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| Ricardo Puglia |
| Corrupción |
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Cuando en 2005 asumió el Dr. T. Vázquez como presidente de todos los uruguayos, pensamos que de acuerdo a lo propugnado por la izquierda y el propio Vázquez, quien metiera la mano en la lata iba a sufrir las consecuencias de un castigo ejemplarizante como advertencia de un comportamiento delictivo. Esto no sucedió de manera efectiva y muchos fueron exonerados de un mal mayor. Primaron criterios de grupos, de partidos, de coaliciones y no criterios humanizantes de quitar del camino a todo aquel que arrastraba una culpa.
Ha quedado demostrado que existen vasos comunicantes entre la izquierda sudamericana. Verdaderas mafias que a través de negocios bilaterales entre gobiernos, o desde las empresas públicas o desde el sector privado, están realizando negocios para sus propios intereses o para sectores del partido a que pertenecen para con sus ingresos ilegales afianzarse en el poder.
Esta práctica tan común de la izquierda en Argentina, Brasil, Venezuela, y el propio Uruguay -negocio con los Casinos del Estado, la ex Pluna y otros de menor y mayor cuantía- explotó hace un año en Brasil, donde el gobierno del Partido de los Trabajadores (izquierda) liderado por la presidente Dilma Rousseff y acompañada por la central de trabajadores (CUT) defienden lo actuado en Petrobras en el escándalo financiero más relevante de todos los tiempos llamado <lava jato>.
El 62% de los brasileños desaprueba la gestión de la senora presidente y ésta después de una demostración de fuerzas civiles en todo el país que alcanzó a 147 ciudades incluidas las capitales de cada estado ha decidido dar respuesta a más de la mitad de brasileños que no aprueban su proceder ni en Petrobras de la cual fue presidente previo a su asunción en 2008 como de su gestión económica alcanzada por una crisis económica que profundizó el desempleo, incrementó las tarifas públicas y el combustible, disminuyeron de las exportaciones, subieron los tipos de interés y el dólar alcanzó un piso de 3,25 reales por dólar.
Al igual que nuestro ex-presidente, J. Mujica, esta mujer ex guerrillera no conoce límites y desconoce la opinión de la mayoría de los brasileños que claman por la estabilidad económica perdida, - en parte por estos grandes delitos - y se manifiestan en contra de cualquier tipo de corrupción porque saben que a la corta o a la larga el pueblo es quien paga los desastres de las malas gestiones gubernamentales a través de mayores impuestos o suba de tarifas públicas.
150.000 trabajadores de la industria paulista perdieron sus empleos en un ano y perdió con el lavado de dinero más de 80 billones de reales que dejaron de circular en Brasil para ser depositados en paraísos fiscales como Suiza, Mónaco, etc.
Petrobras es el comienzo de una trama mafiosa que involucra al PT, sus dirigentes y también al PMDB socio en el gobierno como a empresarios privados vinculados a la construcción y otros intermediarios que ayudaron al enriquecimiento ilícito a más de un centenar de políticos y hombres de negocios incluidas las arcas de los partidos co-gobernantes que abrieron sus tesorerías para recibir esos dineros mal habidos para desarrollar sus campanas políticas electorales.
Rousseff plantea ahora un paquete de medidas anticorrupción cuando desde ya si bien estas son aclaratorias de los delitos cometidos, ya existen pruebas más que suficientes de los responsables y los montos de los desfalcos.
La democracia donde la izquierda gobierna nos enseña que es capaz de poner un manto opaco a la tan defendida transparencia que de ella sólo se pueda ver lo que no afecta a la izquierda sin responsabilizar a los hombres que a ella pertenecen por sus actos delictivos.

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| Javier Bonilla |
Impagable deuda
de Uruguay
con los Barradas |
- Ayer, en la presentación del libro póstumo de Néffer Krögger, sobre Carmen, la olvidada hermana compositora de Rafael Barradas, pensaba en cuanta gente en el mundo admiraría la saga de esta creativa familia artística. Y en nuestra clásica mala leche…
Cultura en un país, significa trabajo, turismo y exportaciones. La América que definía Belchior -en sus tiempos cuerdos- como tierra “de doctores y magníficos rectores creyéndose sus comedias”, no lo aprende ni a palos, excepto México, Perú y Brasil. Colombia balbucea la Cartagena “de García Márquez”, Cuba intenta rescatar la casa de Hemingway de su desastrosa “revolución” , Chile apuesta al Valparaíso nerudiano( olvidando a Vicente Huidobro…). Y punto!
No tengo la erudición ni el carisma del maestro musicólogo Julio César Huertas – Como?? Hay musicólogos uruguayos, aparte del peculiar personaje de sonoridad armenia acostumbrado a decidir arbitrariamente quien es “artista” y quien no…!- al resumir el libro y la vida del cuasi binomio Kröger/Barradas, el rarísimo fenómeno del creador encontrando a “su” intérprete.
Apenas creo conocer bastante sobre tontas ingratitudes y ninguneos de genios artísticos o científicos, agrediendo al país y a la cultura. Desde Felisberto Hernández a Luis Di Matteo….
Perdiendo talento y dinero y haciéndonos perder! Basta recordar cómo explota turísticamente México cualquier referencia artística. Desde el Museo Diego Rivera, de un solo mural, hasta la casa de Frida Kahlo. O los checos, el hogar natal de Kafka (que siempre escribió en alemán…) y aquellas por donde pasaron científicos como Tycho Brahe o Kepler, todo concienzudamente catalogado.
Acá, excepto los talentos marketineros de Paez Vilaró o del entorno familiar de Torres García, poco hicimos en materia de turismo y proyección cultural. Una chapa recordando que se estrenó La Cumparsita en 18 y Andes, o nuestras absurdas disputas gardelianas con Argentina –que al menos reconoce méritos ajenos- (un Gardel nacido y maltratado en Tacuarembó por un monstruo impresentable como Escayola, más debería avergonzarnos que enorgullecernos…), no son productivas, turística ni artísticamente….
En arquitectura, Brasil idolatra a Niemeyer (para mí -simple mortal...- gran diseñador de bellísimas obras incómodas…), Lucio Costa y Burle Marx. También Uruguay. Pocos saben cuantos estudiantes brasileños de los 60 querían estudiar acá por admirar a Eladio Dieste!
Tres años atrás, pude acompañar al periodista ruso Yuri Laskin –otro insólito especialista, como quien escribe, tanto en defensa y aviación, como en cultura- visitando Uruguay, para relevar fotográficamente la obra de Dieste para la Unesco. Antes, en 2005, el Museo de Arte Moderno neoyorquino, el mismísimo MIT de Massachusetts y la Universidad de Princeton celebraban el “Año Dieste”…
Qué valor ocupa en nuestra folletería turística? Cero? Ni aún habiendo construido el Montevideo Shopping Center! Y no me vengan con haberle dedicado un Día del Patrimonio!
Dieste, los Barradas y los Zorrilla, representan otra rareza entre los artistas uruguayos del siglo pasado: manifestarse creyentes, incluso en su obra, en un país de oficiosos agnosticismos casi obligatorios (y no me precio de muy religioso..), máxime no siendo tampoco exponentes de ningún conservadurismo, ni intelectual, ni político.
Frecuentaban -recordaba oportunamente Néffer Kröger- las tertulias montevideanas de Carmen en su humilde Galería Barradas, inaugurada luego del fallecimiento de Rafael, Jules Supervieille, Jesualdo, y Luisa Luisi, entre otras celebridades. Además de -agrega Huertas- un tal Antonio María Barbieri, gran violinista que solía trabajar de Cardenal…
Bichos raros…. ¿? Llenarían de orgullo y dinero a cualquier país con neuronas!!!
Antes, Buñuel, García Lorca, Dalí, Ramón Gómez de la Serna, Benjamín Jarnés, Manuel Abril, Pérez de la Ossa, Guillermo Díaz-Plaja y Gregorio Martínez Sierra (a quien le diseñaba vestuarios y escenografías), además de su amigo Torres García, eran algunos de los contertulios de Rafael, junto a sus hermanos, Carmen y Antonio de Ignacios- poeta y biógrafo- sea en Madrid o en el denominado Ateneíllo de L” Hospitalet, fundado por Rafael, "pintor que inventaba vanguardias", en esa localidad catalana, al que llegó a concurrir hasta Tommaso Marinetti, referente principal del futurismo.
Este cenáculo, embrión de la generación literaria española del “27, de abundante y menos conocida presencia lorquiana , fue transformado en 2012 en “Asociación cultural”. Su director, José Luis Ramírez (avivate Catalina..!!!) le atribuye el papel de divulgar “la relevancia de la ciudad y su papel fundamental en aspectos culturales”.
Tomá….!!
Más aún: el auditorio municipal de Hospitalet se llama “Barradas”…!
Sabiendo que la música de Carmen, resistida por el mezquino Uruguay, pese al apoyo de Balzo, Lagarmilla, Tosar, Victoria Schenini, Petit Muñoz, Esther de Cáceres, y a la entrega incondicional de Kröger a su obra (que en el mundo anglosajón hubiera significado un justo mecenazgo), fue elogiada por plumas del calibre de Eugenio D” Ors, Alfonsina Storni o Adolfo Salazar, ese teatro, justicieramente denominado Barradas, bien podría homenajear a Rafael y Carmen.
Uruguay? Seguirá de espaldas al arte….!
Poco importa si aún hay gente creyendo en el mundo, que Torres García y Barradas eran pintores españoles. Tampoco, si decenas de alumnos extranjeros estudiaron guitarra con Carlevaro, quien tras ser auspiciado por Andrés Segovia en 1942, cuando vivía en Montevideo -tema fértil y poco rememorado…- sería también uno de los principales intérpretes del brasileño Vila-Lobos, honor que mucho después recaería nuevamente en el uruguayo Oscar Cáceres, influencia confesa del gran cantautor Joao Bosco…En materia de guitarra, podríamos seguir (Eduardo Fernández, Ana Inés Zeballos -presente en el lanzamiento del libro de Kröger- Eduardo Baranzano, etc.)
También exportamos guitarristas!
Pero que no se entere la DGI…

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| Alberto Medina Méndez |
| No les interesa resolver casi nada |
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Aun existe demasiada gente que confunde lo que anhela que suceda con lo que realmente ocurre. A la clase política, le interesa poco y nada resolver problemas. Su tiempo se consume haciendo política, pensando en cómo conservar o conseguir poder. El resto es solo circunstancial.
Aunque la afirmación pueda resultar brutal, todo lo que hacen apunta a obtener una mayor cantidad de adhesiones y construir un espacio que les permita administrar su poder actual y acrecentarlo en cualquier entorno.
Quien sostenga una idea contraria a la expuesta tendrá a su cargo la difícil tarea y el gran desafío de encontrar casos específicos que lo demuestren. Claro que existen matices y que algunos encajan absolutamente en esta fotografía y otros un poco menos. Pero en las grandes ligas de la política todo tiende a parecerse a la descripción original.
En las segundas líneas, en las terceras y las subsiguientes, aun quedan vestigios de esa vocación recitada de servir a la sociedad, de esa genuina intención de muchos de aportar a su comunidad ideas y esfuerzo.
En la historia reciente abundan las crónicas que confirman que el poder solo se dedica a concentrar decisiones y sostener un esquema de control político. Las grandes trasformaciones a las que la sociedad aspira y que inexorablemente forman parte del discurso de muchos dirigentes solo son "cantos de sirena" y no nacen de sus profundas convicciones.
Las encuestas serias muestran, detalladamente, los más sinceros deseos de la sociedad. La gente quiere una justicia eficiente, ágil e independiente, una educación exigente y de calidad, un sistema de salud más humanizado, vivir en paz y armonía, en una comunidad donde las víctimas de los delitos no estén en pie de igualdad con los criminales, por solo citar algunos ejemplos.
Nada de eso se resuelve porque la política, de cualquier color, la de ahora, la de antes y probablemente la de los que vengan, no decide tomar el "toro por las astas" y hacer algo concreto al respecto.
Existe una decisión implícita de no avanzar en una línea de acción correcta. Algunos aun creen que ellos no saben qué hacer, que no se les cae una idea, que les falta creatividad y capacidad para resolver esos asuntos.
Esa sería una visión muy benévola y excesivamente piadosa. No debe descartarse de plano esa hipótesis frente a cuestiones menores, de rutina y domesticas que precisan de algo de ese ingenio que se reclama con razón. Pero en los temas trascendentes e importantes, no es ese el dilema.
El problema combina, en proporciones variables, la falta de coraje y la estricta conveniencia electoral. Salir de este perverso círculo vicioso que propone el presente, obliga a la sociedad toda a construir, como primer peldaño, un certero diagnóstico. Sin una ajustada mirada sobre lo que está pasando difícilmente pueda encaminarse a la etapa siguiente.
No menos cierto es que hoy existe una gran resignación cívica respecto a lo que ocurre a diario. Es como si los ciudadanos observaran como sucede todo a su alrededor, registraran esas inmoralidades, las identificaran con claridad, pero luego quedaran paralizados a la hora de actuar y decir basta.
Fueron, probablemente, muchas las décadas dedicadas a defender un sistema que, en sus imperfecciones, encierra tantas trampas letales en términos sociales. Se ha instalado la idea de que no puede ser objetado, y eso, tal vez, sea un gran impedimento para corregirlo y perfeccionarlo.
La democracia concebida como ese régimen que debe ser endiosado, absolutamente incuestionable, solo lleva a sacralizar los procesos electorales como si fueran la fuente de todas las soluciones. Claro que sigue siendo menos deficiente que otros conocidos que tampoco resuelven nada, al menos no con herramientas aceptables para la vida moderna.
Pero convertirlo en inmaculado puede ser un pecado superior. Su exacerbación, deformación y manipulación puede llevar a su definitiva e indeseada desaparición y a su reemplazo por esquemas autoritarios mucho mas ruines que los actuales. De hecho muchos países recorren ese derrotero apelando a maniobras despiadadas que solo conducen al abismo.
La democracia es solo un sistema de organización social y política. Minimizar sus defectos, ignorarlos o negarlos no logrará rescatarlo. La política hoy sigue sus designios al pie de la letra. Los dirigentes tienen un testeo en las urnas con plazos reducidos y eso los empuja a considerar solo aquellas decisiones que tienen impacto popular en idénticos tiempos. Todo lo que requiera muchos años e implique pagar costos políticos ahora para cosechar frutos en un futuro lejano no les interesa y se descarta de plano.
El problema de fondo, es que las gigantes reformas que se precisan, en la justicia, la seguridad, la salud o la educación, por solo citar los tópicos más urgentes, necesitan de revisiones estructurales significativas, que pueden demandar lustros para que aparezcan sus primeros resultados. Esto no es compatible con los tiempos políticos que el personaje de turno dispone para ser protagonista en el siguiente turno electoral.
Se necesitan "estadistas", políticos con grandeza y generosidad, dispuestos a hacer lo indispensable por el bien de las generaciones futuras, que puedan olvidar las tentaciones que les plantea la dinámica electoral de la divinizada democracia. Con las vigentes reglas de juego, eso no sucederá. Si no se revisan los paradigmas de ahora, esos que la ciudadanía defiende sin cuestionarse, pues solo se puede aspirar a tener más de lo mismo o, en el mejor de los casos, una versión un poco menos cruel que la del presente.
Los individuos funcionan, casi siempre, de acuerdo a los incentivos que perciben a su alrededor. Hoy, la política tiene estímulos electorales de corto plazo, los visualiza y actúa de acuerdo a ellos. Esperar otra cosa sería irracional, ingenuo e infantil. En este escenario, bajo esta dinámica y contexto, se puede afirmar con bastante contundencia que a la clase política contemporánea no le interesa resolver casi nada.

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