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| ¿Tiene sentido rescatar a la aerolínea Air Europa? |
(Por El sobrecargo) Es muy difícil de entender que con nuestros impuestos se esté financiando la supervivencia de una aerolínea –tal vez deberíamos decir más de una, especialmente si pensamos a nivel europeo– cuando, por otro lado, las más utilizadas por los residentes en el país están asumiendo las pérdidas de su bolsillo. Observen nuestra aviación comercial antes del Covid: indudablemente, la primera aerolínea era Ryanair para el corto y medio radio y, de manera igualmente clara, la que dominaba el mercado del largo radio era Iberia.
Pues bien, observen a quienes ha habido que ayudar con motivo del Covid y la pregunta que surge es evidente: ¿por qué hay que poner dinero para unas aerolíneas y no para otras?
En el caso de Air Europa, puedo entender que su red latinoamericana sea de interés, pero aquí hay una cuestión importante: si una aerolínea vuela entre dos puntos, de un lado Latinoamérica y del otro España, ¿no tendrán interés las dos partes en esa relación? Y, en segundo lugar, si Air Europa es estratégica en sus rutas con América, ¿por qué no se salvó a Air Madrid?
Igualmente, siguiendo estos razonamientos, ¿por qué nosotros no hemos tenido que ayudar a Latam, por ejemplo, que ofrece conectividad a España? ¿Por qué no tenemos que poner dinero para salvar a American Airlines, que nos enlaza con Estados Unidos?
Francamente, creo que todo este sistema de ayudas, prácticamente discrecionales, arbitrarias, no tiene sentido y va a dejar una profunda (y negativa) huella en el negocio de la aviación comercial.
El último episodio, el anunciado ayer, prácticamente consiste en poner 150 millones más para mantener una gestión empresarial en una Air Europa cuyos beneficios para la comunidad son dudosos, siempre por supuesto de más allá del enorme valor de todos sus trabajadores. |
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| Avioneteros enojaditos |
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(Por Javier Bonilla) Normalmente, la palabra "avioneta" es ajena a los aeronáuticos. Los que vuelan son siempre aviones o helicópteros, independiente de su tamaño. Son machitos. Tienen pitito...
Ahora, hay una barrita... que son avioneteros, nomás. ....Sus avioncitos no tienen pitito!
Ahora, parece que son guapitosss...
No sé. Un conocido personaje del más cabaretero ambiente aéreo, conocido como "el afrodescendiente M" me ha hecho una feroz advertencia!!! Me ha comunicado que los sres "DD (Daniel Dalmás, Aeromás) y Néstor Santos -referente notorio de la aviación agrícola que siempre hemos defendido- están RECALIENTES con algo que publicaste en Enfoques". Que miedito!! Me encomiendo a Kid Bengala, que sí tiene pitito! ¡Casshatee, loca!
Prosigue el "afrodescendiente M" recomendando que: "Cuidemos la forma en la cual informamos y de abundar en metáforas".
Finalmente, el "afrodescendiente M" nos reprocha que, según él, nunca hemos sido rigurosos con Dinacia. ¿Estás seguro, Mr. M? ¿Estás seguro que nunca pusimos el grito en el cielo cuando a BQB le corrieron con burocracias impresentables un Airbus 319, tras meses en Carrasco? ¿Estás seguro que no criticamos duro a la Dinacia cuando tampoco certificaba un clásico turbohelice como el Beechcraft King Air 90? ¿Estás seguro, morochito, que no exigimos reiteradamente rigor e inclusive descartar el sistema -y cuando nadie decía nada!!- radar de los ya obsoletos y sobrefacturados Selex italianos dudosamente seleccionados por la OACI? ¿Estás seguro que no saltamos cuando inspectores y abogados de Dinacia impidieron, burocracia y mala onda mediante, que Uruguay recibiera seis bimotores Let 410, de 19 lugares, tras el cierre de la aerolínea brasileña NHT ( otro lujo uruguayo de la miseria!!)?
¿Que están enojados los Dalmases y los Santos porque nos reímos de su nuevo chiche/Camarita Aeronáutica (otra más !)....? En el día de ayer hemos invitado a estos caballeritos a comunicarse con nosotros y a aclarar tantos, cosa que no han hecho...
De postre, el morochito se pregunta: ¿qué nos debe la aviación uruguaya a nosotros? Bueno, aunque sarna con gusto no pica, le recordamos,al son del tamboril, que hace ya 40 años que hemos privilegiado a la aeronáutica desde todos nuestros espacios periodísticos y nuestras múltiples corresponsalías, abriendo espacios que no había y arriesgando. Desde que en 1982 dijimos que Malvinas era guerra para el Harrier, molestamos a muchos. Cuando en 1990 preferíamos al Tucano que al Pilatus en la FAU, no por mejor, sino por tener eyectores (cuya falta, a la postre originó varias muertes), reconociendo que Embraer, sin embargo, estaba representada por pitucos soberbios que nada sabían de aviación, ganamos persecución y enemigos. Cuando se fundía dudosamente, Aerolíneas Uruguayas, dejando un tendal de funcionarios tirados, fui el único que se las jugó... Cuando desde Cola Cancela hasta Neme o Brussone Pluna era presidida por burros rumbo al abismo y la prensa callaba por un par de pasajes, no tuvimos miedo. Cuando hubo que defender a U Air frente a las burradas de las autoridades, lo hicimos, sin suerte. Más tarde, cuando otros jerarcas a dedo de Pluna, más anormales aún, como Elina Rodríguez, Bouzas, etc, hicieron tanto disparate, como para que Astori se la regalara a Campiani, también -en soledad- mucho denunciamos. Luego, cuando el mujicato nos impuso Alas U, nuestros artículos (Ricardo Garzón, Javier Bonilla) nos llevaron a enfrentar dos conatos de juicios penales por parte de la aerolínea gremial. ¿No recuerdas, morenito, cuando nos comimos otro juicio, tras la trucha venta del viejo avión presidencial Hawker, por parte de Bustin? ¿Tampoco te acuerdas cuando salimos al cruce del carísimo jet Legacy 650 que quería comprar en 2010 Sendic para Alur, lo que evitamos?
Por lo que respecta a la aviación militar ni hablaremos, porque a ti no te gusta. ¡Eso sí! A las líneas dónde trabajaste, desde Aeromas a BQB, las hemos apoyado... ¿O no?
¿Vas a seguir haciendo advertencias al compás del tamboril? ¿Te parece?

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ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.
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| La Fecha Patria |
- Otro 25 de agosto transcurrió. Felizmente, es de los feriados que no se corren de día, pero no por ello el país no vivió una jornada de recordación, reflexión y compromiso
Las noticias que dominaban eran las de la "Noche de la Nostalgia", celebración bien uruguaya, ya una tradición, que este año, naturalmente, quedó en el borde de un tiempo de restricciones y el umbral de una actividad social abierta. No hubo catástrofes, pero una vez más quedó claro que son demasiados quienes no aceptan la responsabilidad colectiva de atenerse a las normas establecidas para la protección de su salud y especialmente la de los demás (deber este último que distraídamente no se asume).
A su vez y como ya es hábito, protestadores varios aprovecharon la ocasión para desplegar pancartas y carteles de reclamo, gritar descomedidamente, a veces de modo insultante, y de ese modo quitarle a la celebración en la Piedra Alta su sentido de unidad nacional.
Es verdad que las ceremonias se cumplieron igual y que mucha gente participó con alegría, pese a las necesarias distancias. También lo es que, desde sus casas, cada familia vivió el día con la libertad de elegir. En todo caso, no nos resignamos a que el país no viva estas celebraciones de modo que las nuevas generaciones reciban información y aun los necesarios debates que hacen a la construcción nacional.
La ignorancia del pasado, decía el gran Marc Bloch, conduce inevitablemente a la incomprensión del presente. De eso se trata. De que la juventud entienda que estos dos siglos pasados fueron un largo y enorme esfuerzo de quienes tuvieron la enorme responsabilidad política y de una sociedad que tuvo que ocupar un territorio casi vacío, hacerlo productivo y poder así edificar lo que hoy es una República en que, dígase lo que se diga, vale la pena vivir.
Ese largo periplo supuso mucho esfuerzo y también violencia, como todos los partos. El país nació como frontera entre el Imperio de Brasil y las Provincias argentinas que, luego de 17 años de lucha, se resignaron a aceptar nuestra independencia. Decimos resignación porque es evidente que ambos miraban a ese Estado que nació de una convención de paz en 1828, como algo que seguramente sería transitorio. Hasta 1865 puede decirse que así se pensaba, pues la intervención extranjera había sido permanente, tanto de los dos grandes vecinos como de las lejanas potencias europeas, especialmente Inglaterra y Francia, que competían en el liderazgo mundial.
Trabajosamente el país se fue organizando y al despertar el siglo XX, la obra fundamental de Batlle y Ordóñez deja atrás el tiempo de las revoluciones y los caudillos en armas, para "armar", valga la palabra, una democracia moderna, un Estado organizado. En este año y medio de pandemia hemos podido ver lo que significa ese Estado contra el que protestamos por su burocracia a veces abúlica y sus impuestos, sin duda pesados, pero que a la vez posee las capacidades para enfrentar una crisis, sea climática, política o sanitaria. Sin un sistema de salud pública histórico, sin una tradición de vacunar, sin una seguridad social capaz de dar rápidamente respuestas, hasta sin unas fuerzas armadas con los medios para abrir o cerrar fronteras, bien sabemos que esto hubiera sido un desastre. Como lo fue en algunos países latinoamericanos, con 600 fallecimientos cada 100 mil habitantes como Perú o 270 como Brasil, mientras que aquí fueron 173, saldo triste sin duda, pero infinitamente menos malo.
De todo esto hubiera sido interesante hablar. Y explicar por qué celebramos esta fecha en que declaramos emanciparnos de Brasil pero, a la vez, reunirnos nuevamente con las Provincias Unidas. Por qué esa declaratoria audaz y esperanzada tuvo que consolidarse en los campos de batalla, en Rincón y Sarandí, para que en Buenos Aires entendieran que no éramos una simple aventura circunstancial sino una nación en forja. Por qué sólo cuando tres años después Rivera asaltó las Misiones y llevó la guerra al territorio brasileño, se terminó de reconocer nuestra capacidad para erigir un gobierno propio, que nació como provisorio en 1828 y se proclamó definitivo cuando juró una Constitución, el 18 de julio de 1830.
Pese a todo, aquí estamos. Se han vivido peripecias de toda naturaleza. Incluso la de una larga década de dictadura, que remontamos hace 36 años, cuando pudimos en paz retornar al ejercicio democrático. Gobernó el Partido Colorado en tres períodos, otro tanto el Frente Amplio, en un período el Partido Nacional y ahora una coalición republicana de cinco partidos. Hay una institucionalidad que funciona, pese al ruido de los debates y el griterío ensordecedor de las redes. Ese es, en definitiva, el gran homenaje que felizmente podemos hacerle a nuestros próceres, expuestos también a la incomprensión y la ignorancia. En su recuerdo, sin embargo, más que nunca debemos afirmarlo. Porque sin pasado, no hay presente, y sin presente no hay futuro.
Julio María Sanguinetti
(Nota que se comparte con Correo de los Viernes) |
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