Con Amodio Pérez preso, -(no tuvo en cuenta el tupamaro arrepentido la astucia y argucia de sus congéneres que siguen en operaciones desde entonces, pero por otros medios)-, enfoques adelanta en 24 horas su aparición semanal por razones de agenda de su Dirección y Consejo Editorial, en estos precisos momentos volando hacia los Estados Unidos.
A diez mil metros de altura, la insignificancia territorial del Uruguay no está en consonancia con el viva la patria político institucional y delictivo que padece el país.
Actor de primera fila una legislatura con mayorías absolutas supuestamente afines al gobierno, pero que le discute y arrebata parcelas de poder al mismísimo Presidente de la República.
Además, en la interna frenteamplista, sus integrantes exhiben todo un andamiaje de desaciertos y enfrentamientos diarios que corroen al Poder Ejecutivo y al Parlamento, con reiteradas protestas políticas, parlamentarias, judiciales y sindicales, que confunden y entremezclan todos los roles, al punto que trastabilla y vacila el principio de separación de poderes.
Responsabilizamos a este Parlamento de mayorías absolutas, porque desperdicia oportunidades de encarrilar un país postrado en la Enseñanza, en sus Comunicaciones, en su Seguridad, en su Salud, en sus salarios, vilmente reducidos a la luz de los sueldazos públicos de sus gobernantes, legisladores y directorios, enfrascados con el bolsillo lleno en luchas intestinas que atentan contra el bienestar general.
Se afecta la imagen presidencial, agredida por legisladores siempre desconformes y combativos, al punto que en el momento de pasar raya exhibe índices en bajada, resultado de la descendente puntuación popular del presidente cuando apenas se cumplen seis meses de gobierno.
Los sindicatos, en tanto, aprovechan el río revuelto de la conducción política del país, para mezclar legítimas reivindicaciones salariales con afanes ilegítimos e inconvenientes de coparticipación en niveles directrices, y desobediencia flagrante a decisiones que son resorte del poder constituido.
Se confunde, una vez más, la Biblia con el calefón, y se desautoriza y enfrenta, con manifiesta incompetencia, ignorancia o mala fe, la autoridad suprema de los ministerios y de la Presidencia de la República.
No sólo en la Enseñanza y Salud, sino también en servicios como el ferroviario, trancado desde hace décadas por un pequeño grupo de funcionarios de AFE, cerrojo que no pudo abrir ni destrabar, pese a empeños, el ex Presidente de la República, José Mujica.
No nos detenemos, pero responsabilizamos también al poder político, que crucificó de la mañana para la tarde 75 años de transporte aéreo nacional (PLUNA) en un día aciago de julio del año 2012.
El Frente Amplio, con sus mayorías parlamentarias absolutas, está desperdiciando la mejor oportunidad de gobernar el país con el apoyo de sus conciudadanos. El soberano lo demanda, lo exige. Nada es obstáculo en el manejo del gobierno. Esas mayorías no tienen entorpecimientos ni padecen la traba de los partidos de oposición, tan comunes en otros tiempos y sobre las cuales, cuando estaba abajo, el Frente Amplio puede dar cátedra.
¡Gobiernen señores!
Practíquese como corresponde la división de poderes; sujétese la apetencia sindical a los reclamos propios de la especie, y gocen los ciudadanos del gobierno elegido para la felicidad colectiva, salvo, claro está, que se persigan otros objetivos inconfesables que el dogma perimido de la izquierda, aún encandila.
Ricardo Garzón

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