Parafraseando a Artigas, después de doscientos años, "la cuestión es solo entre la libertad y el despotismo".
Despotismo denunciado por el prócer, andando décadas y centurias, que dejó a nuestras generaciones a merced de estos gobiernos latinoamericanos populistas, improvisados, rencorosos y divisionistas, que hoy hacen agua por imperio de políticos y sindicatos del partido de gobierno, que han convertido a la república en un berenjenal, inducida la población a un estilo de vida que nada tiene que ver con nuestras libertades y tradiciones.
Populismo le llaman, que en Venezuela, por ejemplo, tiene a la población absolutamente sumergida, en tanto el mandatario inmaduro justifica con irresponsabilidad suprema la escasez general de productos alimenticios, de la pasta de dientes y del papel higiénico. Esa vida miserable y colectiva lleva pretexto en la revolución bolivariana, y en el énfasis de los discursos que pronuncia el gorila de turno.
En el Uruguay, a la luz de lo que acontece en la vecina orilla, (el Sol de Diciembre sustituyó el de Mayo), advertimos un presidente obligado a bailar la música desafinada de los sindicatos y legisladores rebeldes de su propio partido, barbaridad que llevan a extremos todas estas agrupaciones políticas del palo, y de funcionarios públicos enarbolados en la desobediencia, en tanto la población mira indignada e impotente el auge ya incontenible de la delincuencia.
Comprometida a extremos la seguridad ciudadana, el gobierno populista fomenta la vagancia y los enfrentamientos entre los ciudadanos; también la pobreza consentida y estimulada, en tanto crecen vertiginosamente los asentamientos suburbanos y los barrios periféricos, sin que se atisben soluciones de vivienda, educación, más escuelas y liceos, agua potable y saneamiento.
A propósito, desapareció del país el agua potable. Ríos y lagunas están contaminados, y cualquier tipo de solución que encaren los organismos competentes llega tarde.
Los niños de esas poblaciones suburbanas han hecho público, en distintas instancias, que su meta, su objetivo, es ingresar en el narcotráfico. La vida de los sicarios colombianos y mexicanos, de Pablo Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha, suscitan el interés de miles de adolescentes que abandonaron los estudios y que vagan todo el día sin tener nada que hacer. La pelota y la cometa fueron sustituidas por la actividad criminal, con niños y adolescentes matones que se juntan en todas las esquinas.
El consumo de pasta base, marihuana y cocaína se adueñó de los asentamientos, sin perjuicio de que se insinúa a nivel de los pueblos sudamericanos creciente resistencia al populismo, con gobernantes en situación y riesgo de juicio político, o mejor aún de derrota por el voto, como traducen Argentina, Brasil y Venezuela.
El despotismo sindical debe ser puntualmente combatido. Los remedios caseros, que llenaron la boca de los impresentables, Mujica, Chávez, Maduro y Cristina Fernández, con la bandera del populismo desplegada a todo lo que da, se juntan con la pobreza extrema, con la corrupción entronizada, y con la desobediencia republicana que ha encarnado en los estudiantes de todos los niveles, en los docentes, y en el elenco político del partido de gobierno subordinado hoy al mandato del PIT CNT.
Ricardo Garzón

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