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| El gato mostró las uñas |
Autocalificada "orgullosa de que Secundaria le abra las puertas a todos los jóvenes del Uruguay", la directora general del organismo cuestionó con ligereza que merece crítica y terminante rechazo, los resultados educativos de los liceos públicos de gestión privada como los son los liceos del Jubilar, Providencia e Impulso.
Mostró sus uñas el gato, que debió haberse llamado a respetuoso silencio, habida cuenta que cualquiera de las tres instituciones que cuestionó constituyen vivo ejemplo para la inmensa mayoría de los decadentes liceos públicos que existen a lo largo y ancho del territorio nacional.
Claro está que detrás de las uñas exhibidas por esta distorsionada descendiente de los grandes felinos que hicieron a la mejor historia y gloria de la Educación Secundaria en el Uruguay –nos referimos, entre otros varios, a Eduardo de Salterain, Alberto Rodríguez, Héctor D’Elía y Walter Schettini- se advierte una enseñanza en cuesta abajo, tsunami que arrastra a los docentes, a los alumnos y a las familias uruguayas que envían sus hijos a liceos públicos.
La directora general, “orgullosa de que Secundaria le abra las puertas a todos los jóvenes del Uruguay”, no reparó en que quedan por el camino miles de jóvenes que desertan de la Educación; que quienes logran egresar del ciclo básico lo hacen bajo el paraguas del analfabetismo, dado que no comprenden la lectura; y que los planes de estudio son lisa y llanamente un desastre.
En cuanto a la tasa de repetición, vale mostrar que mientras que en el Jubilar alcanza el 6%, en el sector público supera el 30%. Y va en aumento.
Ríos de tinta se han escrito sobre este caos que mal gobierna las instituciones educativas de la enseñanza media, razón por la cual no vamos a abundar en este editorial.
Adrede, la frutilla del postre, derivada de la irresponsabilidad con que el sistema político comprometió la educación y la cultura uruguayas, dedicamos un párrafo más para insistir que en mala hora se aprobó que los docentes tuviesen cabida en los órganos de dirección de la enseñanza escolar y media, algo así como mezclar la biblia con el calefón.
Las imprudentes y tendenciosas manifestaciones de la directora general tuvieron inmediata y condigna respuesta, nada menos que del Arzobispo de Montevideo, flamante cardenal de la Iglesia Católica, Daniel Sturla. La autoridad eclesiástica defendió con vigor la permanencia del Jubilar, y le sirvió la segunda taza de leche al gato, al sostener públicamente que es necesario generar más centros de este tipo, y que está de acuerdo con la creación del liceo del sindicato de la bebida.
Por las dudas, y para finalizar, digamos, en muy breve compendio, que la Iglesia ha sido protagonista de la educación de los orientales, aún antes de la Independencia. Ha sido protagonista de la Escuela de los Jesuitas en Colonia y Montevideo, pionera esta última en la enseñanza agropecuaria con la Escuela Agrícola Jackson.
Ha fundado la primera universidad del país, nada menos que la Universidad de la República, (Udelar), ley del padre Dámaso Antonio Larrañaga.
Décadas después, coronó y reafirmó la enseñanza universitaria la Universidad Católica del Uruguay.
Los Talleres de Don Bosco y la obra socioeducativa del Tacurú, son experiencias que el Estado apoya, sin perjuicio de que ha echado al abandono cualquier tipo de asistencia a la educación formal.
Con desquicio, desde la entidad rectora de Secundaria, con probado desconocimiento, se critica sin fundamento patriótico ni democrático el Liceo Jubilar, Providencia e Impulso, cuestionándose igualmente el Liceo Francisco de Paysandú, modelo educativo de la Federación Obrera de Empleados de la Bebida (FOEB)
En el recuerdo del generalísimo Robert Nivelle, héroe de la Batalla del Verdún cuando la Primera Guerra Mundial, en este tema, señora, “¡No pasarán!”.
Ricardo Garzón |
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