Hoy día la inversión inmobiliaria argentina en Miami crece en sentido inverso a la misma en Punta del Este.
Si bien no somos especialistas en política y menos en economía, nos tomamos el atrevimiento de atribuir en esto cierta responsabilidad a los gobiernos K, sorprendiendo que les preocupen más las inversiones en un rincón de la “Patria Grande” que en el refugio de los “fondos buitres”.
Si a esto le agregamos los tristemente recordados “cierre de puentes” quedan patentes los ataques del Gobierno K a nuestro turismo.
Pero una prédica constante contra quienes vacacionan en Punta del Este es para nosotros tanto más grave que lo anterior.
Más de una vez escuchamos a la presidenta argentina descalificar a quienes visitan nuestra ciudad resort. Prédica que además es reforzada por funcionarios y medios de prensa afines al gobierno.
“No siento culpa de venir a Punta del Este”, declaró hace unos meses, al diario El País, Santiago Montoya, dirigente kirchnerista de primera línea. Una excepción que, sin duda, confirma la regla.
Esto es muy grave para un lugar de vacaciones que no poca gente frecuenta para “ver y ser vistos” y que buscar ampliar su círculo de relaciones. Pasa esto en muchos centros vacacionales del mundo.
De hecho se comenta que esta prédica ha hecho crecer otros destinos como Mar de las Pampas, en Argentina, y algunas exclusivas islas de las Bahamas, sin hablar de la ya mencionada Miami.
Si bien creemos en la más amplia libertad para los viajes, se debe lograr que el espíritu mercosuriano y la proclamada “hermandad rioplatense” limiten toda restricción al tráfico turístico entre nuestros países, tráfico al que Uruguay también hace importantes aportes en calidad y cantidad, algo que debemos subrayar enfáticamente.
Y ya que el tango es patrimonio rioplatense, recordamos que “se precisan dos para bailarlo”.
Por eso, los uruguayos, tenemos que llevar una política cuidadosa e inteligente con la Argentina.
Para ello mucho confiamos en el rol que desempeñe nuestro Embajador, el Dr. Héctor Lescano, que a su habilidad política y don de gentes, suma la experiencia adquirida como Ministro de Turismo, cuando le tocó sufrir el lamentable corte de puentes.
Pero lo que nos permite ser más optimistas es el perfil de los presidenciables argentinos, que, sin duda, darán un giro muy favorable a las relaciones bilaterales con Uruguay.
Damián Argul

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