Para un país al borde la suspensión de pagos, las gestiones de su presidenta siembran la desconfianza y el descrédito entre los inversores
CFK se marchó apresuradamente de España con el bolso lleno de medallas y las maletas vacías
Cristina Fernández paseó su desdén por la madre patria; no quiso hacer público el acuerdo por Aerolíneas -aunque ya estaba tan cocinado que lo reconoció al llegar a Buenos Aires- y se entregó al olvido ‘freudiano’ de no hablar sobre la deuda comprometida con España. Las garantías políticas y económicas que juraba para las inversiones españolas están huérfanas, pero sus maletas también vacías. No entonarán la tocata y fuga, pero las españolas minimizan su entusiasmo austral. El viaje de Cristina Fernández las ha convencido aún más para no dejar de buscar compensaciones. Se lo recordaron cara a cara Alierta, Brufau y Luzón. Han aprendido la lección: sonrisas vacías a cambio de promesas reeditadas. Si no hay más garantías, derrocharán más prudencia. Si se trataba de bailar el tango de las formas, lo hicieron: Telefónica selló la paz por inversiones, pero a la espera de que la Casa Rosada abra la veda del triple play. Y si no hay más sorpresas con Telco. Repsol hace lo propio, pero tiende puentes a las provincias y busca con Eskenazi alternativas a la OPV del 10% de YPF. BBVA no ha querido bailar el tango de cerca. Y Santander envió a Luzón a una cita que CFK había olvidado comunicar a los medios. Lo de Emilio Botín, sometido a la presión de la Hacienda argentina sobre sus clientes de Optimal, es otro cantar.
Se marchó de España con tantas medallas como maletas vacías. Y un rosario de agravios a sus espaldas, que los empresarios españoles -a los que no quiso recibir en grupo- no olvidarán tan fácilmente. Las luces rojas de la relación bilateral no son las de la inversión -ésas están llamadas a estallar de nuevo más delante-  ni las de Marsans- ya están digeridas- sino en la caja de los Kirchner. Con la guerra del campo de nuevo al rojo vivo, el tarifazo eléctrico en plena ebullición y la sombra del 'default' sobrevolando otra vez Buenos Aires, el paseíllo por la Zarzuela, la Moncloa y el Congreso no ha sido para el Gobierno argentino la escenografía de la reconciliación con sus segundos inversores; más bien, una gira al corazón de sus necesidades políticas. Ya lo decía la presidenta argentina, con la séptima parte de la deuda española en las manos y las críticas apuntando al FMI: se siente una víctima del neoliberalismo, así que pagar, no pagará. Ni siquiera los 6.700 millones de dólares que prometió en septiembre para el Club de París. Moncloa transigió, ahora que comienza la negociación del tramo externo de la deuda. La fuga de capitales, la recesión y las mermas fiscales se tragan cada dos meses la misma cantidad que las AFPJ pueden aportarle a las arcas públicas.

Acto final para Aerolíneas
Juró que no quería opacarse a sí misma en España, así que la presidenta argentina coreografió la distancia y el desencuentro de Aerolíneas con Marsans, aunque le rompió el silencio José Ignacio De Mendiguren, número dos de la patronal UIA y miembro de la delegación de empresarios que acompañó a la Presidenta, que en un golpe de sinceridad cantó la alegría de la Casa Rosada y Díaz Ferrán por el acuerdo alcanzado. Cristina Fernández ha escenificado el azote del peronismo con una mano y la hermandad con Madrid con la otra, por eso llegó a España con la bandera de la expropiación de Aerolíneas Argentinas al viento y esquivó oficialmente a Gonzalo Pascual y Díaz Ferrán, aunque ya tenía cocinado con Marsans el acto final de una guerra que la oposición argentina denuncia como amañada. Sólo tuvo que esperar pocas horas a su regreso para hacer público el ‘acto final’ de la tocata y fuga por la puerta de la estatalización, pero sin cargas judiciales. Pascual está dispuesto a renunciar a la denuncia por 1.500 millones de dólares ante el Ciadi, a cambio del traspaso del acuerdo de 40 aviones que había firmado con Airbus, lo que liberaría los 150 millones de euros del aval dados al fabricante. La Casa Rosada cederá el  mantenimiento del código compartido entre Aerolíneas Argentinas y Air Comet y del permiso para volar a Argentina desde España por parte de Air Comet y desde allí a otros países, así como un posible mantenimiento conjunto de los aviones.
La escenografía del desdén, el reloj de los caprichos, los taconazos bajo la mesa y las maletas vacías. Todo vestido de brillo, pompa y amabilidad. Eso hubo en Madrid. Lo reconocen los medios argentinos. Lo de la sustancia es otra cosa. A Cristina le gustan las sorpresas. Sorprendió a los periodistas y al gobierno español cuando dio por finalizada la conferencia de prensa con Zapatero. Llegó con 37 minutos de retraso" a la Cena de Gala que el rey Juan Carlos ofreció a la comitiva argentina; su discurso en el Congreso comenzó 25 minutos tarde y Moncloa espera aún explicaciones de por qué le restó un día a última hora a su periplo, por qué dejó a Zapatero sin el almuerzo con que el presidente suele agasajar a los líderes extranjeros.
En Repsol digieren aún eso de que es una “empresa argentina con accionistas españoles”. Pero lo hace desde el blindaje. Los planes de inversión de Repsol-YPF permanecen inalterados: 1.800 millones para 2009 y la empresa renovará un convenio con gremios para garantizar los puestos de trabajo y la producción. Pero Antonio Brufau pone a cubierto los nuevos contratos con las provincias petroleras, protege sus almenas argentinas: pero sólo lo justo para hacer de ellas un invernadero de resultados (un incremento interanual del 13%) y un granero para la diversificación regional. Y no mira al beneplácito de los Kirchner para buscar una nueva mano que tiente el 10% de YPF que ya no saldrá a bolsa a corto plazo.
En tanto Alierta repite la peregrinación a Buenos Aires, le ha calmado los ánimos y las promesas de inversión al ministro de Vido, que acudió a conocer el ‘Distrito C’ de Telefónica y a amarrar el futuro de la operadora. La Casa Rosada ha decidido hacer de la presencia de Telefónica en Telecom Argentina parte del peaje, o al menos de la munición para intentar que Telecom Italia renuncie a la mayoría accionarial de TA, que pague más caro su desembarco, o que lo deje en manos de los ‘amigos’ de los Kirchner. Telefónica invertirá 1.700 millones de pesos (unos 376,2 millones de euros) en 2009 en el desarrollo de banda ancha fija y móvil, servicios de última generación y transmisión de datos. Y otros 200 millones de pesos (44,3 millones de euros) para el servicio universal de telefonía móvil para impulsar la comunicación y acercar la tecnología a pueblos poco poblados. Pero para la concreción del negocio es necesario que el Congreso avance con una reforma de la ley de Radiodifusión, un proyecto que Cristina Kirchner había impulsado el año pasado, pero que luego quedó suspendido.
Telefónica mira desde la barrera. Soltar sus aspiraciones en Telecom Argentina sería un mal menor para los planes de la operadora, que sostiene el cetro del liderazgo desde 2004 y un tercio de la banda ancha. Ya le ha caído el chaparrón del Merval y el castigo del Ibex. Y no está el patio de las inversiones  para más sustos. Cristina Fernández lo sabe. Por si acaso, los Kirchner prometen a media voz no entorpecerle a Alierta una bandeja de compensaciones, aunque sea a largo plazo: la subida del 15% de las tarifas y la luz verde para la ficha televisiva del ‘triple play’.El tango financiero se baila con menos sintonía. La Casa Rosada ha formalizado el canje de los Préstamos Garantizados -un tercio en manos del BBVA, Santander y Banco Galicia- por nuevos títulos de deuda y reabrió las negociaciones con entidades financieras locales para alcanzar una adhesión del 100%. Pero el “bien gracias” del BBVA ya no se entona tan alto en Argentina. Encajó en silencio el castigo bursátil, el azote del miedo de los depositantes y el látigo de la nacionalización de su aseguradora Consolidar. Porque hasta ahora, el Banco Francés le servía en bandeja el refugio de los resultados y un mercado en auge en consumo y créditos. Pero la fuga de capitales, la desconfianza que frena el proceso de bancarización, las zozobras del consumo y el crédito -en los que el banco es uno de los primeros del país- le oxidan la corona al BBVA.
Con el Santander, la visita de la presidenta argentina sólo ha puesto de largo el desencuentro. Los Kirchner enarbolan los sables del escarmiento. Su plan de retorno de capitales hace aguas. Y buscan que el  Santander tapone alguna de fugas, al menos las del populismo peronista. La Casa Rosada quiere traer de vuelta a las clases altas, los inversores más intensos, los que mantienen 120.000 millones de dólares invertidos fuera del sistema financiero local. Lo hace por la puerta de la seducción con la misma intensidad que por la de la presión. En los próximos días saldrán por correo 3.000 notificaciones a  personajes de entorno deportivo avisándoles que la AFIP los cuenta como uno de los grupos que podrían haber olvidado ‘blanquear’ sus cuentas. La AFIP buscará apuntalar el IVA con premios semanales. Y presiona al Santander a que revele no sólo la identidad de los clientes argentinos estafados por Madoff –por cierto, unos de los más proclives a negociar- sino los que invirtieron en el fondo Optimal más de 400 millones de dólares, con la excusa de conocer si esas cuentas están declaradas.

Deuda pendiente
Estaba llamada a ser uno de los platos fuertes del viaje de Cristina Fernández, uno de los peajes que Moncloa y el Palacio de Santa Cruz habían conseguido incluir en la agenda, después de tres viajes oficiales fallidos. Pero la presidenta argentina se guardó todos las banderas de la deuda, la directa, de 1.072 millones de euros (la séptima parte del total), una herencia del corralito que hacen del país del tango el tercer acreedor de España y que Madrid exigirá ver cancelada en un año. Y, más aún, los 300 millones de euros del total de 4.650 millones que Buenos Aires le debe al Club de París.
Argentina huele a 2001. Los Kirchner se han bebido en menos de tres meses el oxígeno de las pensiones de la Anses. Siguen atrapados entre el corazón y el bolsillo. Los analistas advierten: no será quizá en 2009, pero la sombra del impago pende aún sobre la Casa Rosada, que ha puesto a Argentina a caminar por el sendero de una “doble D” ya conocido -el del default y el de la devaluación- esta vez con el bastón de las expropiaciones en ristre. Con el flujo adicional que recaudará la Anses más los intereses (5.000 millones de pesos) el fisco exhibirá un superávit primario de 12.000 millones de dólares.
Le seguirán faltando 6.500 millones de dólares para cubrir los vencimientos. Se podrán reprogramar los 2.500 millones en papeles en poder de las AFJP y de bancos locales. Pero todavía faltarían 4.000 millones de dólares. El gobierno de los Kirchner, el que más  ha pagado en la historia a los organismos internacionales -a pesar de la enseña combativa del ex presidente- es también el que más debe: se ha deslizado de los 144.000 millones de dólares de 2001 hasta los 170.000 de deuda global, 14.000 de ellos de vencimiento inminente. Además, a Cristina Fernández le esperan aún sobre la mesa los acuerdos con los bonistas que no entraron en la negociación en 2004 -unos 30.000 millones más-. Y casi un 40% de la deuda se ajusta por la inflación, el principal indicador (el del Indec) que genera sospechas.