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Rehenes del Comunismo |
Todos los días nos despertamos siendo rehenes de algún accionar de los sindicatos comunistas. Nos limitan nuestros derechos para movernos libremente; nos retacean el uso de los servicios públicos pagos con nuestros impuestos, y le tuercen el brazo al gobierno nacional, en picada su aceptación popular debido a la crisis de autoridad que padece y exhibe el Poder Ejecutivo, concretamente el Presidente de la República.
Prostituido el decreto de esencialidad, impracticable hoy su aplicación por un desacierto atolondrado de Vázquez, el sindicato de profesores (Fenapes) avasalló ahora a las autoridades de Secundaria, obligándolas a retroceder en su decisión de que los profesores elijan sus horas por dos años.
A degüello, y contra el orden institucional, ocuparon un liceo bajo la mirada pasiva y cómplice de las autoridades de la enseñanza, más preocupadas en mantener aceitados los tornillos del sillón, que de encarar de una vez la reclamada reforma educativa en los diferentes niveles de la enseñanza pública.
En este atroz y descomedido alzamiento de los sindicatos, hoy nos enteramos que el de la Salud ocupará el Pereira Rosell y el Instituto Nacional del Cáncer, obviando que todos los centros hospitalarios del país se caen a pedazos.
Concluimos que el sindicalismo, hilando a fondo, es un hábil practicante de la cultura del simulacro.
La huelga en sí, es vil maniobra. La huelga, como se entendió en sus orígenes, ha muerto. Ya no existe, porque ya no existe el movimiento obrero, ideal de transformación social, y mucho menos conquista de la democracia, descomunal parodia que responde a los perimidos imperativos del partido comunista.
Jorge Azar Gómez

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