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EL OBSERVADOR - URUGUAY |
Presidente del Centro Militar dice que hay condiciones para que militares vuelvan al poder |
- Carlos Silva asegura que Uruguay va a desaparecer en 50 o 60 años por el matrimonio igualitario
El presidente del Centro Militar, Carlos Silva, aseguró que están las condiciones dadas para que los militares vuelvan a tomar el poder en Uruguay porque no hay democracia. “No hay democracia, no. Porque no se respeta lo que la gente quiere, no se respetan los plebiscitos, las decisiones populares”, dijo.
El coronel retirado aseguró que los militares podrían volver al poder “cuando no se respeta la democracia, como ahora”. Además, aseguró que en Uruguay no hubo una dictadura entre 1973 y 1985 sino un “vacío de poder” que fue culpa de los políticos “que no supieron manejar la situación” y que Gregorio Álvarez, que falleció en prisión en diciembre de 2016 por cometer graves violaciones de los Derechos Humanos, no fue un dictador.
Álvarez ocupó el poder de forma ilegítima entre 1981 y 1985 y fue uno de los principales impulsores del golpe de Estado de 1973. En 2007 fue condenado a prisión por reiterados delitos de desaparición forzada.
Además, según Silva no existió el terrorismo de Estado, actualmente hay “más muertos y menos control” y el gobierno “se preocupa por los derechos de los delincuentes”. “Hay que ver qué es más terrorismo de Estado”, cuestionó entrevistado por Montevideo Portal.
Consultado por si a él le gustaría que los militares volvieran a tomar el poder, Silva aseguró que lo que él quiere es que los políticos hagan "lo que tienen que hacer" y manejen "el país como deben manejarlo” mientras los militares cumplen “las funciones” que tienen que cumplir. “Eso es lo lógico pero no está pasando”, agregó.
El presidente del Centro Militar dijo que comparte la visión de su antecesor de que el Movimiento de Participación Popular (MPP) está armando a mucha gente en barrios marginales para que si la izquierda pierde las elecciones salgan a la calle en su defensa. Además, dijo que el subsecretario del Interior Jorge Vázquez es un “torturador”.
Sobre el ministro de Defensa, Jorge Menéndez, dijo que es un “burócrata” y un “incompetente” y aseguró que las Fuerzas Armadas extrañan a Eleuterio Fernández Huidobro, ex ministro de Defensa fallecido en agosto de 2016.
Bolsonaro
El coronel retirado también defendió al candidato a presidente de Brasil, Jairo Bolsonaro, y dijo que tanto él como el candidato a vicepresidente el general Hamilton Mourao le merecen “el mayor de los respetos y tienen vocación política”. Consultado por el discurso misógino, xenófobo y racista del candidato brasileño, que fue el más votado en la primera vuelta, Silva contestó que hay que ser “tolerantes con él” y con el “librepensamiento de las personas”.
“Los demás no quieren ser tolerantes con él”, dijo respecto a que Bolsonaro no es una persona tolerante.
Matrimonio igualitario
Silva dijo que es partidario del “orden natural, de la cultura occidental y cristiana” y que está totalmente en desacuerdo con las políticas de género. “Tenemos que tener claro que el Uruguay va a desaparecer en 50 o 60 años de acuerdo a estudios internacionales, por la incapacidad de mantener a la población”, apuntó y explicó que las “políticas de género” y el aborto están fomentando que desaparezcamos como sociedad.
Búsqueda de desaparecidos
La búsqueda de personas detenidas desaparecidas durante la última dictadura es, según Silva, un “gastadero de plata y un curro con todas las letras”. Según dijo, se está “gastando un dineral” para hacer agujeros y no van a encontrar nada porque “no tienen información ni hay quién se las dé”.
Consultado sobre por qué los militares no dan esa información, aseguró que aquel que tiene información “no va a decir: Mire, yo hice desaparecer a uno”. |
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Asuntos internos |
Con el Ministro de Relaciones Exteriores ido de mambo, desmedido y desubicado, llega tarde la disposición presidencial a su equipo de gobierno de mantener cautela, y no inmiscuirse en los asuntos internos de Brasil.
No le debe haber hecho gracia a Bolsonaro que el Canciller del Uruguay, imprudente a carta cabal, haya lanzado al mundo, urbi et orbi, un día antes de las elecciones: “esperemos que las encuestadoras le erren como les han venido errando históricamente”, refiriéndose en concreto a los sondeos que pronosticaban que Bolsonaro sería el candidato más votado.
No conformes, nada menos que la Vicepresidente de la República calificó de “desgracia” la votación de Bolsonaro, y que el resultado es casi un retorno a lo dictatorial”.
Amplió: “…tendría que movilizarse el 20% de las personas que se abstuvieron, que son 30 millones de votos… es una desgracia el resultado”.
A galope tendido consideró que Bolsonaro es parte del problema en el que estuvo inmerso Brasil en los últimos años, y aseguró que el candidato no valora el sistema democrático…”
La Ministra de Educación y Cultura depuso una chicana política señalando, sin nombrar a nadie, que en las futuras elecciones uruguayas puede haber un Bolsonaro…
La Ministra de Turismo, Liliam Kechichian, vomitó en las redes: “Tremendo Brasil!!! Me duele!!! Lo que sucede cuando la política deja de ser limpia y trasparente y cuando la ética se mancha. Viene lo peor disfrazado de antisistema. Ahora tres semanas para defender la democracia y la libertad”.
¿Cuál democracia, ministra. Con “C” o con “K”? Son diferentes, ¿sabe?
¿Y a qué le llama libertad? ¿Al populismo? En rigor, este ismo constituye un impedimento al desarrollo generacional de las sociedades. Es el riñón enfermo y condenado de un movimiento nacido en 1990, Foro de San Pablo, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil (Lula) y Fidel Castro, y constituido para reunir, solapado y travestido en las cúpulas, al zurdaje latinoamericano para hacerse del poder político en América Central y del Sur.
Con Hugo Chávez en Venezuela se constituyó el primer gobierno de izquierda en América Latina, y primer gobierno de un partido miembro del Foro de San Pablo, a imagen, semejanza y doctrina de la desaparecida Unión Soviética.
A rueda siguieron Lula y Tabaré Vázquez, entre otros, -mentiroso contumaz el “oriental”-, dividido en dos el Uruguay por la gracia frenteamplista de profundizar la grieta orientada firmemente a separar a los “buenos de los malos”.
A cada cerdo le llega su San Martín, y hoy el Uruguay ha quedado en el medio de dos países que pretenden devolverle la gobernabilidad y la democracia representativa a un continente que se emborrachó con los espejitos de colores y la corrupción más desenfrenada que se haya visto desde el Río Bravo hasta la Patagonia argentina.
Funcionarios del gobierno, acicateados por los dichos irresponsables de un Canciller ligero en lenguas, se animaron sin medir consecuencias, -que por cierto las habrá-, a inmiscuirse en los asuntos internos del Brasil. Se han entremetido porque sí; meteretes a los que nadie llamó, verdaderos chusmetas.
Es grave e irreparable, todo un atrevimiento, que la Vicepresidente del Uruguay califique de “desgracia” la votación de Bolsonaro. Es una irreverencia, una insensatez, una insolencia que no tiene antecedentes en la historia política y diplomática del país.
Si Bolsonaro accede a la Presidencia de Brasil, el Ministro Nin va a tener que ir a la asunción del mando, exponiendo al país a un desaire monumental como directa consecuencia de sus dichos. Y quizás asista también el Presidente Vázquez, otro potencial candidato al desdén y menosprecio, armado en abrazos de cinismo.
La corrupción de los gobernantes brasileños, con Lula y Dilma Rousseff a la cabeza, pegó mortalmente al PT. Depravación política, económica y moral que obligó al ciudadano brasileño a votar masivamente contra el sistema.
Bien se aplica y a lo más: “aquellos polvos trajeron estos lodos”.
Ricardo Garzón |
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