Hemos tomado nota de la presentación de una nueva línea aérea nacional AVINTER S.A. ante la Dirección Nacional de Aviación Civil e Infraestructura Aeronáutica.
Todo emprendimiento que permita crear fuentes de trabajo es bienvenido. No son tiempos de análisis ni de tirar las campanas al vuelo, como se ha hecho; ni de llamar a los fantasmas del pasado, reivindicantes, como también se ha hecho, tirando decenas de millones de dólares al viento, para sustentar una aerolínea, Alas U, que falleció al nacer.
Las voluntaristas decisiones aerocomerciales del gobierno se vieron abruptamente acicateadas con la irrupción del anuncio de formación de una nueva aerolínea uruguaya. Primero un diario afín, en primicia para la tribuna, dando aviso a los navegantes del proyecto AVINTER S.A., seguido por otras publicaciones que han puesto un manto de duda sobre la conducción y viabilidad de la aerolínea en ciernes. A todas luces un fiasco.
La comarca aeronáutica criolla, a pesar de la preocupación del gobierno, no prospera. Una peregrina delegación gubernamental ha llegado a la tierra del Gran Turco, el Sultán Suleyman El Magnífico, para tentar a Turkish Airlines para que llegue hasta este desolado rincón sureño gentilmente bañado por el Atlántico, como se intentó con Qatar y otras connotadas aerolíneas internacionales. Huele a Feria del Caballo de Verona.
Para un interés serio y legítimo en el mercado aeronáutico uruguayo tiene que haber prosperidad económica, negocios, comercio, logística, trámites burocráticos acordes al siglo que vivimos, seguridad, mejor educación para que inversiones potentes puedan tener un sustento de trabajadores aptos. Si no, seguiremos malviviendo entre el sopor y la irrealidad, tirando golpes a las sombras como los boxeadores aturdidos, descansando el cuerpo y el alma en el circo diario de los partidos de fútbol, y en el pan esquivo de la mesa uruguaya.
Saber y hacer son verbos que el gobierno no los ha sabido conjugar. Reprobados.
Ricardo Garzón

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