Edición Nro. 2176 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 14 de agosto de 2020
 
 
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Michael S. Castleton
De lo absurdo a lo ridículo

La relación del Frente Amplio con el medio rural durante sus quince años de gobierno fue más absurda que otra cosa. La “izquierda” supo tener algún excelente Ministro de Ganadería que conocía su tema. Sin embargo las relaciones del medio rural con los sucesivos gobiernos frente-amplistas fue siempre más bien de sospechas y desconfianzas. Fueron quince años de desencuentros, de mutuo desinterés con periódicos ataques a los “latifundistas” y sus “cuatro por cuatro”.
En realidad, los conflictos entre ciudad y campaña no nacían de otra cosa que del supino desconocimiento de la enorme mayoría de los integrantes de los gobiernos de izquierda sobre la realidad del medio rural, y lo peor, quizás el silencio cobarde de los pocos integrantes de los gobiernos de izquierda que sí conocían la verdad de las cosas en el medio rural.
Es así que, con esa ignorancia que los caracterizaba, los gobiernos de izquierda promovieron un férreo control sobre las armas de fuego no solamente en las zonas urbanas sino también en la campaña.
Tan férreo ese control y un complicado, más bien Kafkiano sistema de registros ha llevado nuestra campaña a un estado de indefensión. No se nos permite ni comprar munición .22 o cartuchos .410 que son las armas de fuego por excelencia en uso en las zonas rurales.
Armas que son de uso puramente de uso laboral en un establecimiento de campo. La pequeña escopeta para ahuyentar algún carancho, matar algún loro que come la fruta de los frutales o cazar alguna perdiz para consumo. Las armas calibre .22, de mayor alcance solamente sirven para matar algún depredador, algún zorro o para ahuyentar nada más algún jabalí porque estos bichos se deben cazar de otra manera.
Así llegamos a la absolutamente ineficaz COTRYBA que se supone regula la tenencia responsable de perros en todo el territorio nacional.
 con las consecuencias esperables. Ahí sí todos pondrán el grito La Cotryba no hace nada pero tampoco deja que los productores se defiendan contra las jaurías semi salvajes que hoy asolan el medio rural. No faltará mucho para que no solamente terneros y lanares sean  las víctimas de estos animales hambrientos y peligrosos sino que es solamente cuestión de tiempo que un humano sea atacadoen el cielo.
Como sociedad debemos, necesitamos, darnos un baño de sinceridad con respecto a las perradas salvjes que hacen estragos todos los días en el medio rural, y hoy, ya en la periferia de la capital.
Ya en épocas de la colonia cada jefe de familia debía acreditar haber cazado al menos dos perros cimarrones cada mes o pagar una multa.
El actual Paso de las Duranas, hoy Millán entre el Miguelete y la Av. de Las Instrucciones no se podía transitar en algún período debido a las feroces jaurías de caninos que atacaban al que pasara.
A fines del siglo XIX se debieron exterminar 30.000 perros cimarrones por el peligro que representaban esos bichos tanto a capital como a cristianos.
O sea, controlar perradas salvajes no es nada nuevo en nuestro país.
Hoy por legislación ignorante y un lobby pro-perros hiper activo y poco realista se ha dejado a la campaña a la deriva frente a las jaurías de perros salvajes.
La gran mayoría de los mortales entre quien definitivamente se encuentra el que escribe amamos nuestros perros. Por esto los cuidamos y los controlamos.
Lo que no podemos es seguir con la situación actual que un día sí y otro también perradas irresponsablemente abandonados atacan animales productivos, no solamente ovejas sino también vacunos, haciendo estragos. En algunos casos llevando a pequeños productores a la quiebra y obligando a otros a dejar la cría de lanares, parte intrínseca de nuestra producción agropecuaria.
En definitiva la elección en el fondo es entre nosotros o los cánidos salvajes. Los puebleros difícilmente entiendan esto pero es la realidad. Los perros fueron domesticados hace cientos de miles de años. Es absurdo que hoy haya tanta gente perjudicada por perros que en buena medida han perdido todo grado de domesticación.
El ser humano, bien mal o regular, es el animal alfa de la naturaleza y si hemos de subsistir debemos seguirlo siendo.
Las perradas salvajes atacan y horadan esa estratificación natural gestada durante miles de años. Es tiempo de enfrentarlas.
Debemos dejarles a los habitantes de nuestra campaña defenderse y defender su capital.
La situación actual con respecto a los perros salvajes es absurda y absolutamente insostenible.




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