Los años van pasando y el Uruguay transita a la deriva izquierdista venerando a sus líderes comunistas, socialistas y otros extraños a nuestro país. Desconocen a nuestros héroes nacionales, a los verdaderos hombres y mujeres que forjaron nuestra patria desde el siglo XVII.
Desde el 2005, la izquierda gobernante sólo se ocupa de quienes piensan como ellos. No conocen el país, sus gentes y sus problemas. Buscan soluciones desde sus cómodas oficinas y derrochan a diestra y siniestra los escasos recursos económicos que provee la clase media a través de verdaderos impuestos a los ingresos de los trabajadores y jubilados.
El Ministro de Economía no tiene la capacidad de poner al Uruguay dentro del rango de la primera línea de países desarrollados. Su preocupación está en pagar un presupuesto estatal desfinanciado, sea con mayores impuestos, mayores tarifas públicas y más endeudamiento interno y externo. El déficit del Estado está en dos mil millones de dólares y el mismo va día a día negando nuevas oportunidades a las actuales y futuras generaciones.
La incapacidad, la mala gestión, los desbordes, son la moneda corriente de esta colcha de retazos que van a Zambia a buscar negocios, o a Venezuela a vender y no cobrar los productos lácteos exportados sin las debidas garantías de pago. Se han cambiado las políticas de Estado con el exterior por políticas de amiguismo superfluo con doctrinas perimidas. Así, antes Chávez, Lula, Cristina, (hoy procesada), Dilma (desalojada por el pueblo), y ahora Maduro, Evo Morales, Raúl Castro, Correa y sus socios continúan abrazándose en una amistad que pende de un fino hilo por la falta de recursos.
La izquierda es incapaz de generar auténtica riqueza para sus gobernados, pero si es capaz de gastar lo no que no tiene con discursos de mejor distribución de la riqueza generada por la actividad privada y derrochada por el sector público al mando del presidente a través de presupuestos quinquenales incumplibles o de rendiciones de cuentas que son vistas como los verdaderos salvadores de esta pésima política económica que tiene como responsable al Ministerio de Economía quien es incapaz de equilibrar las finanzas públicas al verdadero potencial de la economía.
Se hacen los sorprendidos por el déficit de ANCAP por más de ochocientos millones de dólares, los créditos irrecuperables del Fondes y el de otras tantas empresas públicas administradas en forma de quioscos y sin ninguna responsabilidad de rendición de cuentas hacia los contribuyentes.
Hace décadas que el Uruguay rema con déficits y endeudamiento, lo que en términos futbolísticos significa que vamos perdiendo el partido en uno o dos a cero y somos maravillosos si alcanzamos un empate en el último minuto. Jamás, desde las esferas gubernamentales, se propusieron como meta ganar el partido.
También son co-responsables los organismos de crédito internacionales que avalan esta política porque les conviene que el país se endeude y así ellos colocar en buenos términos sus excedentarios recursos financieros como es el caso del BID y la Corporación Andina de Fomento.
Créditos para infraestructura, sean puentes, carreteras, caminos, nuevas represas, brillan por su ausencia. Pero, el presidente se encuentra feliz con su avión presidencial y sus monótonos discursos desde el púlpito de las izquierdas.
Vamos mal y el país de primera prometido por la izquierda en la campaña política 2014 es un ícono que no se alcanzará con estos hombres desgastados, con sindicalistas que van a apoyar a un dictador y sin ninguna propuesta ganadora.

La Real Academia Española de la lengua define ‘epifanía’ como aparición, manifestación o revelación.
Propio a estos días de cuaresma y las Pascuas que se acercan uno no puede dejar de preguntarse si el Dr. Vázquez Rosas no ha tenido una epifanía o experiencia revelatoria.
En efecto, la posición adoptada por el gobierno uruguayo ante la intentona golpista del demencial presidente de Venezuela, Maduro, parecería indicar un cambio en la tradicional  posición de la izquierda vernácula con respecto a las dictaduras proto -comunistas de nuestro continente.
No debe haber sido nada fácil para Vázquez Rosas condenar sin ambajes las recientes medidas del Chavismo venezolano en su deseperado intento de mantenerse en el poder.
La izquierda en nuestro país siempre parecía adoptar la posición algo pueril y muy simplista de apoyar a los gobiernos de izquierda en el continente sin importar sus condición de dictadura o si fuera opresora de su pueblo. Con que fuera de izquierda marxista o neo-marxista alcanzaba.
Lo de Venezuela debe haber sido un trago duro de tomar. Duro por dos motivos principales. Uno, porque marca claramente las diferencias ideológicas que todos sabemos  existen en el Frente Amplio, y dos, implica enfrentarse al troglodita partido comunista del Uruguay que por algún motivo parece tener mucho más poder que  caudal electoral.
Vázquez Rosas debe percatarse de una vez que aunque a él le cueste, y a muchos orientales por otra parte no nos guste para nada la ideología del conglomerado político que representa, gobierna para todos los uruguayos.
Me animo a decir que el 70% de los orientales si no más, compartimos su decisión de enfrentar a Maduro y su narco-gobierno.
La gente, o muy buena parte de la gente no es estúpida. Se le puede mentir a parte ellos todo el tiempo, a todos parte del tiempo, pero nunca a todos todo el tiempo.
En una columna que escribí cuando la escandalosa incorporación de Venezuela al Mercosur, ‘por la sucia ventana del fondo’, dije que esa incorporación traería muchos más problemas que beneficios. Y así fue. Por el sencillo motivo de que Venezuela jamás le interesó el Mercosur sino como vehículo de expansión del delirio de su dominación chavista continental.
Aún no es el tiempo pero la caída del  gobierno chavista que usurpa el poder en Venezuela es inevitable. La historia se encargará de estos corruptos que han destruido uno de los países más ricos de Latinoamérica.
Es buena cosa entonces que la izquierda uruguaya empiece a caminar por los caminos de la realidad y de la honestidad intelectual. Que no siga negando lo innegable ni apoyando lo impresentable.
Es posible que de alguna manera los uruguayos hayamos vivido un punto de inflexión en las corrientes ideológicas que predominan en el gobierno.
Es posible que el Dr. Vázquez Rosas haya sufrido una epifanía y nuestro país volverá a la seriedad y honestidad que siempre lo ha caracterizado  en cuestiones internacionales.
Es de desear que por añadidura también el gobierno de alguna manera controle el gobierno paralelo de la CNT que tanto complica el desarrollo del país con su trasnochada y perimida ideología comunista.
Salvo por una minoría absolutamente idiota los uruguayos queremos un país serio, un gobierno serio y un manejo serio de la cosa pública.
Quizás y ojalá este gobierno aproveche este aparente punto de inflexión ideológica que vive para volver al camino de la honestidad política que por tantos años caracterizó al Uruguay.
No sería nada fácil pero sin duda sería lo mejor para todos nosotros, todos los orientales, de todos los pelos políticos.