Edición Nro. 2245 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 28 de enero de 2022
 
 
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Enrique Guillermo Avogadro
“Costa Pobre” va a la guerra
  • “De la historia, las lecciones y cuidado, mucho cuidado con las bravuconadas y las apelaciones a la violencia, porque cuando las cosas se ponen feas el final es muchas veces impredecible”. José María Fuster-Fabra

En YouTube se puede ver a Alberto Olmedo, con harapos, en el rol de un dictador de ese imaginario país muy parecido a la Argentina actual. Como seguramente creen que carecemos de problemas, la irresponsable e ideologizada dupla de los Fernández² nos ha enviado, sin escalas, a un escenario de guerra global; en la medida en que las fuerzas armadas han sido despojadas por los sucesivos gobiernos de toda capacidad defensiva, resulta fácil imaginar qué sucederá si un cambio en la muy frágil situación actual desembocara en un enfrentamiento entre las grandes potencias que, con alta probabilidad, se desarrollaría en naciones menores. En la geopolítica mundial, Argentina se encuentra en una posición clave y peligrosa por su ubicación vinculada al Atlántico Sur y a la Antártida, por la base china con aptitud para intervenir militarmente en el espacio y por su producción masiva de alimentos; de producirse un conflicto bélico así, con certeza nos encontraremos inmersos en él.
Rusia y China han modernizado enormemente sus fuerzas armadas, pero tienen graves problemas internos; en el primer caso, por su muy frágil economía y, en el segundo, por la crisis energética que soporta y por las disidencias de Hong Kong y la etnia uigur, a la cual viola todos sus derechos humanos. Los gobernantes, para conjurar esos inconvenientes, pueden verse tentados a plantear a sus pueblos un objetivo que genere una fuerte cohesión interna, tal como sucedió aquí durante la guerra de Malvinas, pero se encontrarían ahora con un Joe Biden que, como también tiene grandes complicaciones en su gobierno, tendría recíprocos intereses.
Vladimir Putin intenta, desde hace años, recrear el imperio que, luego, se transformó en la URSS y, en 2015, consiguió anexarle la península de Crimea; ahora, apoyado sobre el importante número de habitantes de origen ruso que pueblan el oriente de Ucrania, realiza actividades de agitación interna con ciberataques y mercenarios que, de tener éxito, llevarían a otra secesión del país; además, ha rodeado el país con sus fuerzas militares. El pedido de Ucrania de sumarse a la OTAN encendió las alarmas y puede conducir a un enfrentamiento en el noreste de Europa de impredecibles consecuencias; aduciendo que concederla equivaldría a tener un cinturón misilístico en sus fronteras, el déspota ruso ha amenazado a los Estados Unidos con armar bases equivalentes en Cuba y Venezuela (según reveló el ex jefe de la inteligencia chavista, ya tiene dos), sus claros aliados en Sudamérica, reeditando la crisis de los misiles de 1962.
Aún es posible que el autopercibido Zar renuncie a avanzar, ya que Alemania le ha hecho saber que, si invade Ucrania –algo que el mundo considera probablemente inminente- impedirá que funcione el enorme gasoducto que alimentaría a la Comunidad Europea y llevaría de regreso indispensables millones de euros a las famélicas arcas de Moscú, y Biden, recuperando el rol de aliado de la preocupada Europa, ya le ha dicho que no tolerará más sus actitudes hostiles.
Por su parte, Xi Jinping está reflotando el problema de Taiwan, un país independiente desde 1949 al cual China considera sólo una provincia rebelde, y le ha sumado el montaje de islas artificiales militarizadas, que representan concretas amenazas para Japón, Corea del Sur y Australia, estrechamente unidos a Washington, tal como otras naciones vecinas. Biden desplazó esta semana su más moderno submarino nuclear a la zona para demostrar que está dispuesto a frenar las vocaciones imperialistas del líder chino, y reactivó la guerra comercial que lo enfrenta a Beijing.
Nuestro inefable Presidente, obedeciendo a los deseos de su mandante, viajará a principios de febrero para visitar a Putin y a Jinping, hoy los “malos” del mundo por las razones descriptas. Ratificando la notable esquizofrenia con que conduce las relaciones exteriores y con una supina ignorancia sobre la latente rivalidad entre Rusia y China, Alberto Fernández ruega a los Estados Unidos que intervenga ante el FMI para que éste acepte un supuesto plan sin ajuste fiscal, pero Cristina Fernández lo torpedea permanentemente con cartas-misiles y declaraciones de sus esbirros.
Argentina ha pagado con decenas de miles de muertos el ideologizado apoyo a Moscú en la compra exclusiva de una vacuna que ningún país ha aprobado hasta ahora, lo cual nos impide viajar libremente por el mundo. ¿Cómo olvidar el discurso de Cristina Fernández vanagloriándose de la solidaridad de Putin cuando todos reclamábamos la de Pfizer? Ahora, nuestro Embajador Sabino Vaca Narvaja, pariente de la emperatriz patagónica, avanza con intenciones de integrarnos a la peligrosa Ruta de la Seda y endeudarnos para siempre con China, firmando proyectos de infraestructura que nada tienen que ver con los verdaderos intereses de la Argentina: las represas en el río Santa Cruz, y otra central nuclear.
La pregunta imprescindible debe ser, entonces, por qué actúa así el Gobierno. ¿Será porque prevé un inminente default con el FMI? Si así fuera, no resultaría descabellado pensar que el viaje de Alberto Fernández tiene como propósito pedir a Putin y Jinping apoyo financiero para paliar, de algún modo, las terribles consecuencias, medidas en más inflación y más pauperización, que la falta de un arreglo con el organismo acarreará. ¿Estará dispuesto, para obtenerlo, a ceder más soberanía a Rusia y China para obtener ese sostén?, ¿incluirá el otorgamiento de nuevas bases militares en nuestro territorio? “Costa Pobre” se fue a la guerra y nadie sabe cuándo volverá pero, entretanto, estamos en el peor escenario.

Otros tiempos...




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Crónica de otros tiempos
Manoseando al soberano
Con la mentira entronizada como procedimiento político, vamos a las urnas convocados para pronunciarnos por una u otra de dos posturas políticas que van más allá de un simple pronunciamiento ciudadano.
Una vez más, a Dios rogando y con el mazo dando, se manosea al soberano y se lo mete en el brete de decidir, por la vía del referéndum, cuestiones que atañen a los poderes constituidos del Estado, donde se asientan las mayorías consagradas por el voto.    
La lucha descarnada por el poder descuida los intereses de la patria; radicaliza actitudes, y profundiza la división en dos que exhibe un poder político con fracturas múltiples.
Ayer fue el referéndum por ANCAP, organismo monopólico que se da el lujo de perder plata. Así de sencillo. Expolió sin pudor ni recato a todas las generaciones de uruguayos que se sucedieron en el país desde el momento de su creación, y exhibe desparpajo al mantener contra viento y marea los valores de las naftas, de las más caras del mundo, nada menos que 70 pesos con cuarenta y un centésimo el precio del litro de la súper.
Hoy, el gobierno debe salir a defender 135 artículos que la oposición política pretende derogar, en donde se juegan aspectos sustanciales de la seguridad individual y colectiva, reforma de la enseñanza, salud pública, vivienda y economía. Esos 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración No 19.889, fueron aprobados por el Parlamento Nacional, Ley promulgada por el Poder Ejecutivo el día 9 de julio de 2020.
Para la oposición y sindicalismo conchabado, no fue suficiente la aprobación parlamentaria y la promulgación pertinente del Poder Ejecutivo. A prenderle fuego al país; a llevar agua para su molino, y a engañar con vileza a la población recorriendo palmo a palmo la república. Hablarán por radio, aparecerán en los diarios, se treparán a las tribunas en todos los pueblos, villas, asentamientos y ciudades, e irán a payasear a la televisión.
ANCAP, señores, en los lejanos tiempos de Lacalle padre, logró supervivencia pese al despilfarro y derroche impune practicado por sus directorios. Las tarifas descomunales mantuvieron su vigencia. Y así ha sido desde su creación, porque la gestión ANCAP ha afectado -como en ningún otro país en la región, en el continente y en el mundo- los bolsillos de la población. Es el fuego eterno que por décadas viene avivando la espiral inflacionaria en el país.
Si nos considerarán estúpidos, políticos de ayer y de hoy, que pretenden llevar a la ciudadanía a morir abrazada a la bandera nacional.
Ayer, con ANCAP y su directorio malgastando, despojando y saqueando desde su reconocida incompetencia.
Hoy, el referéndum, que obliga al pueblo a opinar sobre los 135 artículos –los más desconocidos-, de una ley que pretende mejorar las condiciones de vida de los uruguayos en los distintos campos de interés y de actuación del colectivo.
Palos en la rueda con la  LUC, con todas las fracturas posibles. Es la consigna.
Ricardo Garzón

 

 



 

 
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