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Festín |
Con Jorge Larrañaga cargando en sus espaldas los desaciertos reiterados de su compañero de ruta, y la pelea de gatos que protagonizan para el asombro popular un par de tontos colorados, está tendida la mesa para el festín que habrá de darse el Frente Amplio cuando a fin de mes Tabaré Vázquez sea elegido Presidente de la República.
Con el cajón que contiene el cuerpo caliente del Partido Colorado, deshilachado y torpemente conducido, al punto que fue obviado el batllismo tradicional de la fórmula presidencial, una vez más, como anticipamos en octubre de 2005, con los augures a favor, léase encuestadores, avanza el candidato frenteamplista con la fusta bajo el brazo y al paso, para acceder por el voto a la primera magistratura.
Se ha consolidado en estas elecciones el desmoronamiento de los partidos tradicionales, situación que aumenta el riesgo político de los temblores incipientes que han encendido en el país las luces de alarma, destellos que alertan que está en juego el mantenimiento de la democracia republicana, tal cual la conocemos desde que juramos la Constitución en 1830.
Marginado el batllismo, excluido, fracasó con estrépito el invento de situar un desconocido para acompañar al postulante. Los votos del batllismo, dicen los que entienden, pasaron en mayoría al Frente Amplio, y no al Partido Nacional.
En cuarteles de invierno Sanguinetti y Batlle, por voluntad propia, sí, para felicidad finita y bendiciones alocadas del frustrado pretendiente. Apenas algún artículo periodístico del primero en La Nación y en El País, -ocasionalmente en la prensa española-, y un frecuente divertimento en Facebook del segundo.
Es buena cosa abrigarse cuando llega el invierno, o bien tener el traje de baño listo para los calurosos días del verano.
Una vez más, desde esta Hoja, instamos a los políticos de todos los partidos, incluso a los que están siendo desplumados, a conciliar, a no poner palos en la rueda del gobierno que asume respaldado con el voto.
La estrategia de Vázquez, disolvente quizás al llamar a entrevista a blancos y colorados, no deja de ser una oportunidad de llegar al primer mandatario, al próximo gobierno, en una instancia reclamada de diálogo.
Ayudar, y no combatir, cuando los dados están echados.
No ir a penales, pues en los últimos tiempos hemos perdido por errarlos.
Ricardo Garzón |
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