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Javier Bonilla |
Los fabulosos tiempos de Mohamed Al-Magro |
- Años atrás, aunque comerciábamos con Irán e Irak , además de mantener una amistad fructífera y leal con Israel, nuestros mayores contactos en Oriente Próximo estaban entre los más moderados Egipto, Emiratos Árabes, Kuwait, lo que iba quedando de Líbano y pocos países más, habitualmente de bajo perfil. Desde la llegada de los Tupamaros al gobierno, innecesariamente profundizamos vínculos con Irán, nos comprometimos en la locura palestina (sin ganancias económicas visibles), fuimos a Guantánamo y antes trajimos -pésimamente asesorados- a unos sirios complicaditos…. Ahora, payamos sobre bombas de juguete próximas a embajadas! Tanto puede haberlas puesto Hezbollah como Mario Vitette…
Hasta 2009, nuestra discreta política exterior no parecía muy audaz. Para algunos lucía bastante mediocre…
Sin embargo, después del crimen cometido por terroristas croatas en Asunción con el embajador Abdala en los “70, y el secuestro de los loquitos peruanos del MRTA en los “90 con Bocalandro, ningún funcionario o legación de Uruguay vivió tempestades, salvo excepciones.
En México, en los 80, el embajador Gurméndez atropelló a alguien y huyó; extremistas del 26 de Marzo ordenaban algunos interrogatorios ilegales a compatriotas en el consulado uruguayo en Porto Alegre en 1993, y un cónsul en Argentina y Estados Unidos golpeaba salvajemente a su mujer. Hechos aislados.
Desde que don Mohamed Al-Magro llegó al Palacio Santos , la cosa empeoró…
Este ex blanco, devenido a fines de 1999 tupa, al grito de: “tengamos una política exterior de izquierda”, concretó el sueño perverso de Benedetti, convirtiendo este -talvez demasiado- pacato país en una sucursal de los “no alineados”; de los impresentables “bolivarianos”, de la “causa” palestina y de cuanto payaso más anduviera por ahí, comprometiéndonos a cambio de nada, para solamente proyectar inmerecidamente al exterior la figura del veleidoso presidente.
Olvidando al mozo asesinado en 1971 por denunciarlo, tapándolo luego con carteles de “delator” o cosa parecida -perverso y clásico acto terrorista- el falso abuelito de Heidi se vendió al mundo como una ridícula mezcla de Mandela y Gandhi. ¿Cuánto habrá costado? No hablemos solo de propaganda del Ministerio de Turismo o del MGAP sobre nuestras carnes, y hasta alguna intendencia “compañera…” en medios extranjeros.
Pienso en cuanto habremos prometido y comprometido a cambio!
O en la moribunda OEA, que este personaje pretende encabezar, a la que antes la despreciaban cual basural….Si hasta inventaron la CELAC, la UNAURSS (UNASUR, le dicen…) y otras complicadas burocracias paralelas para arrinconarla…
Y del lugar no permanente en el Consejo de Seguridad de la cada vez más inservible ONU, puesto para ocupar el cual se promete cualquier cosa y en secreto, a países no siempre santos…
Claro, con su onda tercermundista, desmelenado, entre saltitos y grititos, -cual travesti del Boulevard atisbando un cliente rico- se orinó en delicias cuando la Asamblea General aprobó el ingreso de Palestina como observador.
Con sus viajes a Irán, ayudado por un tour mágico y misterioso de legisladores uruguayos, presididos por las inefables “feministas” –localmente apenas- Daisy Tounée e Ivonne Passadas, luciendo hermosos chadores Armani para emocionarse frente a los ayatolahs, también nos puso en el calendario feo…
Eso, además de los frecuentes papelones regionales, como la triste traición al Paraguay cuando el caso Lugo y simultánea entrada de Venezuela por la ventana al Narcosur. O el apoyo ciego brindado -a instancias de Brasil, degradando, en los últimos años al otrora respetado Itamaraty- al impresentable fantoche hondureño, Mel Zelaya, oportunamente expulsado del poder cuando quiso eternizarse…
Luego, intentando un inmerecido premio Nóbel para Mujica -felizmente esquivo- y a instancias de Susana Mangana, extraña politóloga vasca, autodenominada especialista en asuntos musulmanes y perejil periodístico, cuya influencia crece llamativamente , erigiéndose en asesora del MRREE en esos temas, Al –Magro decide darnos un baño de humanitarismo y traer familias sirias. No estábamos ni remotamente preparados, ni tampoco tomamos los cuidados o requerimos las informaciones necesarias al respecto.
Solo importaba impactar internacional y electoralmente -para lavar las culpas de clase media de ciertos votantes bobalicones- y a posteriori la demagogia de algunas murgas y cantorzuelos festejándolo. Todos zurdos…
Gran parte de los “simpáticos” sirios resultan inadaptados. Tentativas suicidas de una madre refugiada, (tras el asesinato ritual de su prometido en Siria) seguido de daños causados por un hijo suyo a una hermana por desobedecerle -interviniendo un conocido hospital público- más las declaraciones de otro emigrante porque le impidieron castigar a su esposa debido a la legislación uruguaya, ante lo cual éste dijo que "prefería ir a Europa" donde eso era "más fácil", así como algunas reyertas entre ciertos asilados, hacen desistir al gobierno de recibir otra tanda, excepto si fuesen "mujeres y niños".
¿Acaso la “Mujer Maravilla” Susana Mangana no interrogaría en árabe y filtraría a estos aspirantes en Beirut? ¿No estaban “contenidos”?
También alegramos a Obambi (aún no sabemos a cambio de qué), trayéndonos unos forzadamente mediáticos guantanameros. De estos, la mayoría recién ahora se saca la careta santurrona y falsamente trabajadora, impuesta por el payasesco PIT CNT, la numerosa prensa obsecuente -publicando hasta a qué hora orinan- y (casualidad…????) las mismas fuerzas de izquierda radical que hace años nos avergonzaban ante el mundo, alineándose con unos etarras cuya extradición a España intentaron impedir mediante violentas manifestaciones, aún suponiéndolos culpables.
Y ahora, lo de las “bombas truchas”!!!
Seamos realistas…! Un terrorista islámico cree ir cielo con mil vírgenes… Medir tiempos de reacción policiales y militares no le importará demasiado, a no ser tercerizando atentados con asociados locales (que no se inmolarían ni por ni por 50 réplicas de Angelina Jolie)
Al terrorismo musulmán le serviría gritar (como el tero…) acá, atentando lejos….
Ahora…, a ladrones muy sofisticados, sea de cofre forts, documentos valiosos u obras de arte, sí les sería muy útil medir tiempos de reacción., aunque sea para robar en Carrasco, Prado o algún peaje…
Internas entre el Mossad y el Shinbet por la seguridad o la ubicación de la nueva embajada? Igual, desde setiembre del 2000, estar en lugares concurridos no agrega mucha seguridad a ninguna representación diplomática. Para fanáticos, destruir un shopping, unos edificios y el WTC tanto da…
Claro, esto desfavorece la imagen angelical de Mujica, parcialmente montada por Almagro, desarmando parte de su trabajito. Importar el caos de Cercano Oriente al “pacífico” Uruguay no ayuda a San Pepe…
A Tabaré, alarmado ante este cuadro, tampoco…
Entendamos…Internacionalmente, una izquierda sin referentes precisaba inventar algo… La dictadura cubana cae a pedazos, Venezuela sucumbe ante la megalomanía y sicopatía de sus fraudulentos líderes, Ortega, además de corrupto, resultó violador de menores, Evo vomita disparates, Argentina es una cleptocracia criminal, y hasta la falsa imagen de Guevara se despedaza al revelarse la cotidiana crueldad de un fanático, inepto e intransigente asesino serial stalinista (además homófobo, en tiempos gay… ) Hasta Rigoberta Menchú resultó ser una vil estafadora inventada por la mujer de Regis Debray (otra mascarita!)….
En ese contexto, inventar a San Mujica, tarea localmente compartida entre Mohamed Al-Magro y el privilegiado publicista Juan Ángel Urruzola, fue un truco barato y
-momentáneamente- eficaz…
Un final decadente y con perversas danzas del vientre orientales -que no de los 33- ayuda poco… |
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Alberto Medina Méndez |
Intrincado trayecto pendiente
Deteriorada cultura del trabajo |
La lista de asignaturas no aprobadas por la sociedad es casi interminable. Para superarlas habrá que, primero identificarlas, para luego priorizarlas y finalmente, después de una dedicada, perseverante y metódica labor, obtener ciertos resultados relativamente aceptables.
En esa grilla, existe una tarea especialmente relevante y al mismo tiempo preocupante, que no tiene que ver con la economía, como habitualmente la hacen aparecer, sino con la justicia, la equidad y la convivencia ciudadana. Se trata de la soñada recuperación de la deteriorada cultura del trabajo.
Durante muchos años, de un modo lento pero sostenido, varias generaciones de ciudadanos fueron estimulados e incentivados a abandonar esa actividad vital, por decisiones políticas equivocadas, de neto corte populista y demagógico, propias de quienes usan el poder solo para perpetuarse en él y no para lograr verdaderas transformaciones positivas.
Se han desarrollado perversas estrategias para establecer una retorcida nómina de privilegios que mediante normas vigentes, eximen de esfuerzo a vastos sectores. Esto no sucedió por casualidad, ni por un mero error de percepción insignificante, sino como parte de un elaborado y premeditado plan tendiente a lograr que un conjunto de personas puedan ser sometidas al poderoso de turno, bajo las herramientas más clásicas del clientelismo.
Es bueno entender que esto no se ha conseguido a espaldas de la gente sino, muy por el contrario, con el explicito apoyo que implica la legitimación de esas resoluciones a través del voto de miles de electores que respaldaron no solo esas determinaciones puntuales, sino a cada una de las ideas que las alimentan.
Muchos se percataron de lo perjudicial que sería este esquema no solo en el corto plazo, sino una vez que transcurrieran los años y se naturalizaran como parte del paisaje. Otros, recién tomaron dimensión de lo que sucedía una vez que se hizo casi imposible revertir esa dinámica impuesta.
Hoy, buena parte de las personas lo visualiza con absoluta claridad. Un par de generaciones, al menos, no solo no tiene interés en trabajar y ganarse su sustento gracias a su esfuerzo personal, sino que además está convencida de que le corresponde ese derecho de exigir al resto de la ciudadanía que lo subsidie, que lo financie y le permita el acceso a todos los servicios disponibles.
Ellos entienden que pertenecen a un grupo social que no ha sido bendecido, y que su "mala suerte" debe ser compensada porque no han tenido acceso a la educación y a otras oportunidades. Este pérfido argumento, construido con dedicación por una clase política ruin, que casi no distingue partidos, parece haberse instalado como una verdad indiscutible.
Sin embargo, cada vez son más los individuos que ya no admiten esta regla de juego como incuestionable. Las crisis, las emergencias, las angustias ya no pueden explicar tantos años de continua inercia. Menos aun ilustrar el desproporcionado crecimiento de esta ola de subsidios, ayudas, programas y cuanto recurso retórico intente disfrazar lo que solo ha servido como un instrumento más de sometimiento político y de indignidad cívica.
Casi todos los seres humanos adultos están capacitados para ganarse su manutención. Pero además de poder hacerlo, mucho más importante es que tienen el deber moral de intentarlo por ellos mismos, por su dignidad, y porque es lo que corresponde en una comunidad civilizada.
El desgastado argumento de que se trata de desposeídos, inválidos, analfabetos e indigentes, que no tienen alternativa, no solo no es veraz, sino que diversas demostraciones empíricas lo refutan con contundencia.
Lo que no resulta razonable, a estas alturas, es seguir recorriendo el camino de la transferencia irrestricta de recursos desde quienes se sacrifican a diario hacia los que, mayoritariamente, pudiendo sostenerse por sí mismos, prefieren seguir recibiendo una infame asistencia, antes que esmerarse.
Claro que existen excepciones. Pero no menos cierto es que la sociedad civil puede dar testimonio de su eficiencia para mitigar con más talento que el Estado, inclusive evitando adicionalmente la presencia siempre tentadora de la corrupción que rodea a la administración de los dineros públicos.
Parece difícil emprender este sendero, pero es imperioso hacerlo cuanto antes. El daño ha sido enorme, y no solo desde lo económico sino, fundamentalmente, desde lo ético. Mucha gente sigue creyendo que tiene derecho a no trabajar y a recibir protección, contrariando las más esenciales leyes naturales. Siguen pensando que es una responsabilidad social de los que "pueden" trabajar amparar a los demás, como si fueran culpables de sus habilidades, de su voluntad de hacer, de crear y sacrificarse.
El camino que hay que desandar es tortuoso, sinuoso y complejo. No será sencillo conseguir que las reglas de juego vuelvan a ser las más elementales, esas que dicen que cada uno debe ganarse lo suyo para que sea factible entonces abandonar el actual saqueo institucional que implica quitarles una parte del fruto de su esfuerzo a los que trabajan a diario, para dárselos a otros, como si fuera su responsabilidad sustentar al resto.
Mas tarde o más temprano, por convicción o solo porque es inviable continuar con esta dinámica que propone el presente y su pretendida tendencia, habrá que iniciar el regreso hacia la equidad, la ética y el sentido común. Nadie dice que será fácil. Es bueno que se empiece a pensar en como hacer esto lo antes posible. Se trata del intrincado trayecto pendiente. |
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