- Scioli se erige en candidato “chatarra” para Uruguay. Mientras los Kirchner sigan en el poder, las relaciones seguirán siendo calamitosas. Que estas líneas queden como documento, para que, en caso de que Scioli sea electo presidente, en un tiempo puedan ser leídas con la realidad de dos gobiernos, cuyas relaciones tuvieron como referencia las coimas, los sobreprecios y la corrupción.
En estos días, con sorpresa y estupor, cuando se vio al candidato kirchnerista llegar y abrazar al presidente Vázquez, se revivió una vieja película, cuyo primer protagonista fue Néstor Kirchner, el mismo que durante el gobierno del Dr. Jorge Batlle cruzó el charco para abrazar al Dr. Tabaré Vázquez; le dio su apoyo y proclamó en aquel entonces a los cuatro vientos que las relaciones entre ambos países, serían fraternales en lo político y en lo ideológico.
En cada uno de los dos gobiernos frenteamplistas las relaciones comenzaron a ser melosamente fraternales, pero -siempre hay un pero con el gobierno argentino- la miel se fue convirtiendo en vinagre, en tanto las aguas del Río de la Plata se fueron abriendo desde las grietas del pasado, para acentuar la mayor divergencia, la mayor separación entre los dos países.
Durante el primer gobierno de Vázquez, la administración del entonces presidente Kirchner tradujo que, por haber enviado a siete mil uruguayos en las elecciones para votar al Frente Amplio, conservaba autoridad para manejar nuestra política exterior.
Todo armonía, hasta que vieron que Vázquez apoyaba la instalación de la planta de celulosa y les sacaba a ellos el pan de la boca; pan que ellos tuvieron en sus manos. Por ser desmesurados en el pedido de coimas a los finlandeses, perdieron su oportunidad, que muy bien aprovechó Uruguay.
Desde ese momento, trasladaron el problema al medioambiente y a su protección. Todos se volvieron ecologistas, olvidándose del apoyo que Busti, Urribarri y Kirchner le dieron a la instalación de Botnia en Rio Negro.
Cuando en marzo de 2006 el presidente Vázquez apoyó y acompañó el proyecto Botnia, Argentina comenzó a protestar por la instalación de la “pastera” en Uruguay. Desde esa fecha, invariablemente, enfoques, editorialistas y colaboradores coincidieron en afirmar y ratificar que el conflicto no se solucionaba mientras esos dos presidentes estuvieran al frente de sus respectivos gobiernos. Los analistas de entonces estudiaban el conflicto, sin poner dentro del “paquete” lo que se había perdido por las groseras exigencias de Busti, Urribarri y Kirchner, las cuales constituyeron razón y causa del enfrentamiento.
La historia volvió a repetirse en el gobierno de Mujica. Otra vez, la coima, alejó entre sí a los gobiernos.
A título de anécdota, cabe recordar que cuando el presidente uruguayo, exultante, firmó el autodenominado "acuerdo histórico" con la mandataria argentina, desde esta tribuna editorial expresamos que no se iban a ver los resultados, y que el convenio no pasaría de ser un “acuerdo de historieta”.
Mujica viajaba, la presidenta venía, el canciller Timerman se reunía con integrantes del gabinete, en tanto Almagro, cerebro de la “operación rodilla”, aplaudía y reía con una sumisión tal que se asemejaba a un alcahuete asalariado. Se constituían comisiones para estudiar los avances del "acuerdo" entre los presidentes.
Paralelamente, Argentina nos denunciaba en el G20; interpuso trabas en el comercio exterior del Uruguay, en perjuicio directo de nuestras importaciones y exportaciones, en tanto la población asistía, incrédula, al tratamiento más chabacano y grosero de parte del poder político arrabalero porteño.
A propósito, se ignoraba que Uruguay le hizo caer el negociado del dragado del Canal de Martín García al denunciar un “intento” (llamémoslo así) de soborno para aceptar un mayor precio en la continuidad del actual dragado y un precio a acordar en la licitación de la profundización del Canal, sobreprecio que igual se aceptó sin que haya podido saberse, después que se retiró el Embajador Bustillo..., en qué bolsillo aterrizó el millón de dólares que estaba en la elegante mesa del salón del Jockey Club Argentino. Porque que estuvo, estuvo.
El tema es que, a partir del momento en que salieron a luz las versiones desmentidas y luego confirmadas, comenzaron las represalias contra Uruguay. Las relaciones se agriaron. Tal como en su oportunidad le sucedió al Dr. Vázquez, lo propio le sucedió al presidente Mujica, es decir, que mientras él y la Señora de Kirchner estuvieron en el gobierno, no se concretó la profundización del Canal de Martín García.
Instalando un GPS en este editorial, escuchemos el “recalculando” de la española que nos guía en el aparatito. Comencemos a leer que donde dice Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, Busti, Urribarri, agréguele Scioli. ¿Por qué tiene que ser diferente?
¿Por qué Scioli, blindado por el equipo corrupto de CFK, va a actuar diferente?
Scioli, un viejo conocido de los presidentes argentinos, ministro de Menem, vicepresidente de Kirchner, amigo de Aníbal Fernández, compañero de Duhalde, dice que es peronista. En su momento, apoyó el gobierno militar como única salida para derrotar a los montoneros que los Kirchner apoyaban. Ahora anuncia justo, desde Uruguay, ante la atónita mirada de Vázquez, que Urribarri, uno de los peores enemigos que tuvo Vázquez durante su primer gobierno, será su ministro del Interior, o sea su mano derecha… Justo la que faltaba.
Este hecho debe ser leído entrelíneas por el gobierno uruguayo. Scioli le hizo saber a Vázquez que los Kirchner no se van del poder en Argentina. Seguirán siendo los dueños, y a Scioli le dejarán el mantenimiento y la administración de la Casa Rosada, tal como a Vázquez le han dejado la Torre Ejecutiva.
Scioli se erige en candidato “chatarra” para Uruguay. Mientras los Kirchner sigan en el poder, las relaciones seguirán siendo calamitosas.
Que estas líneas queden como documento, para que, en caso de que Scioli sea electo presidente, en un tiempo puedan ser leídas con la realidad de dos gobiernos, cuyas relaciones tuvieron como referencia las coimas, los sobreprecios y la corrupción.
Jorge Azar Gómez

|