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Fiera peluda |
Obviamente que tiene que ser muy "íntimo" el respeto declarado hace pocos días y públicamente en Buenos Aires por el ex presidente Mujica hacia Cristina Fernández, mandataria que renegó de las relaciones fraternales entre Argentina y Uruguay durante todo su período de gobierno, al igual que lo hizo Kirchner, presidente de triste e infeliz recuerdo y memoria para los orientales.
"Araña mala" para Mujica, que en más de una oportunidad lo sacó de sus casillas. "Araña peluda", "fiera peluda", hubiese sentenciado María Luisa González Soria.
Transformado por algunas horas en libro de cabecera, (lleva con detenimiento un par de noches), "Una oveja negra al poder" desnuda en confesiones e intimidades a José Mujica; recoge con acierto la admiración mundial por el ex presidente, y hace partícipe al lector de aquellos pequeños y grandes detalles que, sumados, engrandecen su imagen proyectando un haz de luz hacia todo el universo, desde este reducido e insignificante triángulo geográfico que en un globo terráqueo ocupa el Uruguay.
La "araña mala" se dejó cautivar, y lo cautivó a Mujica, en sus primeros días de gobernante. Lo apoyó y halagó, con sensualidad manifiesta, envolviéndolo en una telaraña de adulaciones y mentiras. El Pepe libó el almíbar. Chupó el zumo de hojas heliotrópicas.
Atrás quedaban (creyó) el sermón y el rezongo magno de Cristina Fernández a Tabaré Vázquez, delante de los mandatarios del continente.
Se presumía un romance de barrio, que los meses siguientes confirmaron que no cristalizó. Todo terminó en un estridente alejamiento, y la "Oveja Negra" debió enfrentar durante su mandato a la "araña mala", a la "fiera peluda".
"Esa vieja es peor que el tuerto", y otros epítetos por el estilo: "no te banco una más", y "me tenés podrido", definen el punto final de la turbulenta relación.
Días antes de ser electo presidente, sus obsesiones consistían en una nueva universidad pública en el interior; en mejorar la infraestructura del país (trenes, puertos y carreteras), y en reducir los privilegios excesivos de los funcionarios públicos.
Naufragó sin chances, todo se desvaneció. Ni nueva universidad pública, ni una UTU en el interior, y al diablo sus buenas intenciones de recuperar el Ferrocarril, de destrabar el puerto de Montevideo (hoy acogotado por la Argentina), y a la vista está el desastre mayúsculo de las carreteras.
Algunos párrafos adicionales para destacar en el libro de los periodistas Danza y Tulbovitz, el que refiere, en la página 254, a la situación educativa del Uruguay.
“…no le podemos echar la culpa de todo a la prensa. Acá hay un problema gremial y hay que hacer pelota a eso. Hay que juntarse (dice Mujica) y hacer mierda a esos gremios, no queda otra. Ojalá logremos sacarlos del camino”.
En más de una ocasión, quien firma al pie, hizo público que el deterioro paulatino de la educación tuvo origen en los años 60, cuando la conducción política del país, en esos tiempos repartida entre blancos y colorados, azuzó y estimuló las primeras revueltas docentes.
A vuelo de pájaro, entonces jamás se sabía, ni en Primaria, ni en Secundaria, ni en UTU, -tampoco en la Universidad de la República-, ni en las otrora Cajas de Jubilaciones, la fecha de cobro de los estipendios mensuales y pasividades. Este simple, aunque no “tan simple detalle”, suscitó que profesores y maestros bajasen al llano y conformasen las gremiales docentes combativas, con toda prioridad en Enseñanza Secundaria.
Adiós colectivamente al traje y la corbata, y descenso, escalón por escalón, al mundo obrero estudiantil. La maestra, dejó de ser la segunda madre.
Mate y termo sustituyeron el portafolio sobre los escritorios docentes; florecieron las barbas y las chuzas, y se ensayaron las primeras marchas callejeras que mezclaron la Biblia con el calefón.
Reivindicaciones estudiantiles se acollararon a las demandas de maestros, profesores y jubilados para cobrar en fecha, habida cuenta de atrasos imperdonables que dilataban los pagos, quince, veinte y hasta más días de mes vencido.
Los años entronizaron a esos gremios en la conducción de los organismos de enseñanza, y hoy, encaramados en el pretexto de una sancochada autonomía, funcionan como un impedimento para cualquier cambio.
Según Mujica, (El Observador, 16 de agosto de 2012) los principales obstáculos para reformar la enseñanza, como prometió el 1º de marzo de 2010 cuando asumió la Presidencia ante la Asamblea General, fueron la estructura de la educación pública, las autonomías que otorga la Constitución, y sobre todo la actitud opositora de los sindicatos a los cambios educativos.
Muchas “arañas malas” en el horizonte inmediato de Tabaré Vázquez.
Buenos propósitos, muy parecidos a los que tuvo cuando accedió a la primera presidencia. Los años lo desgastaron, pero le alcanzó y sobró para el regreso triunfal.
Toda una “fiera peluda”.
Ricardo Garzón |
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