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| Jorge Azar Gómez - Ex representante de Uruguay ante ONU |
| Mujica condonó, pero no condenó |
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Mujica quiere condonarle la deuda de U$S 31 millones al decano dictador Fidel Castro.
Escribo estas líneas, para tratar de coordinar el pensamiento, entre todos, orientado a la búsqueda de fuertes razones que hagan a un lado la previsible reacción ciudadana de perplejidad ante los abusos de un gobierno recaudador y corrupto.
Vemos que el clientelismo, en política internacional, es una práctica enviciada y degenerada que se alimenta con dineros públicos que salen de la recaudación impositiva, sumas aportadas por los orientales de a pie pero que son desviadas para favorecer el poder político.
Mujica y su equipo de gobierno consideran a los ciudadanos como una enorme masa, sumisa, que idolatra al jefe, considerado como un Dios, o que se somete porque necesita algo de él. No piensan, obedecen.
Los políticos, mediante concesiones de distinto tipo y género, con dinero ajeno y mal habido, tratan de conseguir el apoyo de la gente para mantenerse en el poder, ya sea por el voto, la violencia, o conductas antisociales.
Estas políticas no son sustentables en el tiempo y alteran la organización social, económica y política del país.
Hay empobrecimiento de la ciudadanía; deformación de las instituciones y de la administración publica, y asalto del Estado a manos de un grupo político que propaga la corrupción favoreciendo el clientelismo.
La CAUSA PRIMERA está en la ciudadanía toda que no tiene conciencia del valor de su voto; que no exige el cumplimiento de la ley ni el castigo de los corruptos que llevaron al país a este estado de cosas, que no pide respuestas de los tres poderes del Estado en cuanto a sanciones de leyes necesarias para el bien de la República, y en cuanto a la interpretación, aplicación y cumplimiento de las mismas.
Por otro lado la ciudadanía no termina de tomar conciencia respecto a que los dineros públicos pertenecen a todos, y no al presidente y a los funcionarios de su entorno.
En los años 70, el editorialista de EL PAIS, Profesor Edmundo Narancio, ante el desborde tupamaro que hirió de muerte a las instituciones, sostenía y clamaba por la república y los republicanos: "para reformular la república, hay que volver a formar a los republicanos".
Todo fue en vano y hoy somos testigos y partícipes de los resultados.
Todos somos cómplices por no separar la paja del trigo en el momento del voto. Es allí donde debemos actuar a efectos de neutralizar y eliminar a incapaces y corruptos.
El pasado noviembre tuvimos una oportunidad para demostrar nuestra responsabilidad ciudadana. Debimos elegir el mejor entre todos; a quien no estaba salpicado ni sumergido en hechos de corrupción, y que con honestidad y capacidad administre el Estado y haga feliz la vida de sus conciudadanos.
No debíamos habernos guiados por promesas e ilusiones, sino que debíamos haber conocido, aún mas de lo que los conocemos, acerca de la historia del candidato y de su entorno.
En política no se debe dar una segunda oportunidad porque con esto estamos perdonando y beneficiando a un funcionario corrupto e ineficiente y castigando a la ciudadanía.
Señor Presidente Mujica: si Ud. está dispuesto a condonar la deuda del dictador Castro y su pandilla de asesinos, sepa que todos somos iguales ante la Ley. Por lo tanto, condone la deuda de TODOS los ciudadanos que son deudores del Estado, los deudores del Banco Hipotecario, los deudores de Impuestos, deudores de Patentes, deudores del Impuesto a Primaria, deudores del BPS, deudores de la DGI, los deudores del BROU, pues todos nosotros hemos dado mucho más por nuestra patria, que los votos que Ud. logró con las operaciones de ojos, pues eso más que un acto quirúrgico, fue una operación política para favorecer a su partido.
O Ud. decreta una amnistía general para todos los deudores, o bien que pague Cuba, pues nosotros, los ciudadanos de a pie, advertimos cómo se malversa lo que pagamos por impuestos y tarifas públicas.
Ahora, el presidente, por arte de birlibirloque, saca de su chistera el conejo de la condonación al comunista Castro sin condenar su dictadura criminal ni solicitarle, a cambio, la liberación de los cientos de presos que tiene en las mazmorras cubanas desde hace más de treinta años y que están en peores condiciones que sus amigos, los "guantánamos".

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| Carlos Asecas |
| ¿Qué dice el Ministro? |
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Lo sucedido el pasado sábado en Cerro Norte, es inadmisible en un país en serio. Dos patrulleros y tres camionetas policiales ingresaron a dicha zona y cuando llegaron a determinado lugar, aparecieron alrededor de sesenta personas armadas, por lo cual debieron retirarse. No es la primera vez que la policía debe irse, al ingresar a determinados barrios, ya que en otras oportunidades, en ocasión de estar realizando un procedimiento, han sido apedreados por mujeres y niños, como si eso fuera un impedimento para continuar. No es necesario utilizar armas en este último caso, sino llevar los hidrantes y la agresión se corta de raíz.
Si el Sr. Ministro tuviera memoria, recordaría que él siempre ha afirmado que no hay barrio donde la policía no entra. Sería bueno que diera la cara y explicara lo sucedido. Pero esto es un eslabón más en la cadena de inoperancias que en materia de autoridad, demuestra el gobierno. Hay una permisividad total y falta de autoridad, por lo cual considero que si en lugar de Bonomi, pusieran a un cura, el resultado sería el mismo, pues el perdón estaría a la orden del día. En determinadas oportunidades hemos escuchado al Ministro quejarse del accionar de la Justicia. Es verdad que muchas veces uno no entiende las sentencias de algunos jueces, pero si hay que modificar leyes, hace diez años que tienen mayoría parlamentaria para poder hacerlo.
Lo sucedido el sábado es sólo la punta del iceberg de lo que está por venir. Los delincuentes y los vándalos saben que no pasa nada y cada día toman más ímpetu. La violencia está inserta en todos lados: en los hogares, los centros de enseñanza, las calles, el deporte, las playas y cómo el gobierno, que es quien tiene las potestades para ejercer la autoridad no lo hace, pues tiene prejuicios filosóficos, esto es tierra de nadie. No creo que algunos barrios de Montevideo sean más inaccesibles que las favelas de Río, sin embargo en Brasil el gobierno actuó con firmeza y sin prejuicios, por lo cual muchas de ellas, ya están libres de delincuentes.
Hay que dejar de lado ciertas estúpidas teorías que esgrimen alguno sociólogos, que solucionan todo con palabras, sin pensar que estamos frente a delincuentes y vándalos que lo único que respetan, es cuando se les impone las reglas con firmeza y sin titubeos.
Esto no es un jardín de infantes señores, los delincuentes son un cáncer en la sociedad. Si no se cura, hay que extirparlo.

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| Javier Bonilla |
| Trazos de un Estado Fallido |
- Cuando Mujica, sin medir consecuencias diplomáticas, así se refirió a México,
- -donde, justo es decirlo, corrupción y crueldad mediante ocurren cosas horrendas-, como de costumbre, escupió para arriba… No creo que haya querido exorcizar nuestros propios fantasmas, los cuales insiste en desconocer. Si tras 72 horas de tiroteo con narcos, la Policía se bate en retirada y seguidamente acaba casi rendida e iracunda ante hinchadas furiosas en el vecino estadio de Cerro, en una remake de las habituales reyertas deportivas que no puede dominar; si no se puede pasar tranquilo por los accesos carreteros próximos a esas y otras zonas sin ser apedreado, o, simulación de accidentes mediante, asaltado; si se puede llegar al liceo sin saber leer ni escribir, y si nadie nos avisa que debemos filtrar o hervir el agua en medio país para no enfermarnos, el Estado no cumple sus funciones…
Si los jueces y fiscales -tan ávidos de perseguir religiosamente, con o sin pruebas…- excesos de la lejana dictadura, con las narco hinchadas o los hinchas psicópatas son tan bailarinas de ballet como con la mayoría de los menores delincuentes o incluso de ladrones, violadores y asesinos mayores de edad (porque habitualmente vemos crímenes efectuados por jóvenes “de profusos antecedentes”, paradójicamente en libertad…!) otra punta del Estado también está renunciando….
Además, siguiendo perversas órdenes políticas, la Policía renuncia también a utilizar recursos, como los coches hidrantes anti motines por no ser “represora”…
Eso, sin contar con los cada vez más frecuentes excesos y brutalidades barriales o sindicales -los de los taxímetros se repiten desde fines de los 90…- apenas reprimidos…
¡Falta que a los energúmenos simplemente les hagan escribir en cuaderno de doble raya: “debo portarme bien”, y a su casa sin cenar…! Y ni hablemos de fugas, motines y asesinatos carcelarios, que son parte del folklore nacional…
No son ajenas a esto las hordas (no tan) juveniles que toman balnearios noche a noche, orinando, defecando, haciendo trizas botellas, armando estúpidos fumaderos de marihuana y gritando como poseídos por el bobero, a las que según algún alcalde de La Paloma, de ahora en más hay que tolerar y negociar las vacaciones, sin que nadie les ponga límites o lo intente, más que cuando esto tiene trascendencia internacional o se queja algún político de fuste.
Tampoco es ajeno a esto el Estado que premia al fracaso y la mala gestión, que le presta y le vuelve a prestar a empresas supuestamente autogestionadas (con nuestro dinero) justificando todos los errores posibles (AFE, Pluna/Alas-U, Metzen y Sena, una vez más Agolán, Pressur, etc.) nunca premiando a quien devuelve préstamos a tiempo, o simplemente, hace mil sacrificios para tratar de no pedir…
Menos, que los consumidores de servicios del Estado -cada vez más- deban pagar por los crecientes y numerosos colgados de agua, cable, luz, etc.
O que una burócrata de ASSE -Elizabeth Cerchiara- tome per se una decisión que corresponde a la Fuerza Aérea y al médico tratante, evitando trasladar a las víctimas de la explosión de una garrafa desde Artigas a Montevideo, lo que costó vidas! Y hablando de Roma, ¿qué pasó con aquella que reventó en 2009 en el Buceo –matando una persona y mutilando otra- detonador y pólvora mediante, en lo que “hasta las piedras gritan” pudo ser un ajuste de cuentas ultra izquierdista? El Estado que se lava las manos? El Estado de “zonas liberadas” para delinquir?
Un Estado que le paga abortos -sobre cuyos costos reales los operadores privados de salud, curran y mienten…- a mujeres que tienen costosos planes privados de salud (MP, Summum, Blue Cross), pero le sigue retaceando la salud a los más pobres, especialmente en el interior!
Un Estado en el cual sus empresas públicas cobrando los servicios, productos y tarifas más caras del mundo, tienen enormes pérdidas, e igual sus jerarcas terminan en la vicepresidencia de la República o Ministerios, tras haber gastado dinero en algunas inversiones muy dudosas, e incluso -en la cuenta chica- en “donaciones” (como aquella de Antel al gremio marxista universitario de la FEUU para financiar un congreso de estudiantes latinos zurdos presidido por un G-2 cubano, o “comprar” a dirigentes gremiales con becas o congresos), sin solución a la vista!
Los últimos años, eso sí, al Estado se lo ha hecho engordar “paquidérmicamente”, aumentando sus funciones secundarias, llenándolo de funcionarios, e incumpliendo cada vez más las primarias (Justicia, Defensa y Seguridad). En realidad, no se cumplen a satisfacción, ni unas tareas, ni otras. Inclusive, cuando ambas finalidades se cruzan (caso de la necesidad militar y náutica de controlar nuestras desguarnecidas fronteras marítimo–fluviales, a la vez que podríamos brindar un servicio a la navegación y cobrarlo, con una red de vigilancia costera VTS homologada), tampoco cumplimos! Baste decir que hasta la Aviación de Rescate o evacuación médica, pese al trabajo a pulmón de la FAU, y la Aviación Naval, penden de un delgado hilo de cabello….
Ni que hablar de los Bomberos, muchas veces basados en cuartelillos inhóspitos y decadentes, aún en zonas residenciales como Carrasco (allí, en una manzana que incluyó hasta un gran cine, cerrado hace décadas, y que la intendencia montevideana ni ha cotizado, como tantos otros predios que ni sabe poseer). Peor la tienen en Casavalle, donde casi periódicamente los atacan los marginales, y si hay un gran incendio a combatir hasta roban o apedrean sus instalaciones. ¿El Estado? ¡Bien gracias..!
Eso sí: muchas ONGS e instituciones nacionales y municipales currarán en programas “anti marginalidad” sin mayores resultados! El Estado, desde la Policía hasta el MSP , ASSE o intendencias, cada día entran menos por los asentamientos…
¿Intendencias, decíamos? Más allá del justificado escándalo por ciertas cifras gastadas en vedettes y dudosos bataclanes por la municipalidad arachana, en Montevideo los gastos no paran de crecer y las pérdidas, orillando los 500 millones de dólares, tampoco. Tanto, que la candidata oficialista les dice a unos anestesiados electores que subirá las contribuciones a precios “de mercado” (palabra que odian) para no hablar de cosas racionales, como recortes. ¿O alguien se cree que va a sacarse de encima a la Sinfónica o a la Comedia Nacional sin los lobbys mediando?? ¿Alguien le cree a la Tronca? Desgraciadamente sí….
Recortes que podrían darse por privatizar toda la recolección de residuos, por reducir al mínimo el oneroso Departamento de Cultura, por privatizar teatros barriales, el Teatro de Verano (que trabaja solo 45 días) o la problemática TV Ciudad, además de relevar todas las propiedades municipales o por serlo en virtud de largos juicios y venderlas, ¿para qué?
Las intendencias son para asfaltar, limpiar, barrer, iluminar, ordenar y señalizar. ¿Lo hacen?
¡Ah! El Estado grande parece estar en el inconsciente colectivo de los uruguayos? Bueno, quieran o no, hay que reducirlo para que funcione. De lo contrario, la anomia social y el caos están ahí…
¡Basta de pavadas! |
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| Alberto Medina Méndez |
| El síndrome de abstinencia de poder |
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El ejercicio del poder, bajo cualquiera de sus formas, tiene algunas semejanzas con el consumo de alcohol, drogas o tabaco, y no se aleja demasiado de lo que ocurre con el juego o cualquier otra adicción.
Los individuos que se han acostumbrado a ciertas situaciones parecen tener serias dificultades para abandonarlas y se someten a una atracción ilimitada por las sensaciones que les produce seguir haciéndolo. Luego de un lapso considerable, cuando ese comportamiento se transforma en rutina, no pueden dejar todo de la noche a la mañana, no al menos sin sufrir dramáticamente, las inevitables consecuencias que ello ocasiona.
Esta comparación puede resultar algo audaz desde lo conceptual, pero la abstinencia que se produce al dejar de ejercer un cargo, permite trazar este paralelo e intentar recorrer imaginariamente esta analogía que ayuda a comprender el trágico proceso por el que atraviesan los poderosos.
La diferencia más destacable respecto de esas otras adicciones, es que de la mayoría de ellas es posible salir cuando previamente se decide hacerlo. No es que sea simple lograrlo, porque ello implica un difícil trance de profunda autocrítica y revisión interna. A veces se da como resultado de la saturación y los excesos, pero generalmente es gracias al explicito reconocimiento de que lo vivido ha sido una experiencia altamente destructiva.
El poder, por el contrario, no se abandona por una determinación individual, sino por la existencia de factores externos, ajenos a la voluntad y, casi siempre, por imperio de las circunstancias. Los que lo ostentan se nutren a diario de esos paradigmas hasta convertirlos en los ejes centrales de sus vidas. Si dependiera exclusivamente de ellos, se quedarían para siempre.
La mayoría de las veces, son las instituciones las que establecen los límites a esa tentadora eternización que tanto cautiva, y en otros casos son solo las vicisitudes de la política las que disponen el irreversible fin de un ciclo.
Lo interesante y distinto es que el mandamás de turno, sufre los primeros síntomas de este síndrome muchos meses antes de su efectiva abstinencia. Tiene plena conciencia de que su futuro no será una extensión del presente, que lo que conoce y le brinda seguridad, está próximo a culminar y que no podrá extender su sueño en forma indefinida como lo anhela.
Con bastante antelación sus actitudes y decisiones empezarán a tomar un giro inusitado. Todo a su alrededor se modificará de un modo lento pero en un sentido bien definido. Será un proceso duro pero también inexorable. Se ofuscará con facilidad, perderá la paciencia muchas veces, mostrará su impotencia en cuestiones menores.
El poderoso no tolera la idea de ser ignorado, de que las determinaciones en el futuro no pasen por sus manos y que el coqueteo típico de los aduladores de siempre, busque cierta cercanía con el nuevo líder, ese que potencialmente tomará el mando y lo heredará en la siguiente fase.
Este personaje no soporta siquiera imaginar ese momento en el que pasará a ser solo uno más. Sabe que la impunidad propia de quien tiene una dosis de poder, desaparece mágicamente para dar lugar a una ola interminable de revanchas absolutamente imaginables.
No solo serán cuestiones jurídicas, sino el resultado de esa sumatoria de conductas impropias, reiteradas hasta el infinito, que durante esa etapa, alimentaron todo tipo de rencores y odios, siempre asociadas a la soberbia y a la necedad como matriz. Así se construyeron esas enemistades, esas que se acumulan y que en algún momento intentarán saldar la cuenta de las heridas que han dejado los abusos tan habituales en esa actividad.
Si el sujeto en cuestión entendiera que la posición a ocupar es solo por un breve tiempo, que no ha llegado allí para quedarse eternamente, y que el cargo que tiene que asumir es solo en representación de otros y no de su propiedad personal, otra sería realmente la historia.
Por mucho que lo reciten, por políticamente correctos que intenten ser, el relato diseñado termina siendo solo una carnada para los desprevenidos. Ellos están convencidos de que el puesto obtenido es parte de su patrimonio personal y que tienen derecho a usufructuarlo con todo lo que eso significa. Tal es la confusión que por instantes creen que el cargo que ostentan y ellos, son lo mismo, solo dos partes de un todo.
Claro que algunas debilidades psicológicas propias de cualquier ser humano hacen también su trabajo. Las inseguridades personales, las frustraciones que arrastran y las historias individuales nunca exentas de carencias afectivas, influyen demasiado en la impronta que le imprimen a su tarea.
Es imprescindible entender la realidad para luego internalizarla. Es vital comprender que la posición que ha sido deseada, solo sirve para cumplir una misión y luego pasar la posta a los que vienen. Como en la vida misma, la tarea consiste en dejar un legado, en marcar una huella, no más que eso.
De eso se trata el liderazgo, de hacer historia, de tener grandeza, de transitar un camino que valga la pena ser recorrido, y seducir a los demás para que sean ellos mismos quienes sientan la necesidad de continuar por ese sendero, aunque para eso deban recurrir a nuevos protagonistas. Trascender es lo importante. Lo otro, el enfermizo ejercicio del poder, solo trae consigo secuelas negativas para todos, pero especialmente para quien sufrirá irremediablemente de su ausencia.
El poder enferma. Eso no es una novedad. Su carencia también puede dañar y mucho. Eso tampoco es noticia. Es bueno saber que no existe un antídoto garantizado para ese padecimiento. En todo caso, la presencia de una alta dosis de integridad moral puede atenuar su impacto y minimizar sus efectos. Transitar por el poder de un modo digno es posible, pero lamentablemente no es moneda corriente. Como en tantas otras facetas de la vida humana, también existe un síndrome de abstinencia de poder.

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