Edición Nro. 2297 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 17 de febrero de 2023
 
 
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MÁS ALLÁ DEL RÍO DE LA PLATA - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
Globos Pinchados
  • “Nada da más tristeza que ver cómo los adversarios del caudillo en el poder se desviven por buscar un caudillo que lo reemplace”. Guy Sorman
Pese que el título puede remitir a los recientes incidentes de espionaje aéreo entre Estados Unidos y China, una vez más se refiere a lo que está sucediendo en nuestro país, siempre tan pródigo en intensidades.
En el interior del Frente para Todos (FpT), como todos percibimos, ha estallado una guerra cuyos contendientes son Cristina Fernández y su desesperación por la inminencia de una catástrofe penal, Alberto Fernández y su razonable deseo de que los mozos de la Casa Rosada le sirvan café hasta el final, Máximo Kirchner y la suya por conservar algo de la mítica zurda con que se fundó La Cámpora, y Sergio Massa y la banda que lo respalda, conformada por empresarios “expertos en mercados regulados” que buscan seguir haciendo negocios con “la nuestra” y por peronistas que buscan conservar poder y privilegios, aún al precio de consumir la pestilente sopa de sapos que acompaña desde siempre la historia política del Aceitoso.
Es innegable que el Caracol padece una afección psiquiátrica porque, de otro modo, no podrían explicarse sus afirmaciones insanas, tales como que los actuales reclamos sociales son la demora en acceder a los restaurants, o que sus éxitos sean su ideologizada y corrupta política de importación de vacunas que nos costó la vida de 125.000 compatriotas, la distribución prioritaria de los fármacos entre sus amigos VIP, sus dichos como que sólo China supera a nuestro país en crecimiento económico o la recuperación del empleo formal; sólo le resta decir que lo obligamos a hacer sus fiestas en Olivos. Pero, entre renuncias de sus pretendidos fieles y desplantes de sus ministros de propiedad ajena, no se pone los pantalones y renuncia al cargo para tirárselo por la cabeza a la arquitecta egipcia, ni acepta resignar su impostada actitud –otro globo aerostático- de precandidato, que complica el armado que busca, como hizo en 2019, el dedo de la PresidenteVice.
La renovada ilusión de Cristina de echar a la Corte Suprema para salvarse de la cárcel y, a la vez, escenificar una racionalidad unificadora tampoco parece viable, no sólo porque ya quince provincias peronistas adelantaron sus elecciones con respecto a la nacional, previendo una derrota fenomenal en ésta, sino porque, como en 2013 y 2015, surgió una alianza entre caciques como Juan Schiaretti, Juan Manuel Urtubey y Florencio Randazzo, dispuestos a extraer piedras de la misma cantera política.
Para los capitalistas prebendarios habituales, cómplices necesarios de nuestra decadencia, el globo que pretendió venderles el Ministro de Economía pierde helio por los agujeros que la imparable inflación le produce; su atrevida promesa de un índice que en abril comenzaría con 3 resulta de imposible cumplimiento y entierra sus probabilidades electorales. El martes, el INDEC dará a conocer el resultado de su medición de enero, que estará muy próximo al 6, y febrero promete cifras mayores de la mano de los aumentos en carne, energía, colegios, prepagas médicas, alquileres, etc.. Y la recesión que está imponiendo a la economía para frenar la caída del peso es otro salvavidas de plomo para sus ensueños presidenciales.
Tampoco es que tuviera tan fácil lograr el respaldo a su candidatura de todo el FpT porque, mientras ata su suerte al apoyo del FMI (algo que se descuenta por el pánico a desatar una nueva crisis aquí que produciría ramalazos en todo el planeta emergente), la mitomanía camporista la obliga a seguir disparando con grueso calibre contra el acuerdo y contra los Estados Unidos, cuyo voto tiene tanto peso allí y se muestra indignado por los impúdicos ataques a la Justicia, que el Aceitoso habilita con el voto de los diputados que le responden. Pero tenía fe en que el espanto del kirchnerismo frente al desierto compensara su falta de amor.
Es esencial que los pre-candidatos de JxC digan ya clara y comprensiblemente cuáles son los lineamientos económicos, fiscales, sociales, laborales, políticos y de defensa y seguridad básicos que proponen para salir de este insoportable marasmo en que nos debatimos desde hace demasiadas décadas y volver a soñar con un horizonte feliz y con movilidad social ascendente, aunque el camino sea durísimo. Si no lo hicieran en las próximas semanas, continuará la sangría que hoy lleva agua a los molinos extremos de la derecha libertaria y de la izquierda trotskista.
Aunque hoy, de acuerdo con todas las mediciones, a nivel nacional el techo del FpT no supera el 30%, también es cierto que en la Provincia de Buenos Aires, donde no hay ballotage y se gana por un voto, frente a una oposición atomizada entre Juntos por el Cambio (JxC) y Libertad Avanza (LA) es prácticamente seguro que Axel Kiciloff logrará la reelección. El kirchnerismo la transformará en el gran bunker para la resistencia. Y no exagero, porque también se refugiarán allí los movimientos piqueteros, los trotskistas infiltrados, los “trabajadores de la educación” del perverso Roberto Baradel, las bandas de narcotraficantes, los okupas violentos, las barras bravas y unidas, el “Vatayón Militante”, los sempiternos mamadores de la gran teta estatal, los perpetuos intendentes del Conurbano esquilmado y, si nos descuidamos, hasta los pseudo-mapuches.
Mi propuesta, entonces, es que el candidato de LA a la gobernación bonaerense compitiera con los de JxC en las PASO, lo cual requería de todos una enorme cuota de patriotismo, pero así la oposición unida vencería. Una carta que quizás permitiría llevar a buen término una negociación sería retirar los candidatos a gobernador en alguna provincia donde LA superara a JxC en las mediciones, y arrebatar así su sillón a algún señor feudal.
Si no hubiera en todos los dirigentes la grandeza que requiere una solución como la que propongo (u otra similar), el enorme costo que pagará el país con un nuevo triunfo del marxista Kiciloff, traducido en una complicada inestabilidad para la próxima administración, recaerá sobre las espaldas de quienes hayan privilegiado su miserabilidad y su ombliguismo, y lo pagarán en futuras elecciones si es que, para cuando éstas lleguen, la Argentina continúa existiendo tal como la conocemos.



ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.



SE DICE
Que muy contadas veces tuvo lugar en la historia de nuestros sucesos una oposición política tan despiadada, tan maquiavélica y tan malintencionada como la que debe enfrentar el gobierno de Lacalle Pou, sitiado e indefenso, con una coalición multicolor para el olvido; complaciente en el "sálvese quien pueda", y muy atenta en recoger las migajas de pan que caen de la mesa del rico Epulón.

Que
salen camiones para Rabat, colmados de legisladores uruguayos interesados en visitar la torre Hassan, un minarete del siglo XII.

Que debe atribuirse a la inoperancia exhibida por el poder político de todos los tiempos que el 50% del agua que se bombea a Montevideo se pierda por el camino.

Que en primer lugar no quedó claro si Leal ofreció o no dinero a los padres de Astesiano, pero en segundo lugar la versión del progenitor en el sentido de que Leal, sin previo aviso, golpeara la puerta de su casa y se limitara a saludar para luego retirarse, luce -por calificarla benévolamente- cuando menos sorprendente.

Que se le dio vuelta la taba; Gustavo Leal pasó de envalentonado testigo a escurridizo y silente imputado.

Que las consideraciones públicas del ministro Mieres con relación al aumento de sueldos y jubilaciones, caída y recuperación del salario real, parecen extraídas de la película de Cantinflas, "Si yo fuera diputado", pareceres que llevan al espectador a desternillarse de risa y carcajada.

Que el senador Carrera embistió a su colega Da Silva; lo acusó de ser una persona muy violenta, y lo habría identificado y definido como Romina Celeste en versión masculina.

 

La historia es historia viva
Por Julio María Sanguinetti. No nos cansamos de repetir la clásica frase de Marc Bloch: "la ignorancia del pasado lleva inevitablemente a la incomprensión del presente".
No nos cansamos ni debemos cansarnos, cuando observamos nuestra América y la democracia en el más amplio espacio del mundo occidental, para comprobar la fragilidad de las instituciones, el debilitamiento de los partidos políticos y -por encima de todo- la confusión del valor básico de la libertad política.
En ese espíritu, el Partido Colorado realizó el lunes pasado una reunión abierta al público de nuestro Comité Ejecutivo Nacional, con un homenaje a las tres figuras protagónicas del recordado febrero "amargo" de 1973: el Dr. Amílcar Vasconcellos, valeroso Senador que no vaciló en enfrentar todo avance militarista con la misma convicción que había rechazado el terrorismo tupamaro; el Vicealmirante Juan José Zorrilla, que chocó frontalmente con sus colegas de armas para defender la legalidad; y el Vicepresidente Jorge Sapelli, que rechazó todas las propuestas de maniobras políticas dirigidas a desplazar al Presidente Bordaberry y procurar una nueva elección, así como no aceptó presidir el Consejo de Estado que sustituyó al Parlamento legítimo.
Una sala de la Convención llena, vivió una jornada de emoción y compromiso. A él estamos respondiendo también con un nuevo libro: "¿Qué pasó en febrero?". Lo vamos a presentar al público este 28 de febrero, en el Hotel Radisson.
¿Por qué esta insistencia?
Porque la sentimos necesaria para una juventud lejana a los episodios, que, del golpe de Estado, y mucho más aún de la guerrilla, solo tiene lejanas oídas. Hay libros, hay debates históricos, pero desgraciadamente se dan distorsiones historiográficas que demasiado se alejan de los hechos.
Tampoco falta quienes, aun de buena fe, sienten ociosa la mirada hacia atrás, cuando, en realidad, somos hijos de esos episodios, vivimos sus consecuencias (aunque no lo advirtamos) y debiéramos lúcidamente asumir su legado para evitar esas confusiones institucionales de que hablamos: como el golpe de estado de Perú, que al ser de "izquierda" es menos golpe, o la deportación de doscientos opositores nicaragüenses injustamente presos, a los que se les otorga el "beneficio" del exilio a cambio de perder hasta su condición ciudadana...
Lo que ocurrió en febrero de 1973, en Uruguay, fue lisa y llanamente el comienzo del golpe de Estado. Fueron días dramáticos, iniciados el día 1º, cuando el Senador Vasconcellos denunció el avance militarista en el país, el Presidente ratificó su voluntad institucionalista pero el Ejército sacó los tanques a la calle, llevó a la caída del Ministro y luego a la rebelión ante su sucesor, el noble General Antonio Francese. La Armada resistió con el bloqueo de la Ciudad Vieja, ofreciendo al Presidente un espacio de fuerza para negociar con los insurgentes. Ante su llamado, el Presidente no logró una convocatoria popular fuerte, aunque mantuvo el apoyo de todos los sectores colorados, aun el más crítico de Vasconcellos; del nacionalismo independiente liderado por Beltrán y de los grupos herreristas del Partido Nacional. El Frente Amplio, en cambio, apoyaba los Comunicados 4 y 7 del Ejército y la Fuerza Aérea; veía "positivo" el involucramiento político de los militares y celebraba que se abriera la posibilidad de un nuevo gobierno de "civiles y militares honestos". Consideraron que la cuestión no era entre "la libertad y el despotismo" o entre "la Constitución y el militarismo" sino entre el "pueblo y la oligarquía", asumiendo que a ésta la representaba el gobierno electo por el pueblo un año antes y que "el pueblo" les incluía a ellos, al sindicalismo y a los militares insurgentes.
Finalmente, el Presidente pide a la Armada el levantamiento del bloqueo, ante la inminencia de un choque armado y en el llamado Pacto de Boiso Lanza acepta la caída del General Francese. Al mismo tiempo, la instalación de un Consejo de Seguridad Nacional, de integración militar, que actuaría junto al gobierno como una suerte de tutela.
Si el golpe de Estado se configura por la subordinación del poder civil al militar, allí comenzó. Pese a que hasta junio sobrevivió el Parlamento, en que se consumó definitivamente la caída constitucional.
El gran argumento militar para el golpe era que "derrotada la sedición armada", se hacía necesaria liquidar la "subversión", consistente en los intereses políticos y económicos que presuntamente estaban detrás. La verdad es que la guerrilla estaba totalmente derrotada, los tupamaros presos y hablar de "subversión" no era más que un pretexto sin fundamento. Nada justificaba el golpe, como nada justificaba la rebelión guerrillera que se inició en 1963, en plena democracia, con un gobierno colegiado de 9 miembros a cargo del Poder Ejecutivo.
Sin embargo, en febrero de 1973 coincidieron los dos extremos: tupamaros y militares golpistas, confluyeron en el ataque a los partidos políticos, el desprecio a las instituciones de la democracia "burguesa" y el combate a la presunta "corrupción" que había en el país. La izquierda política también se extravió y apoyó esa locura. Renunció a que el dilema era "Constitución o golpe de Estado" para servir a es vaga invocación de "pueblo u oligarquía". Y pasó lo que pasa siempre en que se desprecian la Constitución y sus libertades: una larga década de dictadura.
Esa historia está viva. Su lección se dicta todos los días. Quien no quiera leer en sus páginas, la podrá volver a sufrir en vida. Confiemos en que nunca más ocurra. Y en que nunca más, en nombre de la justicia social o el antiimperialismo, se caiga en el despotismo. Como ya pasa en tantos lugares y se amenaza en otros. (Nota que se comparte con Correo de los Viernes)

 



 

 
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