Edición Nro. 2275 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 2 de septiembre de 2022
NULL
 
 
Inicio Contáctenos Ediciones_anteriores Agregar_a_Favoritos
VERSION PARA MOVILES
Todas_las Secciones AVIACIÓN_COMERCIAL_Y_TURISMO INFORME_ESPECIAL PLUMAS_ILUSTRADAS MÁS_ALLÁ_DEL_RÍO_DE_LA_PLATA_-_ENFOQUES_COMPARTIDOS
INFORME ESPECIAL f
Lo que siempre quisiste preguntarle a una azafata
  • ¿La tripulación se asusta alguna vez durante los vuelos? ¿Hay un código secreto entre el personal de abordo? ¿Cómo sobrevivir a un vuelo con mi hijo pequeño? Una profesional con 20 años de experiencia responde
  • ¿Uno de los grandes malentendidos del trabajo? Que es glamuroso. “Una noche puedo estar sentada junto al mar, bebiendo prosecco con marisco fresco, y la siguiente puedo estar comiendo un sándwich de hace cuatro días en la cocinita”. 

Por Kristie Koerbel. Puesto que soy una auxiliar de vuelo que lleva 20 años en activo, es fácil dar por sentado mis conocimientos sobre los viajes, los consejitos y trucos que hacen que el viaje sea más llevadero.
No obstante, después de ver que tantos pasajeros se perdieron eventos importantes este verano debido a las cancelaciones y los retrasos de las aerolíneas, supe que tenía que empezar a compartir esos conocimientos. El mes pasado, ofrecí nueve consejos para sobrevivir a los viajes de la actualidad, y me sorprendió la respuesta positiva y los miles de comentarios de los lectores.
Tras la publicación del artículo, invité a los lectores a hacer más preguntas y recibí cientos de ellas. Sé que, para algunos de ustedes, mi trabajo es extraño y misterioso. Fue divertido enterarme de lo que se preguntan, desde cómo nos vemos tan frescos después de vuelos muy largos (la iluminación tenue) hasta si debes beber el café del avión (yo no lo hago, pero la mayoría de mis colegas sí).

Preguntas con respuestas
A continuación, presento mis respuestas a una selección de sus preguntas, algunas de las cuales fueron editadas ligeramente por motivos de longitud y claridad. Espero que las disfruten.

¿Qué sucede si un pasajero dice que no desea sentarse en el asiento de salida de emergencia?
Pues bien, queremos que lo expresen. Quienes se sientan en esa fila tienen una tarea muy importante y tenemos que poder confiar en las personas que se sientan ahí. Nosotros les preguntamos a todos los pasajeros de la fila si están dispuestos a colaborar en caso de evacuación y si tienen la capacidad para hacerlo, y es perfectamente comprensible que no estén dispuestos. No pasa nada malo; pueden cambiarse a cualquier otro asiento libre o le pedimos a alguien que cambie de asiento con ustedes. Siempre hay alguien que prefiere la salida de emergencia a fin de tener más espacio para las piernas.

 ¿Qué te gustaría que todos los pasajeros hicieran en un avión para facilitar el trabajo?
Reconocernos como personas y no tratarnos como si fuéramos parte del mobiliario de la aeronave es un gran avance. Es muy desalentador darles la bienvenida a las personas a bordo y que nos ignoren sin responder. Que sonrían y pidan las cosas por favor o que den las gracias siempre nos levanta el ánimo. Es difícil mantener esa sonrisa perfecta de azafata cuando todo el mundo nos mira mal.

¿Qué cosas hacen los pasajeros que los vuelven locos?
No hay que tocar a los auxiliares de vuelo. Es un tema de sentido común, pero de alguna manera no lo entienden. No nos gusta que nos piquen con los dedos, que nos toquen o nos agarren.
La falta de educación en el uso de audífonos me vuelve loca. No hay nada más molesto que intentar hablar con alguien que me está mirando a los ojos, y que no le importe lo suficiente como para poner en pausa su película o quitarse los audífonos. Lo curioso es que por lo general les estoy preguntando qué desean beber o comer. Tengo la cortesía de preguntarles tres veces. Si no obtengo respuesta, avanzo al siguiente pasajero. Esto es lo peor: unas tres filas más tarde, esa misma persona hace sonar su botón de llamada y pregunta por qué no le dimos una bebida.

Si vuelas cuando no estás trabajando, ¿les haces saber a tus colegas? ¿Hay un apretón de manos o un código secreto? ¿Te dan un trato especial?
Sí. No hay un apretón de manos secreto, simplemente saludamos y decimos dónde estamos sentados. No recibimos un trato especial, aparte de que quizá hagamos un nuevo amigo o nos den una lata entera de refresco. Por cortesía, avisamos a la tripulación en caso de que haya una emergencia a bordo, para que sepan a dónde dirigirse si necesitan una mano extra.

¿Tienes algún consejo de experta para los padres que vuelan con niños pequeños? Sí, soy madre soltera y me aterra cada vez que tengo que tomar un vuelo con mi hijo de casi dos años.
En primer lugar, y lo más importante: tu hijo va a sentir tus nervios. Si estás estresada, él estará estresado. Haz que el vuelo sea lo más emocionante posible para los niños con antelación. Ponles ropa nueva especial para el avión, o compra un libro nuevo o una caja de lápices de colores. Deja que usen las pantallas todo el tiempo que quieran. Descarga y vean películas o series nuevas. Practiquen el uso de los audífonos antes del vuelo para que sepan cómo funcionan. Déjalos que lleven su propio “equipaje de mano”, con actividades nuevas para el avión. Dales permiso de comer o beber algo que no siempre se les permite, como una galleta, papitas o un refresco pequeño. No siempre tenemos, pero puedes pedirle a la tripulación unas alitas de plástico y avisarnos si es su primer vuelo.

Algo más: seis estrategias para enfrentar el berrinche de un niño en un avión
Lleva el equipaje de mano lo más ligero posible y documenta el resto. Empaca algunos pañales, una muda de ropa, algunos tentempiés y cualquier medicamento que necesites. También nos gusta cuando llevan sillas para el auto. Sé que pesan y son difíciles de transportar, pero la mayoría de las veces los niños pequeños se sienten más cómodos porque es algo que ya conocen y los eleva en el asiento para poder mirar por la ventana. Nos gustan porque son más seguras. Por último, no está de más dejar que agoten su energía en el aeropuerto antes del vuelo.

Desde que perdí amigos en los aviones del 11 de septiembre me aterra volar. Las turbulencias y el comportamiento de otros pasajeros no ayudan. ¿Qué sugerirías para calmar mis nervios?
No hay nada que pueda decir para calmar tus nervios después de haber perdido amigos ese día. Todos perdimos algo, pero para ti fue algo personal. Es mucho más profundo que un miedo irracional a volar. Todos tenemos ansiedad por volar, aunque no tengamos miedo de verdad. No estás solo.
Los demás pasajeros pueden sumarse a todo eso, pero, en su mayor parte, si te ocupas de tus propios asuntos, los demás no deberían molestarte. Las dificultades legítimas con los pasajeros son realmente escasas. A mí tampoco me gusta volar como pasajera; estar rodeada de gente en mi día libre me provoca una leve ansiedad. Así que te entiendo. Cuando viajo como pasajera, he empezado a llevar auriculares con cancelación de ruido y mi tableta cargada de películas o programas. Empiezo a ver algo en cuanto me siento y hago como si estuviera en el salón de mi casa. Enseguida estoy absorta en mi programa.
Si estás sentado junto a alguien que te causa ansiedad, existe la posibilidad de que un tripulante te cambie de sitio si el vuelo no está lleno. También es perfectamente razonable preguntar a un agente de la puerta de embarque si puedes sentarte junto a una ventana o un pasillo antes de embarcar. Un vaso de vino también puede ayudar a relajarse y disfrutar del vuelo.

Me maravilla que hayas elegido estar en un avión para ganarte la vida. ¿Alguna vez tienes miedo?
No, no suelo tener miedo. Pero de vez en cuando algo me sobresalta. Conozco todos los sonidos y sensaciones de mi avión, y cuando oigo algo que no está bien me pongo nerviosa. Si es necesario, llamo a los pilotos y les comunico lo que he oído, y ellos lo comprueban.
Siempre prefiero volar que manejar. Conducir para ir y volver del trabajo es la parte más aterradora de mi semana. Me gusta estar en el cielo mirando hacia abajo. ¡El mundo parece tan tranquilo desde arriba! La ventana de mi oficina es un agradable respiro de un mundo loco de tráfico y caos. Intenta pensar en eso. Parte de nuestro miedo a volar es la falta de control: tenemos que depositar nuestra confianza en dos personas que no conocemos ni podemos ver. Han pasado por mucho entrenamiento para ganarse esa responsabilidad. Lo damos por sentado, pero volar es realmente una maravilla. Intenta ignorar lo demás y disfruta de poder viajar a algún lugar en unas pocas horas, en comparación con las semanas o meses que habrían tardado nuestros antepasados.

¿Cuál es el principal malentendido sobre tu trabajo?
Que nuestro trabajo en el avión está relacionado con el servicio al cliente. En realidad, estamos ahí por seguridad. Antes de la Segunda Guerra Mundial, las azafatas eran enfermeras tituladas. El requisito de ser enfermera terminó durante la guerra porque las enfermeras dejaron de volar para unirse a las acciones bélicas. Ahora nos dan una capacitación intensiva para aprender a usar todo el equipo de seguridad a bordo y saber dónde se ubica en cada aeronave. Nos capacitan en habilidades básicas de primeros auxilios, como la resucitación cardiopulmonar. Aprendemos a evacuar una aeronave en 90 segundos o menos en caso de un aterrizaje de emergencia o un amarizaje. También aprendemos a combatir incendios, a tratar las amenazas a la seguridad y a pasajeros indisciplinados.

La segunda idea errónea más importante es que nuestro trabajo es glamuroso. Nuestros días son muy largos y nuestras noches cortas. En ocasiones estamos tan cansados que, en lugar de disfrutar de nuestras escalas largas haciendo turismo, las pasamos en habitaciones de hotel en pijama viendo películas. Sin embargo, algunas noches son increíbles. La parte más loca es que una noche puedo estar sentada junto al mar, bebiendo prosecco con marisco fresco y la siguiente puedo estar comiendo un sándwich de hace cuatro días en la cocinita, junto a un baño, mientras alguien hace yoga enfrente de mí. Ser auxiliar de vuelo es mucho más que un trabajo; cambia todo tu estilo de vida, pero no me dedicaría a otra cosa.

 




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Gorbachov, un destino histórico
Por Julio María Sanguinetti. En marzo de 1988 visitamos la Unión Soviética. Estaba plenamente lanzada la idea de la "perestroika" y el mundo entero miraba con expectativa este cambio que sacudía el mundo comunista. Un adelanto de esos cambios ya los habíamos tenido con la visita a Uruguay del canciller soviético Eduard Shevardnadze, una figura abierta y atractiva, que había mostrado ese nuevo rostro del comunismo. Hasta conversó en la calle con una delegación de la colectividad judía que hacía una protesta en la puerta de la Embajada y a la que invitó a visitar la Unión Soviética, como efectivamente ocurrió con una delegación del Comité Central Israelita.
El Presidente de la URSS era Andréi Gromiko, una figura legendaria del mundo soviético: Embajador en los EE.UU. y en Naciones Unidas en los tiempos de la guerra y la post guerra, durante ocho años, fue el gran nexo entre las dos potencias. Luego, 28 años canciller y, más tarde, Presidente. Hablaba de la perestroika con mucha distancia, hasta con cierta ironía. Quedaba claro que no era un entusiasta. Gorbachov, en cambio, no ocultaba su decisión y esperanza en esa política. Tuvimos una larga charla, de dos horas, en uno de los enormes salones clásicos del Kremlin, felizmente no tocados por el espantoso mal gusto de la liturgia soviética. Estaba convencido de que la Unión Soviética no podía seguir con el estancamiento económico que vivía y que se hacía imprescindible un proceso de reconstrucción (perestroika), tanto como el inicio de una política de transparencia política (glasnot).
Consideraba que la dirigencia había asumido ya la necesidad del cambio, pero que sería difícil transformar la mentalidad para una sociedad de iniciativa. No estaba errado, pero él mismo vivía sin embargo una ambigüedad que hasta hoy se le reprocha: su idea no era sustituir el comunismo sino humanizarlo, flexibilizarlo, tanto en lo económico, reconociendo el capital privado, como en lo político, superando el hermetismo totalitario que venía de los tiempos de Stalin. Hasta el final trató de salvar al viejo Partido Comunista.
En aquellos años era un estrella mundial, porque estaba poniendo punto final a la Guerra Fría, intentando reducir el gasto militar y generar espacios de libertad, al habilitar otros partidos y expresiones más allá del comunismo. Poco después acompañaría la reunificación alemana y hasta visitaría al Papa Juan Pablo II, factor fundamental del viento aperturista que sopló desde Polonia con su apoyo a Walesa. También terminaría con la larga guerra de Afganistán, de la que nos habló en aquella conversación mencionada, diciendo que no podía terminar como EE.UU. en Vietnam.
No logró que la economía se reanimara. Y eso le resultó fatal. Sucumbió al impulso opositor de Boris Yeltsin, que lo sustituyó en medio de una pueblada transformada en golpe de Estado. En diciembre de 1991 se declararon independientes Ucrania y Bielorusia y eso marcó el final de la Unión Soviética. También fue el ocaso de la estrella del gran reformador, que terminó su mandato envuelto en protestas y perdiendo el control de los acontecimientos, precipitados de un modo inesperado, no siempre entendido incluso. Intentó más tarde retornar a la vida política como candidato, pero fracasó rotundamente.
Como se advierte, es una figura histórica que al tiempo que fracasaba, dejaba un legado enorme. Porque no solo se disolvió la Unión Soviética (cuya unidad intenta ahora pretende reconstruir Putin) sino que se derrumbó toda la zona de su influencia política. La URSS había aplastado todos los intentos de liberación en la Europa del Este, como los muy recordados de Hungría, Polonia y Checoslovaquia. Su liderazgo había sido realmente imperial, porque la independencia de esos países era claramente nominal. La sustitución de la URSS por la vieja Rusia fue una revolución política y geopolítica, con una repercusión también fundamental en Occidente: el ocaso de los partidos comunistas. La muerte "de una ilusión", como lo definió François Furet, en su notable libro sobre la historia de la idea marxista-leninista.
Para la mayoría de los rusos, Gorbachov ha quedado en la memoria como el símbolo de esa disolución nacional. Un sentimiento nacionalista ruso le sigue condenando históricamente. Putin es ahora la resurrección de ese patriotismo, asociado a un retorno al autoritarismo, que incluye hasta a la Iglesia Ortodoxa. La economía colectivista no retornará, la hegemonía del comunismo de partido único tampoco, pero esta Rusia está bien lejos de lo que soñaban tanto Gorbachov como los que luego pretendieron construir una democracia al modo occidental.
En otra visita histórica, Den Xiao Ping, el reformador chino, nos había pronosticado el final de Gorbachov, porque consideraba imposible realizar, a la vez, la reforma política y la económica, estimando que aquella comía a la segunda y luego se devoraba a ella misma. Fue lo que ocurrió. Extraña dualidad, entonces, la de tanto fracaso personal y tanta influencia mundial. Un destino paradójico. De algún modo le pasó como a los revolucionarios franceses de 1789, que derrumbaron el absolutismo monárquico pero no lograron que su republicanismo cuajara en una verdadera República.
Con el correr de los años, la historia marcará, sin embargo, su enorme influencia. Como también recogerá la bonhomía y honestidad de un hombre que intentó mirar hacia un mundo mejor. Que él no pudo construir pero al que, sin embargo, hizo inevitable.
 



 



 

 
Inicio Contáctenos Ediciones_anteriores Agregar_a_Favoritos
Directora: Doctora María Garzón
Administración y Redacción:
Edificio Torre de las Américas Apto.206, Calle 28 y Gorlero.
Punta del Este - Uruguay
Sitio Web optimizado para resoluciones 1024x768 y superiores.