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Ricardo Puglia |
La Ilusión continua Intacta |
Con la frescura de la renovación, Por La Positiva ha sido el camino recorrido desde las internas hasta el balotaje. El Dr. Luis Lacalle Pou protagonizó una de las campañas más trascendentes del Partido Nacional en el siglo XXI y si bien el resultado fue adverso, nos enorgullece el esfuerzo, la ganas, la juventud, su amor por la Patria y su gente.
La positiva es una forma de ver el país con esperanzas de cambios positivos ante los problemas nacionales del diario vivir y promover desde el Parlamento, y desde la militancia, el liderazgo ganado por la acción de miles de horas de sacrificio junto a un excelente equipo de trabajo apto para ayudar a construir un País mejor.
Seremos los fieles de la balanza, testigos de la nación, para indicar en el camino del bienestar nacional cuando los proyectos de ley, y las acciones de gobierno se desvíen del sentir nacional y nuestra tradición histórica y marcar desde la posición nacionalista los posibles peligros y recomendaciones a los que hoy detentan el poder.
La unidad partidaria tendrá que ser real a través de todos los militantes, dirigentes y parlamentarios nacionalistas. Luis Lacalle Pou ha logrado alcanzar un punto de inflexión por el cual el Partido Nacional transita por una nueva etapa de renovación junto con la juventud y con el gran desafío de controlar a un gobierno que tendrá todos los poderes constitucionales para desarrollar la tarea de gobernar para todos los uruguayos.
La agenda de gobierno elaborada por el equipo nacionalista sigue intacta y vigente y es a ella que el Directorio del Partido Nacional tendrá que ceñirse sin perjuicio de los cambios que el tiempo irá señalando y evolucionando.
El Directorio será el gran protagonista dado que allí está representado todo el universo nacionalista con sus matices.
“Los resultados en nuestra colectividad se acatan, se respetan y se defienden. Mucho se peleó, muchos dejaron su sangre, sus vidas y su tiempo. Por esta causa no somos partidarios de que a veces la mayoría se equivoca. Las mayorías dicen y los dirigentes políticos acatan, es lo único que hay que hacer”, afirmó”, Lacalle Pou.
La necesidad de integrarse a los sindicatos, organizaciones sociales y la formación de cuadros de pensamiento más social es prioritaria.
De a poco habrá que ir pensando en abrir en los barrios de Montevideo y en todo el país durante 2015, “Unidades Nacionalistas Sociales” que convivan con las gentes del lugar, solidarizándose con sus problemas, asesorándoles en sus derechos y obligaciones y transmitiendo soluciones factibles junto a la realización de trabajos comunitarios. Habrá que analizar de donde pueden obtenerse los recursos tan necesarios para este desarrollo inclusivo y participativo no descartándose el financiamiento de fundaciones internacionales.
Hay mucho trabajo por hacer en los próximos cinco años y cuanto antes se comience mejor será para que en el 2019 la gente opte por quien más los acompañó y luchó por ellos.
Habrá que diseñar una matriz de trabajo en la que se incorporen todos los temas que afectan a la trama social, en especial a revitalizar los valores éticos y morales a través de un profundo cambio en la enseñanza, especialmente en los cientos de asentamientos de todo el país donde la cultura está llamada a ser protagonista.
Ahora viene Mayo, “A por ellas”.



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Alberto Medina Méndez |
Están acorralados |
Casi sin querer, la política fue girando progresivamente, fue mutando lentamente, y por esas vueltas que plantea lo electoral, casi todos los candidatos deberán responder a la agenda que propone la sociedad.
La inseguridad, la inflación y el empleo, lideran en la Argentina las preocupaciones de la gente. Más allá del autismo de la cúpula gobernante que ha optado por negar la realidad, minimizar indicadores y construir un relato que tiene cada vez menos adeptos, lo cierto es que todo se hace demasiado evidente y ya son pocos los que se animan a desmentir lo que está a la vista.
Frente al inminente proceso electoral, los postulantes buscan diferentes formas de aproximarse de un modo elegante a esa lista de asuntos que la comunidad plantea como la de los grandes desafíos por enfrentar.
Los más opositores, desde la comodidad que implica esa posición, critican a mansalva a los que gobiernan por su inacción, por sus persistentes medidas inadecuadas y hasta por sus torpezas indisimulables.
Desde el oficialismo eligen un sendero claramente más zigzagueante, mucho menos lineal, pero no por ello menos encaminado hacia idéntico norte. Eso implica, muchas veces, mentir lo suficiente como para no desdecir demasiado al esforzado relato. Pero es tarde, ya todos saben que es imprescindible apelar a ese discurso para no quedar fuera del juego.
En algún punto, la gente ha logrado instalar la nómina de temas a discutir. Las preocupaciones de todos ya están en el centro de la escena, y aunque no les guste demasiado, los dirigentes políticos son conscientes de que deberán decir algo al respecto y hasta tendrán que proponer estrategias para resolverlos, proponiendo algunas ideas puntuales que sean atractivas electoralmente y puedan percibirse como operativamente viables.
Tal vez por azar, probablemente con algún merito de los ciudadanos y hasta parcialmente gracias a algunos periodistas y medios de comunicación, lo concreto es que la política ha quedado virtualmente acorralada. Tendrá que ocuparse irremediablemente de estos asuntos, al menos desde lo retórico.
Todos saben que se recorre un camino casi inexorable. Que lo que hoy transcurre tiene fecha de vencimiento y que el actual estilo imperante se modificará muy pronto, aunque sea parcialmente.
No solo está agotado un gobierno y un modelo, sino fundamentalmente una forma de hacer y decir. La sociedad ya ha puesto un punto final. Y el síntoma más evidente que confirma esta visión es el que aporta el mismísimo partido gobernante que ni siquiera ha podido instalar un "delfín propio", alguien desde el riñón del oficialismo, pese a sus numerosos intentos y variantes. Hoy no figura en la grilla alguien que garantice una posibilidad de continuidad de modos, formas y mucho menos de contenido.
Ya han perdido la batalla más importante. El futuro no será una extensión del presente, sino en todo caso un nuevo rumbo de mayor o menor magnitud según los matices que los comicios expresen.
Esa situación de encerrona circunstancial que enfrenta la política contemporánea, casual y no planificada, es una gran oportunidad pero no constituye, de ningún modo, una certeza de cara al porvenir.
La sociedad toda esta invitada a decidir acerca de lo que viene. Puede aprovechar esta ocasión que se le presenta apretando el acelerador y haciendo que esa coyuntura le resulte funcional, o bien puede dejar pasar como tantas otras veces, esta magnífica chance sin pena ni gloria.
Se ha llegado hasta aquí cometiendo errores, seleccionando mal, optando por alternativas que no fueron las mejores y que hicieron que se desperdiciaran años de viento a favor, dilapidando una ocasión que difícilmente se repita con tantas características favorables.
Pero si no se actúa en consecuencia, con inteligencia y empujando a la clase política a responder a las demandas explicitadas, podría repetirse el error, y hasta profundizar la pésima situación en esos asuntos ya que la pasividad o las decisiones desacertadas no mejorarían en nada la actualidad.
Falta poco para que empiecen las campañas políticas. La sociedad no puede relajarse demasiado y mucho menos distraerse. Pero debe asumir que lo que suceda de aquí en adelante depende, en buena medida, de su accionar.
Si apura el trámite, si se ocupa de que los temas no desaparezcan de la agenda que tanto costo construir e instalar, existe una chance concreta de ganar la pulseada, para que la política haga su parte y pueda dar el primer paso en la discusión previa, en el debate mediático y hasta tenga que comprometerse a aportar soluciones en estos temas que tanto preocupan.
La paridad en las encuestas, ayudan y mucho. La necesidad de ganar, o de al menos calificar para una segunda vuelta, obligará a los candidatos a tratar de establecer diferencias que le den ese plus electoral. También será tarea de los ciudadanos asegurarse que cumplan sus promesas. Lo cierto es que hoy están acorralados y que ahora todo depende de la sociedad.

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