Edición Nro. 2227 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 10 de septiembre de 2021
 
 
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Enrique Guillermo Avogadro
Un diálogo imposible
  • "La naturaleza de los pueblos es muy poco constante: resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos"
    Niccolò di Bernardo dei Machiavelli

¿Qué posibilidades de éxito puede tener una conversación entre una persona civilizada y tolerante, y un individuo que sólo quiere matarla? Tristemente, una situación así se está viviendo en la Argentina. Resulta gracioso que el Gobierno acuse a Mauricio Macri de golpista, cuando fundó y mantuvo con ingentes recursos el "club del helicóptero" durante cuatro años. Dentro de dos días votaremos en primarias y deberemos comenzar a decidir -terminaremos de hacerlo dos meses después- en qué lado de la profunda grieta queremos que vivan nuestros hijos y nietos.
El kirchnerismo volvió recargado del desierto que optó por transitar para evitar pagar la gigantesca factura que generó Cristina Fernández en 2015, y entregar el poder sin que le estallara la bomba en las manos. En éste, su cuarto período presidencial, todos los nefastos rasgos que habíamos conocido aparecen recargados, al extremo que hasta surgen dudas acerca de una manipulación de las cifras de muertes (oficialmente, ya superamos los 112.000) y contagios vinculadas a la pandemia. 
Se percibe ahora en el ánimo del oficialismo una fuerte desazón ante unas elecciones que imaginaba ganar con gran facilidad y, frente a una realidad que lo aleja de esas ilusiones, está dilapidando recursos del Estado al repetir recetas probadamente ineficaces para los fines declamados. El mejor ejemplo, pero no el único, es el cepo a la exportación de carne, que ya nos ha hecho perder mercados externos y puestos de trabajo e impedido el ingreso de unas divisas que necesitamos como agua en el Sahara. Lo mismo sucede con la fijación de precios ficticios en los seguros médicos, en los servicios de Internet y comunicaciones y en todas las etapas de la cadena energética (extracción, generación, transporte y distribución), penosa y parcialmente compensados con subsidios y con masiva importación de gas licuado, que se transformarán en crecientes déficits estatales, en un círculo vicioso que ya conocemos y que tanta corrupción generó entre 2003 y 2015.
Todo parece valer para no perder el principal bastión del voto kirchnerista: el Conurbano bonaerense, cada vez más sumergido por la pérdida de puestos de trabajo, la inseguridad y la violencia, el hambre, la informalidad y el cierre de escuelas de chicos que terminan en la calle y sirven como soldaditos del narcotráfico. Pero todos los fenomenales esfuerzos fiscales (planes sociales y subsidios de todo tipo) se licúan de inmediato por obra de la cuarta inflación más alta del mundo, sólo superada por Venezuela, Tanzania y Zimbawe, generada por la demencial emisión. 
Por si eso fuera poco, se está escurriendo irremediablemente de los cálculos oficialistas una otrora pujante clase media -el 70% de nuestros compatriotas se percibe integrándola- que, enojada con la economía de Macri, fue seducida por un Alberto Fernández al que imaginó como dueño de la lapicera, capaz de evitar los desmadres de su patrona. Ahora, desilusionada y castigada por todos esos males ha debido dejar la medicina prepaga y el colegio privado de sus hijos, vender el auto y hasta los muebles y enseres domésticos, como ya se ve en muchos lugares del Conurbano.
Lamentablemente, los conflictos internos que golpean a Sebastián Piñera lo han llevado a la locura de inventar un conflicto con nuestro país para apelar al nacionalismo de su pueblo y, así, recuperar el terreno que pierde día a día en la opinión pública trasandina. En cualquier momento, estos dementes que aquí nos gobiernan son capaces de recoger el guante y tratar de imitar esa actitud imbécil convocando a una guerra para resolver una cuestión insostenible, para Chile, en cualquier tribunal del mundo. Por otra parte, conociendo las mermadas capacidades de nuestras fuerzas armadas, producto de la invariable y negativa actitud que han tenido frente a ellas todos los gobiernos desde 1983, temo que se haga realidad una vieja broma que decía que nos iba bien porque estábamos negociando las nuevas fronteras en el Riachuelo y la Avda. Gral. Paz.
En estas elecciones tan próximas, el resultado no se medirá en cantidad de votos a nivel nacional, puesto que se trata de veinticuatro jurisdicciones diferentes y con distintas realidades; sólo en algunas se elegirán parlamentarios nacionales y es allí donde tenemos que concentrar nuestro interés. En esta oportunidad, el fiel de la balanza es relativamente simple: si el kirchnerismo obtiene los senadores que necesita para alcanzar los dos tercios del H° Aguantadero y los diputados que le permitan contar con quórum propio en la Cámara baja, asistiremos al funeral de la República y de la Constitución, la impunidad de la asociación ilícita que nos gobierna se habrá consagrado y Cristina Elizabet Fernández habrá logrado la absolución que a gritos reclama a la Historia.
Para que la derrota definitiva del kirchnerismo se concrete, para seguir soñando con un futuro democrático y republicano para nuestro país, vuelvo a insistir en la imperiosa necesidad de ir a votar el domingo 12 y de fiscalizar eficazmente las elecciones; hay una antigua idea del oficialismo que establece que, si no controlamos bien, tiene la obligación de hacer fraude. No podemos permitir, por miedo al contagio, desinterés o pereza, que el Gobierno se haga con esos legisladores que lo habiliten a llevarnos a ese paraíso socialista de pueblos hambreados y enfermos, conducidos por jerarcas asesinos, ricos como modernos cresos.




ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



Las libertades importan
  • Lejos de "recortar derechos", la LUC amplió la esfera de libertades y derechos de los ciudadanos.
Al Frente Amplio -como al socialismo en general- nunca le importaron demasiado las libertades, salvo cuando las perdimos todos y recién se enteraron de que los "derechos formales" de las Constituciones "burguesas" eran la única garantía. En el fondo, aunque hoy vivan bajo el imperio de esas normas otrora despreciadas, no las sienten como propias. Es a lo que hay que resignarse simplemente porque el paraíso imaginario sigue siendo Cuba...
Es natural, por lo tanto, que no puedan apreciar los avances de la LUC para la vida de la gente. Y que, cuando invocan los derechos, es para debilitar a la Policía, resquebrajar la autoridad y, aunque no lo quieran ni lo digan, hacerle el juego al mundo del delito.
En materia de libertades, la LUC, asegura el derecho a la portabilidad numérica, o sea que el usuario de teléfonos pueda conservar su número aunque cambie de empresa prestadora del servicio. Es una libertad elemental. Se reconoce así en el mundo entero. No poseer ese derecho limita claramente la posibilidad de optar en función del mejor servicio.
El sindicato de Antel sale en tono declamatorio diciendo el sinsentido de que esta medida va a perjudicar a Antel, a quien deliberadamente se le querría dañar. Ante todo, ¿por qué va a perjudicar a Antel? ¿Porque es el que tiene mayor porcentaje del mercado telefónico y puede perder más que los demás? Es una presunción absurda, salvo que se está pensando que el servicio brindado por Antel es de baja calidad y entonces los usuarios, enojados, estarían prontos para abandonarla. Es claro que no es esa la situación y si lo fuera, razón de más para liberar al ciudadano, que es lo que importa.
Se alega sin razón alguna que las multinacionales tienen la infraestructura necesaria para competir con éxito frente a Antel. Lo han dicho siempre y los hechos han mostrado la sinrazón. La empresa estatal es la que tiene hoy, por lejos, mayor infraestructura y, lejos de correr riesgos, nada le hace mejor que la competencia. Porque la verdad es que si hoy no existieran empresas privadas, seguramente el servicio de Antel no tendría la misma calidad de hoy.
Otra expresión de libertad muy importante es la de flexibilizar las normas de inclusión financiera que imponían la bancarización de todo pago, generando serios inconvenientes a muchísimos trabajadores y pequeñas empresas. Durante la campaña electoral escuchamos este reclamo en forma constante. Especialmente los trabajadores zafrales se quejaban de que, cuando cobraban por semana en las cosechas, por ejemplo, no tenían posibilidad práctica de ir hasta un banco a cobrar un cheque antes del sábado. Esta es una libertad importante. Quien quiera seguir como estaba, no tiene problema. Pero aquel que prefiere cobrar en efectivo, reconquista la libertad de hacerlo.
También se habla, con error, de que estas normas habilitarían el movimiento financiero "negro", al permitir que se puedan hacer en efectivo pagos por transacciones de hasta un millón de Unidades Indexadas, o sea unos 120 mil dólares. Se trata de facilitar los negocios, darle más libertad a quienes actúan en la vida comercial, pero no se cambia nada en cuanto a los necesarios controles legales.
En otro orden, se rescata la libertad de trabajo, para hacerla compatible con el derecho de huelga, ambos de fuente constitucional. Es decir que, así como se puede interrumpir colectivamente la actividad, se debe respetar el derecho a trabajar de quien así lo desea. El derecho de huelga no incluyó nunca el de "imponer" la huelga a quien no la comparte. La práctica decía lo contrario y de ahí le necesidad de establecerlo claramente. Como también el derecho de la dirección de la empresa a acceder a ella durante una ocupación, para su propia preservación y, por ende, el empleo de los trabajadores. Interrumpir toda comunicación internacional de una empresa exportadora, por ejemplo, puede ser suicida. Todas estas libertades, por otra parte, han sido reivindicadas permanentemente por la OIT, con desconocimiento de Uruguay.
La libertad de circulación está asegurada también por la ley. Los piquetes no pueden obstaculizar el uso público de calles o carreteras y la autoridad está en el derecho de asegurarlo. Un decreto del Dr. Vázquez de 2017 establece lo mismo que ahora adquirió carácter de ley, como corresponde a la materia de libertades y derechos. No se trata de impedir manifestaciones pacíficas, pero sí de preservar el derecho ciudadano, esencial, a circular con libertad.
Hay otras normas que de modo indirecto abonan también en la idea de la mayor libertad del ciudadano. Basten las reseñadas para darle a la LUC el valor de una gran ley restauradora de derechos. No es poca cosa.
Julio María Sanguinetti
(Nota que se comparte con Correo de los Viernes)

 









 










 

 
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