|
TURBINAS ARGENTINAS - ENFOQUES COMPARTIDOS
|
f |
|
Enrique Guillermo Avogadro |
Un asco irrefrenable |
- “Más que la civilización, la Justicia es la necesidad del pueblo”.
Pietro Colletta
Esa sensación me embarga, como le sucede a muchos, desde que nada menos que Amado Boudou, el ex Vicepresidente que se convirtió en tal cuando sugirió a Cristina Elisabet Fernández apoderarse de los ahorros de quienes habían optado por el sistema de capitalización previsional, fue excarcelado mediante el pago de una multa insignificante, sólo cuatro meses después de haber sido condenado a cinco años de prisión por corrupción, pese a tener otros cuatro procesos pendientes. Sólo veinticuatro horas después, su cómplice en el robo de la máquina de fabricar nuestro dinero, José María Núñez Carmona, recibió el mismo privilegio.
La mayoritaria indignación social provocada por el fallo, sin embargo, no generó una masiva manifestación de rechazo, tal como nos tienenAsí, una vez más, la Justicia se cubrió de mugre, dando la razón a quienes tan poco confían aquí en ella, que debiera ser garantía de igualdad y de inexistencia de privilegios de todos los ciudadanos. acostumbrados la izquierda vernácula y sus circunstanciales aliados para imponer a autoridades y legisladores sus deseos por los métodos más violentos, pese a lo menguado de su caudal en las elecciones; evidentemente, nada nos conmueve lo suficiente a los demás como para salir a la calle a reclamar que se cumpla con la Constitución.
Recuerdo que, en las competencia electoral de 1983, Raúl Alfonsín e Italo Luder lograron, sucesivamente, concurrencias que superaron largamente el millón de personas en la Avda. 9 de Julio y que, cuando Carlos Menem quiso privatizar las empresas del Estado, quienes se oponían a esa política llenaron la Plaza de Mayo; pero espontáneamente también, otros argentinos, se movilizaron para manifestar su vocación por achicar el gasto público, superando ampliamente a aquéllos. Es evidente que, como diría Leopoldo Lugones, nos hemos empequeñecido de corazón y, en cambio, desarrollado un cómodo tejido adiposo, que nos impide actuar a favor de nuestros intereses sociales, si ello implica asumir graves riesgos como, por ejemplo, perdernos un partido de fútbol por televisión.
Es cierto que el fallo que condenó a parte de la banda (los verdaderos responsables aún no se han sentado frente a los jueces) todavía no está firme, ya que puede ser apelado ante Casación y, muy probablemente, llegue a la Corte Suprema, pero estos tránsfugas estaban ya en prisión porque, claramente, podían interferir en la investigación –una de las razones que justifican la privación de la libertad; la otra, el riesgo de fuga- de la conducta de otros importantes miembros de esa asociación ilícita: vgr. Jorge Brito y Gildo Insfrán.
Si bien Boudou ya no es funcionario, la administración pública y hasta el Poder Judicial están llenos de quintacolumnistas enterrados por el kirchnerismo como minas antipersonales, y todos ellos están dispuestos a pagar los favores recibidos con acciones que favorezcan política y judicialmente a los saqueadores o con omisiones que traben el desempeño del Gobierno.
Pero lo que más sorprende de este período, en el cual muchos cifrábamos esperanzas con relación a la situación de los únicos presos políticos de esta democracia falluta, es la cotidiana doble vara que aplican todos, desde los jueces prevaricadores hasta los funcionarios encaramados en cargos relacionados con el tema, como el Secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj. Éste continúa no sólo protegiendo el negocio de quienes tanto han lucrado sino, mucho peor aún, impulsando estas inicuas persecuciones a través de los fiscales que le son adictos.
Porque nadie puede sostener hoy que, a más de cuarenta años de los hechos, los militares detenidos en inmundas mazmorras puedan tener alguna influencia sobre las presuntas pesquizas y, menos aún, evadir la acción persecutoria fugándose. A pesar de eso, y como lo demostró la Corte hace una semana, para ellos no rige ningún derecho constitucional, como la irretroactividad de la ley penal o el principio de inocencia, así como tampoco los máximos plazos legales en materia de prisiones preventivas, en todos sus casos vencidos hace años.
Pero no es sólo culpa de jueces o funcionarios: la sociedad entera convalidó con su silencio la represión de las organizaciones terroristas hasta su aniquilamiento, ordenada por el gobierno constitucional de Isabel Martínez de Perón, ya que estaba harta de la violencia de los asesinatos del ERP y Montoneros, llamó unánimemente –peronistas incluidos- a los militares para que, en marzo de 1976, la desalojaran de la Casa Rosada por la inoperancia de su gobierno, el caos administrativo y el clima de guerra civil que las acciones de la Triple A habían generado.
Hoy, esa misma sociedad mira para otro lado e ignora el tema, porque ha elegido a estos dos mil veteranos de tantas batallas para que carguen solos con la pretendida culpa de todos, tal como sucedió tantas veces en la historia de la humanidad. Sobre esas dos mil cabezas, el conjunto depositó sus presuntos pecados colectivos y, si purgarlos requiere hasta de sus vidas, lo considera un precio razonable que, pagado, impida que nadie más pueda culpar al resto de los argentinos. ¡Qué actitud hipócrita, miserable y cobarde!
He debido, por razones profesionales, la reunión fundacional del P.A.D. hasta febrero; le haré saber el lugar y la fecha con anticipación. Hasta la semana próxima.

|
|
AGREGAR A FAVORITOS
A+ / A-
IMPRIMIR
VOLVER AL INICIO
|
|
ADVERTENCIA: Los artículos periodísticos firmados son de la exclusiva responsabilidad de sus autores. La Dirección.
|
|
Paciencia infinita |
Perseguida por la DGI, BPS y otros organismos de contralor, con escasos recursos e ingresos, la inmensa mayoría de la población contribuyente paga como puede los impuestos leoninos que interfieren en su bienestar, y que afectan a centenares de miles de familias en todo el país, aproximadamente dos millones de habitantes en un panorama de pobreza creciente.
La ciudadanía, mansa, ha aguantado con espíritu republicano y paciencia infinita que sobre los impuestos vigentes el Ministerio de Economía encaje otros impuestos, denominados con cinismo político: “consolidación fiscal”, en rigor consolidación fatal para tapar el despilfarro.
Machaca los oídos la promesa del Presidente de la República: "yo prometí en campaña electoral rebajar la carga impositiva que tiene el país". "¿Cómo? se preguntarán ustedes: disminuyendo los impuestos indirectos, que son los que gravan más, fundamentalmente, a quienes menos tienen".
No conforme, esta semana, en el almuerzo mensual de la Asociación de Dirigentes de Marketing, exhibió un Uruguay irreal, cual fuese Alicia en el país de las Maravillas. Se irá confiado, enceguecido en el poder, de que dejará a su sucesor una nación en marcha, olvidando que la “granada” de Mujica explotó poco después del traspaso de la banda presidencial.
De aquella, solo quedan despojos.
Acompaña la desestabilización de la familia, puntualmente, el precio desmesurado de los combustibles, sin parangón en América y Europa. A ello, la andanada solapada de aumentos que se darán a partir del 1 de enero, con la nafta al tope, en los 60 y pico de pesos. Súmese el ajuste de las tarifas de la luz, agua, transporte y teléfonos por encima de la inflación, múltiples facturas que se desbordan de toda comprensión en función de los magros ingresos ciudadanos. Agréguense los precios disparados y disparatados de alimentos y vituallas en las grandes superficies, que tienen incidencia capital en el costo de la vida.
Encima, y para mayor infortunio, se advierte un PIT-CNT que mete presión al sistema político, nave al garete en aguas turbulentas, que acompaña una prensa venal, subordinada a los millones de dólares con que el gobierno y sus estructuras han prostituido, al punto reconocido de la autocensura y complacencia.
El poder político ha sucumbido. Cogobierna la cúpula sindical, y en el marco colectivo los sindicatos poderosos en latente pre conflicto. Parecen decir: aquí estamos, y tiemblan los cimientos en que se asienta la república.
El Poder Ejecutivo, mal que le pese al presidente, fue literalmente absorbido y barrido por el poder sindical, sobre todo por los sindicatos docentes, enarbolados en una muy mal entendida autonomía.
Vázquez, ni reina, ni gobierna. Sus ministros hacen la plancha. No gobiernan ni pueden hacerlo. Han sido superados en sus limitadas posibilidades, y carecieron de talento para zafar. Prueba de ello el rechazo popular, escrache, al Ministro de Transporte en su visita a los barcos que rompieron el puente de Carmelo.
Atornillados todos a sueldos que oscilan entre 300 mil y 450 mil pesos mensuales, diputados y senadores flotan como corchos.
Extraviados, y con el país en manos de la delincuencia, se advierte en los asentamientos y barrios suburbanos la proliferación de la gavilla de malhechores y forajidos que se adueñaron del Uruguay, y que cometen todo tipo de tropelías a sus anchas.
No hay barrio que se respete ni hogares que estén tranquilos. El secuestro, la rapiña el asesinato, el robo y la droga están a la orden del día y llenan la página roja.
El gobierno, malogrado, no atina a encaminar soluciones; gasta lengua y hace el show bajo el paraguas de las mayorías parlamentarias, como si en ello le fuese la vida a la república.
Vemos a Vázquez sacar fuerza de flaqueza, pero se le derrite el sillón presidencial. Infructuosos esfuerzos de llevar los integrantes del consejo de ministros a pueblos y parajes para entonar cánticos del gobierno de cercanías, show periodístico que recoge en pantallas y primeras planas aspiraciones ciudadanas que jamás serán satisfechas.
Ricardo Garzón |
|
Vázquez y la inseguridad |
Por Luis Hierro López. El principal responsable de la crisis de inseguridad que vive el país es el presidente de la República, quien había comprometido en su campaña electoral una rebaja del 30% en el delito y no pudo cumplir con su promesa. En vez de reconocer con sinceridad esa falta, el Dr. Vázquez acude a pretextos indecorosos.
Hace muchos años que el señor Bonomi es Ministro de Interior y también hace muchos años que el hermano del presidente Vázquez es subsecretario. Han dispuesto de los mejores presupuestos posibles para mejorar la acción policial, tienen mayorías parlamentarias que les han respondido a mano alzada en todas las interpelaciones y cuentan con las mieles del poder, es decir, hacen lo qué quieren sin tener que dar explicaciones.
Sin embargo, los resultados son cada vez peores: hay un asesinato cada veinte horas, las rapiñas siguen creciendo pese a las promesas en contrario –iban a bajar un 30%, nos dijo el presidente- y la Policía se siente indefensa y sin mando por la actitud de un gobierno que no asume su responsabilidad ante el delito.
En su presentación en ADM, el presidente Vázquez acudió a dos engaños para tratar de convencer a la audiencia de que sus anteriores promesas en el sentido de que la rapiñas bajarían en su mandato un 30%, eran correctas. Mencionó una encuesta inexistente y reiteró la explicación ya divulgada por el ministro Bonomi en el sentido de que el nuevo Código del Proceso Penal –“el efecto noviembre”, como lo llamó Bonomi– justificaría el crecimiento del delito. Como ya hemos explicado en Correo de los Viernes la aplicación del nuevo Código no tiene vinculación con las cifras del delito, manipuladas anteriormente, y en forma indigna, por el Ministerio de Interior. Lo que ocurrió es que con el nuevo Código también la Fiscalía debe publicar las cifras de los delitos, con lo que el Ministerio, que antes ocultaba la realidad, tuvo que blanquear las estadísticas y reconocer la realidad. Así fue como, prácticamente de un día para otro, el Ministerio tuvo que reconocer que las rapiñas habían subido un 57%. No es que subieron tanto, sino que esa fue la forma, vergonzosa por cierto, que manejó el Ministerio para encubrir su mentira anterior.
Ese hecho, por sí mismo, descalifica al ministro Bonomi y a su equipo, quienes mintieron durante varios años respecto a la cantidad de rapiñas, tratando de salvar la promesa electoral del Dr. Vázquez. Es una pena que el señor presidente se sume ahora a esa campaña de falacias. Pudo haber asumido, por una vez, sus errores, pero prefirió, deliberadamente, el camino del engaño. Así le irá. |
|















|
|