Edición Nro. 2268 - Punta del Este / Uruguay
enfoques 15 de julio de 2022
 
 
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MÁS ALLÁ DEL RÍO DE LA PLATA - ENFOQUES COMPARTIDOS f
Enrique Guillermo Avogadro
Ahora sí, ¿viene por todo?
  • “Es necesario tener miedo para tener esperanza”. Jorge Dezcallar

La semana pasada, antes del nuevo arcabuzazo de Cristina Fernández contra su propia creatura, preguntaba si quedaban opciones. Pues bien, sí las había, como demostró la tan oportuna renuncia de Martín Guzmán a su silla de Ministro de Economía (cuya responsabilidad eludió ella ayer, en Calafate, calificándola de irresponsabilidad política, después de haber exigido su cabeza durante meses) y su tardío reemplazo por la devaluada Silvina Batakis: la emperatriz hotelera tomó todo el poder y su penoso y emasculado mandatario, Alberto Fernández, quedó relegado a ser un simple mascarón de proa de este Titanic ya hundido en que la dupla ha convertido a la Argentina; en el camino, también deglutió las esperanzas del aceitoso Sergio Massa de convertirse en Jefe de Gabinete como plataforma de lanzamiento para sus tan ilusorias aspiraciones presidenciales.
El kirchnerismo que, como no es idiota, grita pero se aferra a las cajas más suculentas del Estado y presiona sin pausa para obligar a continuar en ese rumbo demencial a través de nuevas moratorias previsionales, de “salarios” universales, de la reconfiguración de los planes sociales para pasar su administración a gobernadores e intendentes adictos, la denuncia del acuerdo con el FMI, el aumento de las retenciones agropecuarias, etc., incrementando el desbocado gasto e imprimiendo a destajo billetes tan depreciados (el más grande equivale a menos de US$ 4) que sólo sirven como papel picado, como demostraron los hinchas de Corinthians en la final contra Boca Juniors.
Los mercados reaccionaron dramáticamente ante los carnavalescos gestos que sólo empeoran la imagen de nuestro país: el peso se devaluó 30% en sólo ocho días y esos bonos soberanos, con los cuales la Argentina se ha endeudado hasta el tuétano, se han hundido de modo tal que ya ni siquiera resultan apetecibles para los fondos de inversión más audaces, aunque redundan una tasa en dólares equivalente al 40% anual. Lo perverso es que se sigue engañando a los menos informados, convenciéndolos de que los precios suben culpa de los “formadores” (aunque actúan en todos los países de la región, sólo son perversos aquí), de los especuladores y de la prensa “concentrada”, y ocultando la realidad: es el peso el que reduce diariamente su valor por el gasto, la corrupción y la emisión enloquecida.
Ahora bien, ¿qué significa todo eso para nuestro futuro? Hacer populismo radical sin dinero resulta imposible, salvo que el Gobierno empobrezca tanto más a la sociedad que fuerce todos sus integrantes a mendigar al Estado su magro sustento. Los ejemplos “exitosos” sobran; lo hicieron Fidel y Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel en Cuba, Hugo Chávez Frías y Nicolás Maduro en Venezuela y Daniel Ortega y Rosario Murillo, en Nicaragua. Basta contemplar esos países, cuyos ciudadanos se ven obligados a emigrar arriesgando su vida para huir del hambre y la asesina tiranía de sus jerarcas, todos involucrados en el narcotráfico, con el que han corrompido a las fuerzas armadas, sentándose sobre sus bayonetas.
En el párrafo final de la nota anterior dije que sólo una hecatombe social podría hacer que todos aceptáramos los monumentales cambios que se deben introducir para evitar que la Argentina desaparezca como nación independiente (reformas tributaria, fiscal, previsional, laboral, sindical, educacional, social, económica y, sobre todo, judicial) ya que no parece que estemos dispuestos a admitirlos por las buenas. Olvidé consignar, sin embargo, que el riesgo, a la vista de cuanto ha sucedido en Chile, Perú y Colombia, es que la taba caiga del lado equivocado y la izquierda termine destruyendo lo poco que queda en pie
Un amigo me planteó como posible que Cristina Fernández, que había escuchado a economistas racionales, asumiera la Presidencia –previo despido de su mandatario- y aplicara un programa que le evitara al país el enorme sufrimiento que implicará aguantar hasta el 10 de diciembre de 2023. Pese a sus recientes apelaciones a la oposición para discutir políticas bimonetarias, y a la vista de su permanente ataque a la Corte Suprema, lo descarté de plano ya que no tiene interés alguno en la suerte del país, en alfombrar el camino a su sucesor, que seguramente será de otro signo político, ni incinerar el mito anti-ajuste con el que ha construido su relato, tanto como no quiere en verdad construir un indispensable gasoducto que sólo aprovecharía, por los tiempos que demandará, a la oposición.
Los rumores arreciaron y aturdieron a la sociedad durante toda la semana, y mencionaron renuncias y hasta golpes de puño y carpetazos entrecruzados. Uno de ellos, concretamente, daba por cierto que Alberto Fernández, empujado hasta el borde del olvido por su jefa, dejaba el sillón presidencial. Sostengo, como vengo haciendo hace tiempo, que eso no sucederá porque, básicamente, Cristina Kirchner no tiene interés alguno en asumir en forma pública –ya lo es, en realidad- el comando de una situación que va hacia el desastre inevitable; tampoco en hacer una verónica y pasar la responsabilidad a Claudia Abdala de Zamora ni, menos aún, a Sergio Massa o a Horacio Rosatti, aunque sólo fuera por unos días, ya que además perdería la indemnidad de arresto que hoy la protege.
El panorama general, sumamente enturbiado por los inexplicables vuelos de aviones iraníes-venezolanos en la Argentina y en la región, se ha oscurecido aquí más aún. Cuando la PresidenteVice está más cerca que nunca de una condena con pena de cárcel incluida, se produjo un extraño episodio: desconocidos ingresaron a una oficina del Consejo de la Magistratura, violaron las selladas declaraciones juradas de los magistrados que están juzgándola y de los familiares de éstos y, en un claro gesto de intimidación, dejaron expuestas las constancias de la incursión. Un dejá vu respecto a lo sucedido con el Fiscal Alberto Nisman, asesinado dos días antes de presentar ante el Congreso las pruebas de la complicidad de Cristina Fernández con los terroristas iraníes que volaron la AMIA; incluso nos recordó el secuestro del hijo del Fiscal Eduardo Taiano cuando éste debía apelar, en 2005, el sobreseimiento que el Juez Julián Ercolini había dictado a Néstor Kirchner en una causa por enriquecimiento ilícito sin siquiera investigarlo.
Hoy mismo, a las 1600 horas, estaremos voceando nuestra indignación contra tanto atropello contra la República y sus instituciones, y tanta corrupción impune, en el Obelisco, la Plaza de Mayo y el resto de las plazas y lugares icónicos de todo el país pero, ante todo, lo haremos bajo el grito que nos unifica y nos hermana: ¡VIVA LA PATRIA!




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La separación de poderes

(Por Julio María Sanguinetti) En su fundacional libro "El Espíritu de las leyes", que desde 1748 hasta hoy sigue inspirando la doctrina democrática, Montesquieu dice: "Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de magistrados se hallan reunidos el poder ejecutivo y el poder legislativo, no hay libertad, porque se puede recelar que el mismo monarca o el mismo senado promulguen leyes tiránicas para aplicarlas tiránicamente. Tampoco hay libertad si el poder judicial no se halla separado del poder legislativo y del poder ejecutivo. Si se encuentra unido al legislativo, sería arbitraria la potestad sobre la vida y la libertad de los ciudadanos, pues el juez sería legislador. Si se presenta unido al poder ejecutivo, el juez podrá tener la fuerza de un tirano".

Ese sabio principio inspira a nuestra República desde sus raíces, tanto como que las célebres Instrucciones de 1813, primer texto constitucional, lo recogen con precisión y rotundidad.
Solo en los excepcionales períodos de irregularidad institucional no se le ha reconocido y hasta se diría que, aún en ellos, quienes actuaban de facto lo invocaban, pretendiendo aplicarlo, aunque fuera por vía espuria.
En los últimos tiempos han aparecido episodios muy llamativos, en que algunos jueces han pretendido, de modo espectacular, erigirse, como dice Montesquieu, en legisladores y aún en titulares del poder administrador. Es una tendencia muy peligrosa, tanto como pueden serlo los desbordes de cualquiera de los otros poderes sobre la independencia judicial. Naturalmente, estamos hablando de episodios, nada más, en el marco de una actuación del Poder Judicial que sirve con seriedad a los valores de la República. Este respeto general de que goza nuestra Justicia, no inhibe, naturalmente, que podamos discutir públicamente algunos de esos fallos específicos, cuando se advierte que van más allá del derecho y de los necesarios equilibrios de las instituciones.
Ya ocurrió con un magistrado que le ordenó al Poder Ejecutivo otorgar vivienda a ciertos ciudadanos, como si los derechos programáticos de la Constitución pudieran ser ejecutables a cualquier precio y circunstancia. Ahora estamos ante un caso que por su naturaleza sacude a toda la sociedad.
Impedir una campaña de vacunación, que no es obligatoria, cuando el Poder Ejecutivo se basa en un asesoramiento científico incuestionable, es un episodio grave. Máxime cuando ello se hace con la "barra" movilizada en la puerta del Juzgado, celebrando el ataque a las vacunas de las que prejuiciosamente vituperan, sin base científica alguna. Es lo que Alain Finkielkraut explica, en La Derrota del Pensamiento, mostrando como esos grupos de movilización toman una bandera y "cancelan" toda clase de razonamiento, por la descalificación de quien piense distinto, ubicado siempre en el territorio difuso de la inmoralidad o el sometimiento a un poder espurio. Es la tiranía de los grupos organizados. Una suerte de "tribalización" que se asienta cómodamente en el manejo de las redes.
Más allá del eventual prejuzgamiento del juez actuando y de la falta de legitimación del denunciante, hay una insensatez de actuación solo explicable por el espíritu militante del magistrado. El recurso de amparo, legislado con precisión y espíritu restrictivo, trata de preservar el derecho de una persona ante la "actualidad" o la "inminencia" de un daño, lo que hace ridículo esa suspensión 13 meses después de iniciada la campaña de vacunación y cuando nadie ha demostrado perjuicio alguno.
Se supone, además, que el recurso opera "cuando no existen otros medios judiciales o administrativos" para lograr la protección del derecho en riesgo. En el caso no ocurrió nada de eso, pero además, y esto es lo fundamental, el recurso procede en casos de "ilegitimidad manifiesta". Una campaña de vacunación en medio de una pandemia universal, no puede ser "ilegitimidad manifiesta". Solo en un delirio puede hablarse de algo así. Podría discutirse la conveniencia, los mejores modos de enfocar al tema, que en todo caso no son temas judiciales, pero nunca la "legitimidad": el Estado actúa en nombre de sus obligaciones constitucionales y legales de preservar la salud de la población.
Felizmente, hay una muy buena jurisprudencia sobre el recurso de amparo, que establece claramente su excepcionalidad, la que define con mucha precisión la ley. No dudamos que esa sana doctrina valdrá para rectificar esta decisión desorbitada. En todo caso, estamos ante una preocupante expansión de competencias que se va abriendo camino lentamente. Primero fueron los medicamentos, que por razones humanitarias se aceptaron, aunque el Estado proveía de tratamientos adecuados; simplemente, no eran lo que solicitaban las personas enfermas. Predominó un noble sentimiento, pero luego fuimos entrando en todo este desafuero de invadir competencias. Por ese camino, no faltará quien le imponga al Estado proveer un empleo a cada desocupado.
No son juegos chistosos. Son temas muy serios, que institucionalmente pueden arrastrarnos a degradaciones no queridas. Las "tribus mediáticas" se organizan para presionar y a veces terminan encontrando algún juez ansioso de popularidad mediática. No han sido muchos, pero el riesgo es evidente. Y hay que denunciarlo a toda voz para prevenirlo.



 



 

 
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