Fue lo que reclamó el Relacionista público y hotelero Josacho Sasson – de la coqueta hostería Fortín de Santa Rosa – durante la Reunión Abierta de la CAMTUR realizada en Atlántida.
La amplitud de los términos “diversión” y “cultura” puede generar diversas interpretaciones. La rotunda afirmación tuvo la virtud sacudir la reunión y llamar a la reflexión. La cultura podría, en algunos casos, no ser diversión pura, pero lleva a afirmar que la cultura no tiene porqué ser solemne y caer en el error de sacralizarla. Y esto pasa en muchas ocasiones, por ejemplo con los museos y edificios de nuestro patrimonio que, en manos del Estado, permanecen anquilosados y sin atraer un público que justifique su existencia, más allá de atender a la conservación del patrimonio.
Para ser políticamente correctos diremos que esto no es nada nuevo y no ha cambiado con las últimas administraciones.
En el mundo, los museos cumplen muchas misiones, entre ellas, la de atraer turismo, y son después de los parques temáticos los que más visitantes reciben.
Para ello viven en constantes y profundas renovaciones, realizan exposiciones con gran criterio innovador, provocativos en algunos casos y siempre cuidadosamente planificadas para atraer multitudes. Actualmente lo hacen, por ejemplo, el Grand Palais de París con la exposición “Picassomanía” y la Gemalde Gallerie de Berlín con la muestra “The Botticelli Renaissance”.
También se ofrecen nuevos servicios tal como lo ha anunciado el Palacio de Versalles con la incorporación de un Hotel, lo que podría horrorizar a muchos.
Esto no es nuevo y un gran ejemplo lo dio Paradores de España ofreciendo servicios de hotelería y restauración en palacios, monasterios, fortalezas y hostales con varios siglos de historia. Tan es así que hoy los museos compiten también en tener la mejor oferta gastronómica, tal el caos de Bistró, el restaurante de alta cocina que funciona en el Guggenheim de Bilbao.
Si tomamos estos ejemplos españoles, no es de extrañar que el Centro Cultural de España de Montevideo sea una de las instituciones que mayor flujo de visitantes concita y más interesantes propuestas genera.
Ante la discusión sobre la continuidad del proyectado Museo del Tiempo, cabe preguntarse si, aunque éste pueda ser muy interesante, si no tenemos ya muchos y lo necesario es mejorar los que tenemos.
Bienvenido entonces el reclamo del Sr. Sasson, y ojalá tenga el eco que requieren nuestra cultura y nuestro turismo. Que nadie se sienta indiferente.
Damián Argul

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