillary Clinton, espero, será quien ocupe ese lugar, quien dirija a la Gran República de Occidente, porque como su marido, como el digno Obama, han demostrado que tienen la integridad y capacidad intelectual para ese cargo y defienden los valores de la decencia, la dignidad, la democracia y la igualdad de sexos, géneros, razas, religiones, opciones de vida, derechos personales y todo aquello que el liberalismo significa, regulando únicamente lo básico sin meterse en la vida de las personas.
Por eso Estados Unidos triunfa, porque ahí, pese a los profetas del odio, llegan al gobierno católicos, protestantes, negros y mujeres y latinos y musulmanes. Su ejército está integrado por todos ellos, y cualquiera es tan ciudadano como el otro. Por eso les ganamos las guerras siempre al enemigo, porque cuando van, vamos a la guerra, no van máquinas de matar llenas de odio, sino soldados ciudadanos, concepto que fue la base de nuestra victoria desde Maratón a Normandía.
Trump no. Es un fascista y debe ser derrotado por el sistema americano que ya con Bush Jr X 2 quedó de esos hasta la nuca, y olvidado como una aberración y un símbolo de que en esa República como en todas, siempre está la sombra del odio, el huevo de la serpiente, esperando su oportunidad para salir a luz.
Los actos crminales de terroristas de cualquier raza y religión, porque en estas décadas, hemos visto terroristas cristianos en la Ex Yugoeslavia, en Bosnia, terroristas de todo tipo, musulmanes que no representan en absoluto a las mayorías de su fe sino que son tumores como los que tuvo y tiene Occidente -los nazis eran blancos y occidentales y se llevaron por delante más de 15 millones de víctimas- esos actos criminales como los de Francia en donde hay franceses musulmanes dignos y los hay malos, en donde hay franceses cristianos repugnantes como los hubo en la epoca de Petain y Vichy no deben ser excusa para condenar a toda una raza, a toda una religion, condenar al Islam mismo.
Hubo otras épocas, en plena Edad Media de Occidente, en donde los más criminales éramos los occidentales, los que matábamos más judios, y los más tolerantes con otras razas y credos eran las culturas Islámicas de Bagdad y Damasco, que eran centros de cultura y orden, mientras París y Roma se revolcaban en su mugre.
Los tiempos cambian, las minorías criminales no deben nunca ser excusa para que los fascistas de siempre tomen el poder. Los fascistas fracasaron en Francia, NUNCA habrá un Le Pen en la Presidencia; los fascistas fracasarán en América, America the beautifull, la sede de nuestra Capital de la Democracia porque no hay ya más lugar para el odio sino para la tolerancia, y aunque a veces haya que enviar tropas de Occidente a zonas de conflicto esto no debe entenderse como que hay una guerra entre la Cristiandad y el Islam. Ya no hay más Cristiandad como tal, Occidente es laico, liberal y republicano, y el Islam deberá aprender lo que aprendimos nosotros sobre Democracia si no quiere ser mirado por los temerosos como un centro del mal.
Deberá salir por síi mismo de su Edad Media tan larga; expulsar a los asesinos, sacarse de encima esas repugnantes dinastías hereditarias, sacarse de encima ese clero  en el poder, tal como lo hizo Occidente, por las buenas o por las malas, y tener su Renacimiento.
Mientras tanto, al terrorismo del color y religión que sea, al enemigo de Occidente le venimos ganando las guerras desde hace más de 2500 años. Hemos derrotado a Persas, Turcos, Nazis, Comunistas, Fascistas japoneses, y derrotaremos a quien se nos ponga delante, así lo hicimos cuando éramos Griegos, Romanos, Europeos o Americanos y no hay que tener miedo de ellos; francamente, la verdad, quienes deben tener miedo de nuestra cultura Occidental Greco Romana, porque eso es lo que somos y punto, son los terroristas, pues se llamen Milosevic el cristiano o  Bin Laden musulmán, los perseguimos para aniquilarlos o encerrarlos, Ellos son los que deben temer.
Occidente es una superior máquina de guerra y no necesita de fascistas al mando como no la necesitó el Dia D en Normandia ni en Vietnam, donde a la larga, una guerra que parecia una derrota, años despues demostró que fue una frenada en seco que enseñó a los que ahora son amigos de Occidente, que no merece la pena tenernos en contra
¿Trump? No f.... way! Ni lo queremos ni lo necesitamos. Somos lo suficientemente fuertes para no caer de nuevo en la trampa de 1933. Israel, la primera linea enfrentamiento con los terroristas es tambien lo suficientemente fuerte para haberse mantenido dentro de la Democracia y de la Ley, y ser una Republica rodeada de países medioevales, en días oscuros o brillantes. A la larga sus vecinos han tenido que admitir su existencia. Y eso, porque Israel es Occidente, su primera línea.
Alberto Medina Méndez
Del discurso único al oficialismo plural
Fueron demasiados años de hegemonía discursiva. La permanente apelación al ordinario recurso del panfleto, apoyado siempre en la burda propaganda, utilizada para adoctrinar y que así todos dijeran exactamente lo mismo, repitiendo sistemáticamente sin pensar, se empieza a esfumar lentamente.
Tal vez sea por eso que cuesta tanto acostumbrarse a este original arquetipo que se está configurando paulatinamente, día a día, que asoma muy tímidamente y que viene generando innumerables ruidos en ese engorroso esquema de progresiva adaptación.
Los hábitos no se cambian con facilidad. Llevará tiempo lograrlo, porque primero se debe internalizar ese proceso, comprenderlo con total claridad y asumirlo luego como absolutamente natural, como parte esencial de una evolución que finalmente se integrará a la rutina cívica.
Quedan atrás los tiempos en los que el mandamás decidía, casi en soledad, y luego imponía sin piedad, desde su arrogante liderazgo mesiánico, los argumentos a utilizar para que una porción de la sociedad se apropie de ellos y los defienda con idéntica convicción.
Se viene ahora un tiempo distinto, de individuos libres, con criterio propio, que forman parte de una comunidad más abierta, diversa y plural. En definitiva, al final de esta etapa, florecerá algo más parecido a una sociedad civilizada que a un rebaño que solo reitera lo que otros pensaron por ellos.
Todo eso supone un gran esfuerzo, de convivencia en el disenso, de respeto irrestricto por la visión del otro, de incondicional tolerancia, sobre todo frente a la esperable discrepancia y más allá de las eventuales razones esgrimidas en cada caso. Ese gran desafío precisa del coraje necesario para abandonar todo lo conocido, lo que incluye dejar de lado la eterna lógica del "ellos o nosotros", esa que invita a dividir a la sociedad en dos bloques totalmente homogéneos, en rivales antagónicos sin ningún tipo de matices.
Siempre existirá una masa crítica de personas que acuerdan, en general, con el accionar de quien conduce oportunamente el gobierno, y otro grupo que asumiendo notables diferencias, se siente más cómodo en un rol opositor. Eso jamás desaparecerá. No es tampoco deseable que suceda. El reto consiste en intentar desarmar los clásicos engranajes del tradicional discurso único que sostienen aquellos que siempre apoyan a los que detentan el poder.
Con gran dificultad, pero a paso decidido, se viene estructurando un novedoso modelo de oficialismo, de acompañamiento a los que gobiernan, pero ya no desde la humillante actitud de aplaudidores seriales. Un conjunto de personas, de diversas extracciones ideológicas, con visiones, a veces coincidentes y otras encontradas, conformarán ese nuevo espacio menos vertical. Ya no será el oficialismo abyecto de otro tiempo. Se trata ahora de un grupo de seres humanos con una dinámica distinta, con grandes acuerdos en lo general, pero también con sus propias contradicciones, en ese diálogo abierto, a veces sin norte y otras con más intuición qué razón.
Este nuevo escenario está bastante lejos de la perfección. Después de todo, en este mundo sin certezas, en materia de opiniones, no existe tal cosa como la "verdad revelada", sino en todo caso miradas, siempre parciales, a veces un poco más completas, pero jamás totalizadoras.
El recorrido recién empieza, es pausado, y no se desarrolla en línea recta, sino que, con múltiples tropiezos, va transitando sinuosamente esta nueva experiencia. Es imprescindible comprender este fenómeno. Entender lo que está sucediendo ayudará a dejar de lado la dialéctica binaria del blanco o negro, de la simplicidad como única forma de interpretar la realidad.
Si aún no se ha percibido esta nueva construcción, se corre el riesgo de caer, otra vez, en la trampa de la crispación, esa que invita a visualizar al que piensa de modo opuesto como un enemigo irreconciliable. Hay que girar hacia algo sustancialmente diferente. El aprendizaje del pasado debería ayudar a que esta peculiar etapa sea superadora. No será tarea sencilla. Las secuelas de lo vivido están aún muy frescas, golpean a diario, y de tanto en tanto, intentan regresar abruptamente al ruedo.
En las crisis siempre existe una oportunidad. Pero también es cierto que muchas dificultades pretenden quedarse para siempre. Depende de los ciudadanos asumir el compromiso de edificar algo sólido capaz de reemplazar a aquella triste era dominada por la ira como denominador común, por una alternativa mejor, imperfecta, pero más estimulante.
Lo más interesante es que nada de eso, depende de los gobernantes. En todo caso, ellos podrán sumarse a este mecanismo naciente, aprovecharse de él, comprendiendo su entorno y sumando voluntades diversas bajo esta flamante perspectiva.
El verdadero cambio radica en la sociedad, en cada uno de los individuos que la integran. Son ellos los que pueden definir las nuevas reglas de juego para una convivencia armoniosa. Esa coexistencia no precisa de una mayoría matemática que imponga al resto su voluntad, obligándola a someterse servilmente, sino de un debate abierto como método vital.
El desafío que está por delante es complejo. Recién se inicia este sendero, con gran parsimonia y bastante desorden, con algo de caos y también con cierto desconcierto. Pese a las dificultades, tal vez valga la pena intentarlo. Se requerirá de paciencia y también de perseverancia. Eso será indispensable para pasar del discurso único al oficialismo plural.



ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



 


















 

 

 


 

ENERO 2016
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