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Semáforo en rojo |
Resultan sorprendentes las declaraciones de los dirigentes de los partidos de la oposición luego de haberse reunido, uno a uno y por largo rato, con el electo Presidente de la República Dr. Tabaré Vázquez. ¡Salieron encantados! ¡Chochos, felices!
Mostraron toda la dentadura en la sonrisa, con la sola excepción del senador Larrañaga, -llanero obstinado, depresivo y solitario-, que cruzó a Vázquez en el último editorial de La Democracia Digital.
Sin embargo, el gobierno electo ha tomado buena nota de las críticas formuladas por una oposición que, si bien se ha exhibido endeble y paupérrima, puso en evidencia durante un par de años el carnaval electoral e inconducta fiscal que fue constante en el gobierno de Mujica. Recuérdese Pluna, entre muchas otras.
Desde esa atalaya, la oposición debió haberle anticipado a Tabaré Vázquez una postura desinteresada, firme e inquisidora, más allá de su exclusión de los directorios del Codicen, Banco de Previsión Social, ANEP y ASSE.
En realidad, y yendo a fuentes, a raíces, el Frente Amplio ganó las elecciones ayudado por una campaña electoral mal concebida por el Partido Nacional, y una estrategia de cuarta llevada adelante por el sector mayoritario del Partido Colorado, que se dio el lujo de poner como candidato a vicepresidente de la República a un ilustre desconocido de la política uruguaya.
Tampoco es un tema menor, y es de toda evidencia, que la gente tenía plata en el bolsillo cuando fue a votar.
Ni un minuto de tregua está dispuesto a darle Vázquez, y no al revés, al sistema político uruguayo. Firme, -se apoya en el resultado electoral- se florea cómodamente ante los dirigentes políticos de todos los partidos; imparte órdenes a su equipo de gobierno, y marca la cancha para el quinquenio.
Preocupa saber que en el futuro inmediato la república comenzará a discutir el Presupuesto Nacional, y preocupa advertir que está en manos de un solo partido político la adjudicación de recursos, si bien el mandatario entrante, con un par de anuncios restrictivos en el gasto, anticipa que no habrá despilfarro de los dineros públicos, como lo sueñan trasnochadas posiciones dogmáticas que anidan en la biblia comunista.
La verdadera oposición la encontrará Tabaré Vázquez dentro de sus filas.
Blancos y colorados, hoy, han desaparecido del escenario político uruguayo.
De ahí que, fortalecer la presidencia, no apedrearle el rancho a Vázquez, debería constituir –lo sabemos- un muy discutible y controvertido punto de partida.
A tal punto, que los blancos y colorados que votaron al Frente Amplio, también saben que esa fortaleza, esa controvertida fortaleza, constituye hoy el único semáforo en rojo que puede demorar y hasta impedir, un giro abrupto hacia la izquierda.
Ricardo Garzón |
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