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Ricardo Juan Lombardo |
El bien hay que hacerlo bien
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Las políticas sociales son un fracaso. Luego de diez años de una prosperidad caída del cielo debido a la coyuntura internacional inusualmente favorable, los resultados son alarmantes.
Hay 2000 personas en situación de calle; 333 denuncias en 2016 de abuso sexual de menores; enfermos mentales devorados por los perros en instituciones del estado; funcionarios procesados por torturas en el cuidado de menores infractores; cuatro personas especialmente dependientes de cuidados muertas por traslados precipitados.
La política asistencialista no ha ayudado a la gente a salir de la pobreza o la indigencia. Por el contrario, la ha hecho dependiente del favor oficial y de la limosna de los funcionarios.
Unos 36.000 jóvenes de entre 14 y 29 años están fuera del sistema educativo y el mercado laboral. Son los ni ni, que la sociedad parece haber abandonado a su suerte y a constituirse en la infantería de los peores vicios sociales.
Aunque el Ministro de Trabajo se muestre satisfecho con la tasa de desocupación, basta recorrer el país para calibrar la cantidad de subempleados que quedan ocultos en las estadísticas divulgadas: miles de cuidacoches, hurgadores, limpiavidrios en las esquinas, etc.
No se puede estar “satisfecho” ni mínimamente con la situación social. Algunos se vanaglorian con el éxito de la temporada turística, y parece que los más necesitados les resultan invisibles.
No creo que nada de esto sea producto de intenciones aviesas, sino de una aguda incompetencia.
Como decía Denis Diderot: “No basta con hacer el bien, hay que hacerlo bien”.
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Carlos Asecas |
Tolerancia Cero |
La instalación de cámaras de video por parte de la IMM ha sido una medida acertada y largamente esperada por quienes somos respetuosos del reglamento vial y veíamos una total permisividad de parte de las autoridades correspondientes.
Con este sistema quienes se creían “vivos” les va a doler en el bolsillo y eso ayudará a un mayor respeto de las normas evitando de esa forma accidentes.
Igualmente creo que se debería legislar y establecer que después de las segunda multa en infracciones graves, la persona deba ir ante el juez y cumplir tareas comunitarias.
Esto lo digo por un caso del cual tuve conocimiento. Una persona circulaba de Montevideo a Punta del Este a 160 kms por hora y fue detenido por un funcionario de Policía Caminera. Cuando éste estaba redactando la multa el infractor le dijo que hiciera dos boletas, pues cuando volviera iba a pasar a la misma velocidad por la que fue detenido.
Estoy seguro que de estos casos debe haber un monton, pues son personas con alto poder adquisitivo, que no les importa el pago de una multa, por más alto que sea su monto, sino que se sienten contentos en su ego, por haber violado el sistema y salir airosos, sólo abriendo la billetera.
La IMM ha dado abundante información con respecto a las multas aplicadas y otros detalles, pero eso sí nos gustaría saber si este sistema también se aplica con los taxis y el transporte colectivo e interdepartamental, que son los que más infracciones cometen. Basta pararse en cualquier esquina de Montevideo y ver los disparates que hacen algunos choferes, los cuales no parece que tengan libreta profesional.
La excusa que esgrimen es siempre la misma: estamos trabajando. Eso parece que les da carta blanca para hacer lo que quieren y parece que no saben que hay otros que también trabajan en la calle y no hacen esos disparates.
También tenemos el caso de las motos que son kamikazes en dos ruedas, los cuales no tienen matrícula en la parte delantera y en muchos casos, tampoco en la parte trasera. Muchas de ellas son armadas con piezas robadas, por lo cual no tienen identificación. Ya que la IMM cuenta con este sistema también se podría aplicar para controlar la circulación de vehículos en la senda exclusiva para los buses y se debería exigir que la detención de vehículos en los semáforos se haga en las franjas pintadas en el pavimento, pues muchas veces los peatones deben poner en peligro su integridad física, al cruzar sobre la transversal, pues los vehículos se detienen demasiado adelante. El director de tránsito, que proviene de la UNASEV, parece tener buenas intenciones. Ojalá no reciba presiones para bajar las exigencias.
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ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.
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Tiempos de caza
En tanto se demora inexplicablemente la inauguración de la vía perimetral que une la ruta 39 (Maldonado-San Carlos) con la carretera a El Jagüel, (Barrio Córdoba, Centro de Convenciones, Beverly Hills, Lugano, San Rafael y Golf), los inspectores municipales de Maldonado están de fiesta, en la temporada de caza turística mayor más productiva de los últimos años.
Al trabajo incesante y aplicado de los funcionarios, a quienes preguntamos si para redoblar su celo profesional reciben jugosas tajadas de hasta el 60% de las multas que apliquen, como ocurre en Canelones, se unen las cámaras de video y radares colocados masivamente en la costa platense y atlántica de Punta del Este.
¡Flor de martillazo se llevará el turista cuando intente regresar a sus lugares de origen, mazazo que no será amortiguado por las puntuales devoluciones del IVA, magras en el volumen general!
Libreta en mano, de a dos y de a tres, los inspectores multan implacables a quienes infringen las normas establecidas; la severidad en la aplicación de sanciones es encarnizada, y bien puede afirmarse que la Intendencia de Maldonado recogerá los frutos de la definida mejor temporada turística de los últimos tiempos. Esperemos que no los desperdicien.
Yendo a hechos, y por ejemplo, los radares montados en la parada 18 de la Brava fotografían la circulación de los automóviles que transitan la costa atlántica de Punta del Este. Impecable hasta aquí, y muy bien el celo puesto por la jerarquía comunal en identificar a los conductores en momentos de auge de la delincuencia en todo el país.
La puñalada trapera, por debajo del poncho, el trampero colectivo, está dado en que la circulación vehicular está limitada a 60 quilómetros, velocidad ridícula en un tramo que, medianamente despejado, se puede transitar sin riesgo a 80 y 90 quilómetros por hora.
A estas velocidades, precisamente, circulan diariamente centenares, si no miles, de automovilistas que no tienen la menor idea de que están siendo sancionados. Y no solamente en la Brava; también en la Mansa, en donde sin riesgo y fuera de picos se transita regularmente a velocidades superiores a las establecidas.
Otro ejemplo está dado en los espacios que deben dejarse libres para utilización de minusválidos.
Allí se “posa”, pese a la cartelería, un vehículo tras otro, separado en el tiempo por la multa de los inspectores que atisban en cercanías. El cartel de señalización es insuficiente. Pasa inadvertido en el conjunto de los automóviles estacionados.
Y en la calle, borroso y sucio, prevención de vieja pintura no identifica con claridad el espacio reservado al impedido.
Como estamos en vacaciones escolares, apenas la sugerencia: en la cabecera (si se estaciona de punta), y laterales (si se aparca de costado), colocar con mayor destaque un cartel bien visible que indique a quién está reservado, sin perjuicio de pintar de rojo furioso los cordones.
Multen el estacionamiento parcial en doble fila; a todos aquellos que interrumpen la circulación ágil de los automóviles en el embudo peninsular. Multen a quienes ingresen a alta velocidad por la calle 24. Multen a quienes salen disparados por la 20.
¡Caza mayor! ¡Caza al turista! “¡Nada te turbe, nada te espante!” ¡Sólo Dios basta!”
Ricardo Garzón
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ENERO de 2017
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