La situación en el Mercosur tiende a irse aclarando aunque queda más de un trabajo por realizar para retornar a la normalidad. En las  ultimas dos semanas dos actos eleccionarios, uno  en Venezuela, otro en Paraguay, cerraron un capitulo. El primero de los países, cerró un capítulo que se abrió con la penosa enfermedad de su presidente y su posterior muerte. No sin serias sospechas de fraude, Maduro logro por escaso margen vencer en un país cuyos datos muestran que se encuentra perfectamente dividido a la mitad. Los demás países latinoamericanos en mayor o menor grado han aceptado el resultado y el nuevo gobierno ya se instaló formalmente
En Paraguay resultó electo el candidato colorado opositor, Cartes, sin que existan al momento impugnaciones acerca de la limpieza del acto eleccionario. Se cerró así el capítulo de la destitución de Lugo y el cierre del periodo de gobierno por parte de su vicepresidente.  Es de esperar que los guardianes del MERCOSUR no impugnen  las mismas, basados en el hecho que quien ganó no integra la línea progresista.
Paraguay se encuentra al momento suspendido en su participación en los órganos de MERCOSUR, no así en su calidad de miembro, que nunca la perdió.
En agosto, cuando Cartes asuma formalmente, podría reclamar su retorno a los órganos antes mencionados. ¿Reclamará lisa y llanamente su retorno o deberá negociar antes cómo y en qué condiciones lo hace? ¿Le pedirán formalmente el resto de los miembros su regreso y le darán las disculpas del caso?
No hay que olvidar que durante su suspensión se dio ingreso a Venezuela en forma irregular, o sea sin su aprobación. Reingresar sin más, implicaría tácitamente aceptar lo decidido por los otros tres países que a su vez lo suspendieron; sería reconocer que Lugo fue destituido irregularmente y que por tanto fue correcta la sanción. Podría también este nuevo Congreso paraguayo votar el ingreso de Venezuela al bloque, que al ser un nuevo Congreso no se sentirá atado por lo resuelto por el anterior cuyo mandato ya terminó. Esta podría ser una salida, tal vez la más honorable, lo que salva más la honorabilidad del pueblo paraguayo. Liberar de esta manera un escollo que hoy existe, sería aceptar la permanencia de Venezuela y la regularización de su situación.
A todo esto sumemos que a partir de junio asume Venezuela la presidencia pro tempore del MERCOSUR. O sea, pasa a presidirlo un país que esta erróneamente ingresado pues Paraguay nunca aceptó su ingreso.  Tendrá que solicitarle entonces a Venezuela, miembro al cual no reconoce, el reingreso, para que lo acepte. ¡Qué paradoja! ¿No?
¿Aceptará esto el país guaraní?  Veo difícil  que lo haga. O tal vez aproveche la oportunidad para cambiar efectivamente su status, pasando a ser un estado asociado al igual que Chile. Creo que ha quedado en inmejorables condiciones como para negociar esto y quedar con las manos libres para celebrar otras alianzas estratégicas. La oportunidad, el argumento, la excusa, se le dio. Solo tendría que dar un paso. Ante la situación en que está, variados serían los argumentos que tiene como para desembarazarse de los acuerdos que lo unen al Mercosur. Se evitará entonces tener que reconocer a Venezuela, permanecer sentado a su lado y validar todos los actos emanados de los distintos órganos durante su suspensión.
Todo este lío lo hicimos por solidaridad para con un Presidente con el cual tenía el gobierno actual coincidencias ideológicas, aunque era un desprolijo en lo institucional y en lo personal. Como así también, quedar bien con el fallecido presidente venezolano, de cuyas convicciones democráticas mucho hemos dudado. Creo que al finalizar esta administración, a muchos vamos a tener que pedir disculpas por los errores y dislates cometidos. No se puede graciosamente hacer lo que se hizo con un país soberano, que además, en ningún momento ha sido acusado en los organismos internacionales a los cuales pertenece de haber roto o violado  la institucionalidad. Me pregunto a esta altura: ¿valió la pena?

El reciente establecimiento de una tasa de embarque interna en Brasil, de 11 dólares, que se suma a la internacional que, como en la mayoría de Sudamérica no discrimina distancias a volar, de 42 dólares, junto a la paraguaya de 35, y otras similares, que se suman a impuestos adicionales internos, que orillan entre los 5 y 8% sobre el valor del pasaje, conspiran según los operadores y especialistas contra el desarrollo aeronáutico-regional, al menos en distancias menores a los 900 kilómetros, dependiendo también  de otras variables, como horarios o accesibilidad de compra.
Una de las rutas que nunca consiguió estabilizarse, más allá de temporadas altas, es Montevideo-Rosario (Argentina). No obstante, ambas ciudades superan largamente el millón de habitantes, cada una, y mantienen diversas actividades en común. La otra línea irregular, a no ser en períodos determinados, es Montevideo-Porto Alegre. En cualquiera de las dos, no es raro que impuestos y tasas orillen o, en el caso de Brasil, superen -con el 7,5% de impuestos internos uruguayos- los 100 dólares de gastos adicionales. Otro tanto ocurriría en las rutas entre Rosario y el sur de Brasil.
Desde hace más de una década, usuarios, prensa especializada y operadores, luchan por establecer una tributación y un tarifario aeroportuario (para el pasajero y las aerolíneas) ponderado especialmente para la región, sin éxito, o , en su defecto, poder usar, donde sea posible, aeropuertos alternativos, en lo que tampoco los reclamos son oídos.
El tema no resuelto es un obstáculo real para la consolidación y el desarrollo de la aviación regional, aunque los respectivos gobiernos lamenten -al menos en público- las carencias en la conectividad existentes.

Vamos al grano directamente porque con este tema no se puede andar con rodeos o preámbulos para iniciarlo. La vida nos ha mostrado cuanta gente jodida habita este territorio, y lo digo así porque no lo puedo llamar país, cuando no se tiene sentido de pueblo siquiera, que es la piedra fundamental sobre la que se construye una identidad histórica, y después, un país.
Empezamos mal cuando un montón de gente jodida mató a los pocos indios que habitaban su tierra, y así se dañaba un eslabón de historia real donde la falta de decencia no le importó a muchos…
Defectuosos fuimos creciendo sin darnos cuenta de que genes de jodidos irían desparramándose entre nosotros. Hoy, mucha gente escribe la historia reciente llena de mentiras. Son una parte de los muy jodidos del presente.
¿Y qué es ser jodido? Ser jodido es tener flaqueza frente a lo justo y negarlo; es reírse de la desgracia ajena; es negar la realidad por no aceptar el equívoco; es entender la realidad y no tomar medidas por estar atado a dogmas o filosofías que no son universales; es atender al interés mezquino; es ser falso; es ser hipócrita; es la incapacidad de enfrentar a un compañero que está equivocado; es ser esclavo de una debilidad consciente en el momento de hacer justicia; es permitir y darle lugar a la existencia del jodido aceptándolo como tal; traicionar y jactarse, y tantas otras definiciones que podrán caber. En resumen, diría que es la ausencia de nobleza en la composición de la personalidad de un humano.
Y este territorio llamado Uruguay está plagado por el “jodido “ que se reparte en todas las clases sociales, en todas las oportunidades culturales, en todas las posiciones económicas, en todos los partidos políticos, en todas las religiones. Visto así, es algo inmenso que se distribuye en el todo.
Es una gran caries que debilita cualquier cimiento y que condena de por vida una sociedad.
Pero pienso que si aceptamos todo esto como algo normal y componente de nuestra estructura, entonces sí estamos totalmente perdidos.
Tal vez deberíamos darnos una chance de al menos revertir en lo posible las proporciones de injustos.
Y creo que puede ser posible desde que la sociedad afectada por el jodido reaccione en su propia defensa. ¿Un indigente es jodido por recibir ayuda del gobierno en la forma que sea? No, jodido es el gobernante que miserablemente mantendrá a ese individuo en su misma y continua carencia intelectual y física para que de por vida le dé su voto. ¿Es jodido un policía que en el momento de una captura increpe al maleante? No, jodida es la sociedad que permite que sus malos gobernantes distorsionen las realidades en pro de defender una irreal filosofía política. ¿Es jodido el contrabando hormiga en pueblos fronterizos? No, jodido es el gobernante que para mantener tetas y desórdenes administrativos injustificables aplica impuestos irreales lejos de un contexto internacional de precios. ¿Cuándo muere un representante sindical de muerte natural y ese sindicato para todo un país por un día entero, ¿eso es ser jodido? Sí, eso es ser muy jodido. Pero me animaría a opinar que más jodido que esa acción, es la callada tolerancia con que se aceptan estos exabruptos por parte de los afectados por la medida. Le llamaría, a este tipo de gente,  jodidos pasivos.
Cuando el Uruguay sufrió la llegada de sus propios terroristas desconociendo toda existencia de institucionalidad y legitimidad de la vida pública, podemos afirmar que esas gentes eran jodidas.
Pero si colocamos en la balanza, hasta me animo a decir que más jodidos fueron los políticos de turno que en un desborde de imbecilidad amnistiaron a todos estos elementos y les permitieron recobrar todas las capacidades cívicas al punto de tornarse políticos, gobernantes y hasta máxima autoridad.
Me viene a la memoria el episodio cuando un Ministerio prohibió y obstaculizó al máximo el uso de un equipamiento de medicina de última generación por el solo hecho de haber sido incorporado por una institución privada. Esta es una muestra perfecta donde la estirpe del jodido está inclusive por arriba de una equivocada visión dogmática partidaria.
Y así podríamos pasar horas clasificando por jodidos activos, jodidos pasivos, actividades jodidas, pro jodidas, orígenes del jodido, genética del jodido, proyección y avance a futuro del jodido, grado de perjuicio afectando nuevas generaciones, etc., etc.
Esta sociedad precisa de una vez por todas crecer cívicamente, en la madurez de no tolerar más las injurias de aquellos que por imponer sus intereses o deformaciones cívicas, sean cuales fueren, desvirtúen  la historia, la lógica, la razón, la espiritualidad, la equidad, la libertad, la nobleza, la justicia, el derecho y las obligaciones.
El futuro de la sociedad uruguaya tal cual hoy funcionan las cosas, está irremediablemente condenado al fracaso, a permanecer en el infructífero desgaste de las sin razones porque lamentablemente tenemos una muy extensa infiltración del jodido en todos los espectros de la sociedad, potencializada todavía más por la sobrepoblación de jodidos en toda la estructura estatal y de gobierno.
No hay mayor abuso sobre sí mismo que la pérdida de vida por tolerar el desmande y la incapacidad de los otros. ¿Cabe a quién superar este estado de descalabro?
Sin embargo, no por todo lo dicho tenemos que desestimularnos.
Ánimo, mañana podremos estar peor.