Edición Nro. 2281 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 14 de octubre de 2022
 
 
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¿Es posible que una aerolínea sepa si llevas un AirTag en la maleta?
  • Lufthansa es la primera aerolínea que prohíbe los AirTag en la maleta. Pero, ¿pueden saber realmente si llevamos uno en el equipaje?

(Por Rubén Chicharro) Llevar un AirTag en la maleta cuando viajas es, sin duda, una genial opción para evitar que el equipaje se pierda durante el trayecto. Algunas aerolíneas, sin embargo, no les gusta nada esta idea, puesto a que los usuarios pueden averiguar fácilmente dónde están sus pertenencias y saber si ha sido la propia compañía quien las ha extraviado. Es por eso que empresas como Lufthansa están empezando a prohibir estos dispositivos en sus vuelos, alegando, como excusa, que se trata de mercancía peligrosa.
Los AirTag, recordemos, son dispositivos de localización de objetos, y funcionan a través de la red Buscar, que está compuesta por millones de dispositivos Apple para poder localizar la mochila, bolsa, cartera o cualquier otra pertenencia, sin necesidad de que el iPhone del propietario esté cerca. Si bien cuentan con una pequeña batería (o más bien, pila), esta no es de iones de litio, por lo que no debería ser un problema. Ni siquiera el hecho de que sea un localizador podría ser un inconveniente.

Ahora bien, ¿puede una aerolínea saber si llevas un AirTag en la maleta?
Cuidado al facturar la maleta si llevas un AirTag y la aerolínea lo prohíbe
La única forma de que una aerolínea como Lufthansa pueda saber si llevas un AirTag en la maleta, es si esta se factura. Principalmente, porque son las propias compañías quienes realizan un control del equipaje que va en la bodega de su avión, y este, al igual que el equipaje de mano, también pasa por un escáner de rayos X.
El objetivo es comprobar si en la maleta hay mercancías tóxicas, pero permite ver con detalle los dispositivos del interior. Si hay un AirTag, por mucho que esté escondido entre la ropa, el escáner lo puede detectar. Su diseño, además, es bastante reconocible en los rayos X, puesto a que tiene una forma redondeada y un aspecto curiosamente similar al de un ojo humano. Por tanto, el operario podría detectarlo fácilmente y rechazar el equipaje a menos que la persona extraiga el localizador.
Por supuesto, si el AirTag está colgando por fuera de la maleta y la compañía prohíbe su uso, también pueden rechazar el equipaje si no se extrae.

¿Puede saber una aerolínea si llevas un localizador si no facturas la maleta?
Ahora bien, ¿qué pasa si no facturas la maleta? El control del equipaje de mano en los aeropuertos no es competencia de la aerolínea, sino de la propia empresa que gestiona ese aeropuerto. Como el AirTag no se considera una mercancía peligrosa, puede pasar sin problemas el escáner. De hecho, la compañía que gestiona el aeropuerto de Berlín, ha afirmado que el AirTag no está prohibido, ni siquiera, en equipajes facturados.
En el avión, el personal del vuelo no tiene forma de comprobar si dentro del equipaje de mano hay un AirTag. A no ser, por supuesto, que el localizador esté atado en el asa de la maleta o bolsa. La única forma de saberlo, además de abriendo la maleta, es a través de un iPhone. Para ello, sin embargo, el AirTag debe estar en modo perdido y lejos del propietario.




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Algo más que dos puentes en peligro

...enganchado a ese puente está el caño que transporta el petróleo desde la Boya Petrolera a Montevideo. Con solo moverse el puente, (ya lo hace) podría partirse el oleoducto y adiós Punta del Este todo... Minimizan el problema en su soberbia, y se vuelven ineptos totales...


Disculpen, pero esto me involucra y muy de cerca. Tengo un kiosco en el que vendo de todo para pescar. Estoy allí desde hace 22 años, pero vi construir ambos puentes. Mi kiosco está a 20 metros del puente original. Alquilo lanchas a motor para pescar o pasear por el arroyo arriba, y debido a eso fue que descubrí que en tres días el puente que está para derrumbarse bajó por lo menos un metro.
Llamé a tantas personas, avisando, que ni siquiera sé cual de ellas dio la voz de alarma. Según mi humilde opinión de ignorante en el tema, veo muy difícil la recuperación de "la copia", a pesar de las versiones de los eruditos en la materia. Pero les diré algo más preocupante aún que la posible caída del hoy clausurado. También ha sido reparado en su momento el original y está dañado, soportando todo el tránsito actual.
Nadie hasta ahora se ha preocupado de ver su estado presente.
Toda la atención ha sido para el "herido" visible. Y digo que es más preocupante, porque enganchado a ese puente está el caño que transporta el petróleo desde la Boya Petrolera a Montevideo. Con solo moverse el puente, (ya lo hace) podría partirse el oleoducto y adiós Punta del Este todo. Humedales, cangrejales del arroyo, y a 500 metros está el mar.
¿Alguno de ustedes cree que algun "bocho" bajó de su ego para consultar a quienes vivimos a diario todos los días del año allí?
Menospreciaron a quienes informaron del problema. Nunca vinieron a preguntar si alguno de nosotros sabemos desde dónde y hasta dónde llegan los tensores de los puentes, cosa que sabemos, obviamente. Prefirieron demoler el pavimento cerca de las cabeceras del puente dañado buscando las lingas de acero. Créanme, este tema es muchísimo peor de lo que aparenta a simple vista.
Minimizan el problema en su soberbia, que los vuelve ineptos totales. Tal vez pretendan descubrir qué fue lo que realmente construyó el genio Leonel Viera. Desearía estar equivocado y tener que pedir disculpas, pero lamentablemente soy realista, y muchas personas conocedoras del tema coinciden conmigo. Aclaro cualquier duda si algo no se entendió. Salu2.

Somos lo que somos
Por Julio María Sanguinetti. El 12 de octubre ha sido Día de la Raza, Día del Descubrimiento de América, Día de la Hispanidad, Día del Encuentro de Culturas, Día de la Resistencia Indígena y hoy, entre nosotros, Día de la Diversidad Cultural.
Naturalmente, lo de "raza" hace tiempo que fue sepultado por su peligrosa contaminación con las tendencias reaccionarias que han llevado las diferenciaciones biológicas al terreno de presuntas superioridades intelectuales. Lo de "hispanidad" es muy limitativo (por excluir a Brasil) y todo el resto han sido circunloquios para recuperar históricamente la América Precolombina que se vio sorprendida por la presencia de esos extraños hombres vestidos de armaduras que bajaban de unos barcos muy distintos a sus canoas.
El respeto a quienes aquí estaban no invalida el hecho fundamental de ese "descubrimiento" para una cultura europea que se extendía por el mundo en los siglos XV y XVI con un liderazgo de España y Portugal, despertando naturalmente el celo holandés, francés y británico que le siguieron en la aventura. Primero fue el descubrimiento y luego la colonización. En esa enorme América vivían numerosos pueblos no conectados entre sí, donde se experimentaban también procesos de asentamiento y dominación de los más fuertes. Los aztecas y los incas fueron los constructores de grandes civilizaciones, extendidas por vastos territorios en los que sometieron a numerosos pueblos más débiles militarmente. Fue un proceso complejísimo que abrió lugar a un activo mestizaje que incluyó luego el forzado poblamiento africano, paradójica víctima del impuso humanitario de quienes defendían la condición de los indígenas.
Lo que no puede negarse es la enorme relevancia que tuvo el episodio del "descubrimiento". Llamemos como que le llamemos es un hecho fundamental desde el ángulo que se le mire, geográfico, político, humano, económico y hasta gastronómico, cuando fue la papa la que salvo del hambre a varios pueblos europeos y el chocolate el mejor regalo para los paladares. También es innegable que ese proceso incorporó América a la civilización occidental, que integramos.
El cuestionamiento a la conquista se lo planteó España no bien llegó. Ningún otro imperio vivió ese debate con la intensidad y honestidad que allí ocurrió. Y no está de más recordar que España trajo aquí todo lo que tenía, empezando por las Universidades, que tempranamente fertilizaron la vida cultural. También vinieron sus carencias, más allá de su voluntad.
No se puede discutir con los hechos. El avance científico y tecnológico, que había generado conocimientos y prácticas que habilitaban a la navegación oceánica, hacía inevitable que ocurriera lo que ocurrió. Sería España, Portugal, Holanda o quien fuera, pero que eso acontecería era ineluctable. Como lo fue cuando los romanos impusieron su autoridad en Europa, con su superior capacidad administrativa, militar y tecnológica que sobre el cimiento de la cultura griega había llevado a una construcción gigantesca para su tiempo.
Celebrar que pertenecemos a la cultura occidental y que hablamos español no por casualidad, bastan para darle al 12 de octubre el valor supremo de lo fundacional. No se sustenta, por lo tanto, ese complejo de culpa que se cultivó, especialmente a partir de 1992, cuando se cumplieron los 500 años del episodio y la intelectualidad marxista en repliegue encontró en el indigenismo una bandera a explotar demagógicamente. Que los pueblos precolombinos merecen todo el respeto y consideración, no hay duda. Como tampoco que muchos rezagos sociales de su sojuzgamiento llegan hasta nuestros días, desafiándonos con dos siglos de independencia que deberían haber bastado para lograr una mayor igualdad. Asumamos también, entonces, nuestras responsabilidades históricas. No para autoflagelarnos sino para comprometernos en un esfuerzo de educación y proyección social que supere las desigualdades heredadas.
En una palabra, somos parte de esa cultura, que no se quedó en Cervantes y Lope de Vega. Porque americanos son García Márquez y Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Onetti, continuadores de los notables caminos que abrieron otros grandes como José Enrique Rodó o Domingo Faustino Sarmiento, Delmira Agustini, Gabriela Mistral o Sor Juan Inés de la Cruz.
Reflexionar sobre esos cinco siglos, mirar lo que es esa construcción notable de nuestra América, anglosajona en el Norte, ibérica en el Sur, mestiza toda ella, es lo que nos impone el 12 de octubre. Lamentando esas visiones rencorosas y antihistóricas que reniegan de nosotros mismos. Asumir el pasado es el solo camino para entender el presente y poder seguir andando. (Nota que se comparte con Correo de los Viernes)



 



 

 
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